Todos somos franceses
La masacre perpetrada en París ha infundido en mi interior un profundo sentimiento de consternación, desconsuelo, incredulidad, rabia, estupor e indignación. La ciudad de la luz se ha teñido de oscuridad, golpeada, de nuevo, por la crueldad de unas alimañas cuyo modus vivendi se basa en la destrucción del ser humano.
Una vez más, los fundamentalistas del Daesh –invito a todos a emplear esta denominación considerada despectiva por estas bestias– han segado la vida de personas inocentes. Muchos de ellos eran muy jóvenes, y estaban disfrutando de un concierto de música o cenando en algunos restaurantes de la capital gala. Todos ellos dejan pendientes infinidad de proyectos vitales que ya no podrán realizar.
Como madrileño, español y europeo este atentado lo siento como mío, porque con él, los extremistas han tratado de destruir nuevamente nuestro sistema de valores occidentales, ese que tanto odian, probablemente por envidia. Y siento amenazada nuestra democracia, basada en un sólido marco de libertades fundamentales – de expresión, de culto, de prensa, de pensamiento, religiosa, etcétera–, esas que no podrán arrebatarnos.
Por último, estas palabras gritan con energía y dolor: todos somos franceses. JAVIER PRIETO PÉREZ Madrid