Que siga el espectáculo
¿Qué es informar? Contar lo que sucede y darle forma para que sea inteligible. Para hacer eso hay que tener vocación, sentirse poseído por la pasión de una misión vital que justifica la propia existencia y para la que no existen horarios ni excusas. Y la noche del viernes demostraron tenerla Jordi Basté y RAC1, cuyos micrófonos nos contaron qué estaba sucediendo en París. En cambio, al zapear por nuestros canales de televisión, vi una película en La 1, un documental en La 2, Hermano mayor en Cuatro, Deluxe en Telecinco, Equipo de investigación en La Sexta, Tu cara me suena en Antena 3, cuya cuenta de Twitter decía: “Aunque nuestro pensamiento esté en París, debemos continuar con la emisión del programa”. ¡Debemos! “Perdonen por las molestias con que la impertinente realidad pretende perturbar nuestro entretenimiento”, parecía decirnos este mensaje. La televisión, así entendida, deja de ser un medio informativo para convertirse en un recreo a prueba de bombas. Porque si una masacre a las puertas de nuestra casa no justifica interrumpir las declaraciones de Kiko Matamoros o las imitaciones de Edu Soto para informarnos, ¿qué suceso justificará hacerlo? Noche triste para nuestra televisión, desenmascarada como un engranaje automatizado, insensible a sobresaltos de la realidad tan virulentos como el de anteanoche en París. Sí cumplieron con su misión TV3 y el canal 3/24, así como el canal de noticias 24 horas (TVE), sólo faltaría: Sergio Martín hizo un meritorio esfuerzo para informar con solvencia, salvando la complejidad técnica del medio televisivo.
“EJE DEL MAL”. El sintagma “eje del mal”, que describía la alianza bélica de los fascismos del siglo XX, alude ahora a la complicidad entre Kiko Matamoros, Kiko Hernández y Mila Ximénez en el programa Sálvame. Hasta esta semana: el “eje del mal” se ha roto. Matamoros ha arremetido contra sus exaliados, deshaciendo la hermandad.., y este conflicto ha incrementado la audiencia del programa. Vuelve a demostrarse que el conflicto (con final incierto) es la madre del espectáculo televisivo y que el telespectador es un yonqui del enfrentamiento.
PASIÓN. Escribir es exagerar, bien lo sabemos. Es un principio palmario también en cada tertulia de Libros con uasabi (La 2, domingo, 13 horas), programa en el que Anna Grau, María Pedroviejo y Ayanta Barili debaten con cada escritor invitado acerca de su obra con una pasión encendidísima, como si nada más importante hubiese en el universo, y así da gusto hablar de literatura. Las tres lectoras se pelean entre sí por interpretaciones discrepantes del libro comentado, y Fernando Sánchez Dragó les deja y disfruta, como el telespectador. Dragó está aquí más relajado que nunca y ha recuperado su juvenil inclinación por despellejar algún que otro libro (¿hay acaso mejor modo de fomentar la lectura?), como la semana pasada La muerte del padre, del noruego Karl Ove Nausgard, y hasta se las tiene tiesas con su hija Ayanta, que le acusa de falta de paciencia lectora y de aburrirse con Proust (¡¿“a mí me has oído decir alguna vez que fuese aburrido el señor Proust?!”, le replica Dragó, muy picado). Libros
con uasabi, que se abre siempre con una brillantísima entrevista literaria de Dragó –más en forma que nunca– al escritor invitado, constituye un pequeño gran lujo del que TVE no debería prescindir.