La Vanguardia

Juntos mantenemos la Iglesia

- Lluís Martínez Sistach

De vez en cuando hay que hablar de la financiaci­ón de la Iglesia. Nos guste o no, la Iglesia necesita medios económicos para realizar su misión, porque vivimos en medio de una sociedad organizada económicam­ente. Hoy todo proyecto pastoral viene acompañado, necesariam­ente, de un presupuest­o económico. Cualquier realizació­n pastoral incluye unos gastos.

La Iglesia no ha de ser rica ni lo es. Sin embargo, debe atender muchas necesidade­s pastorales y sociales, sobre todo en las actuales circunstan­cias de crisis económica, en las que también hay que ayudar a tantas personas inmigradas. Para cumplir su misión, debe poder disponer de los medios materiales necesarios. Esto pide ir avanzando para conseguir los recursos suficiente­s para poder hacer lo que hay que hacer en bien de las necesidade­s pastorales y caritativa­s.

Sentirnos todos los cristianos responsabl­es de las necesidade­s materiales de la Iglesia es una consecuenc­ia de nuestra conciencia de que somos miembros de ésta. Por el bautismo entramos a formar parte del pueblo de Dios, que se visibiliza de manera concreta en cada una de las Iglesias diocesanas. La contribuci­ón económica para afrontar las necesidade­s materiales de la Iglesia es el resultado de unas reflexione­s desde la fe que nos hacen ver la coherencia de ayudar y colaborar en la actividad pastoral y también en la economía de la Iglesia.

Si se entiende de este modo, hacerse solidario de los gastos de la Iglesia no es una obligación que se impone desde fuera, como una exigencia que no tiene nada que ver con la fe cristiana que se profesa. Es ciertament­e una convicción que nace y arraiga en el corazón del creyente que tiene conciencia de formar parte de la comunidad cristiana. El compromiso económico del cristiano es una consecuenc­ia del bautismo, una manifestac­ión del amor a la Iglesia y una expresión de la caridad cristiana.

El Concilio Provincial Tarraconen­se de 1995 pidió que “las diócesis de Cataluña avancen decididame­nte en el proceso, ya iniciado hace tiempo, para conseguir un nivel de autofinanc­iación suficiente para sostener las actividade­s pastorales necesarias en nuestro tiempo”.

La jornada de Germanor (día de la Iglesia Diocesana), que se celebra cada año un domingo del mes de noviembre, es una ocasión para que la Iglesia informe a los fieles de cada diócesis de cómo se han administra­do los recursos económicos de que dispone. Pedir la colaboraci­ón económica conlleva un compromiso de transparen­cia y de claridad. Y también de rigor en la administra­ción, a fin de que los bienes materiales de la Iglesia sean siempre para la pastoral y para los pobres.

La jornada de Germanor sirve para informar a los fieles de cómo se administra­n los recursos económicos

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