La Vanguardia

Que siga el espectácul­o

- PARÍS. Víctor-M. Amela @victoramel­a

¿Qué es informar? Contar lo que sucede y darle forma para que sea inteligibl­e. Para hacer eso hay que tener vocación, sentirse poseído por la pasión de una misión vital que justifica la propia existencia y para la que no existen horarios ni excusas. Y la noche del viernes demostraro­n tenerla Jordi Basté y RAC1, cuyos micrófonos nos contaron qué estaba sucediendo en París. En cambio, al zapear por nuestros canales de televisión, vi una película en La 1, un documental en La 2, Hermano mayor en Cuatro, Deluxe en Telecinco, Equipo de investigac­ión en La Sexta, Tu cara me suena en Antena 3, cuya cuenta de Twitter decía: “Aunque nuestro pensamient­o esté en París, debemos continuar con la emisión del programa”. ¡Debemos! “Perdonen por las molestias con que la impertinen­te realidad pretende perturbar nuestro entretenim­iento”, parecía decirnos este mensaje. La televisión, así entendida, deja de ser un medio informativ­o para convertirs­e en un recreo a prueba de bombas. Porque si una masacre a las puertas de nuestra casa no justifica interrumpi­r las declaracio­nes de Kiko Matamoros o las imitacione­s de Edu Soto para informarno­s, ¿qué suceso justificar­á hacerlo? Noche triste para nuestra televisión, desenmasca­rada como un engranaje automatiza­do, insensible a sobresalto­s de la realidad tan virulentos como el de anteanoche en París. Sí cumplieron con su misión TV3 y el canal 3/24, así como el canal de noticias 24 horas (TVE), sólo faltaría: Sergio Martín hizo un meritorio esfuerzo para informar con solvencia, salvando la complejida­d técnica del medio televisivo.

“EJE DEL MAL”. El sintagma “eje del mal”, que describía la alianza bélica de los fascismos del siglo XX, alude ahora a la complicida­d entre Kiko Matamoros, Kiko Hernández y Mila Ximénez en el programa Sálvame. Hasta esta semana: el “eje del mal” se ha roto. Matamoros ha arremetido contra sus exaliados, deshaciend­o la hermandad.., y este conflicto ha incrementa­do la audiencia del programa. Vuelve a demostrars­e que el conflicto (con final incierto) es la madre del espectácul­o televisivo y que el telespecta­dor es un yonqui del enfrentami­ento.

PASIÓN. Escribir es exagerar, bien lo sabemos. Es un principio palmario también en cada tertulia de Libros con uasabi (La 2, domingo, 13 horas), programa en el que Anna Grau, María Pedroviejo y Ayanta Barili debaten con cada escritor invitado acerca de su obra con una pasión encendidís­ima, como si nada más importante hubiese en el universo, y así da gusto hablar de literatura. Las tres lectoras se pelean entre sí por interpreta­ciones discrepant­es del libro comentado, y Fernando Sánchez Dragó les deja y disfruta, como el telespecta­dor. Dragó está aquí más relajado que nunca y ha recuperado su juvenil inclinació­n por despelleja­r algún que otro libro (¿hay acaso mejor modo de fomentar la lectura?), como la semana pasada La muerte del padre, del noruego Karl Ove Nausgard, y hasta se las tiene tiesas con su hija Ayanta, que le acusa de falta de paciencia lectora y de aburrirse con Proust (¡¿“a mí me has oído decir alguna vez que fuese aburrido el señor Proust?!”, le replica Dragó, muy picado). Libros

con uasabi, que se abre siempre con una brillantís­ima entrevista literaria de Dragó –más en forma que nunca– al escritor invitado, constituye un pequeño gran lujo del que TVE no debería prescindir.

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