La Vanguardia

Aparece el retrato perdido de Felipe IV

El original, el único pintado por Rubens, se halla en una colección privada en España

- TERESA SESÉ

Gabriele Finaldi, el anterior director adjunto de conservaci­ón e investigac­ión del Museo del Prado, hoy al frente de la National Gallery de Londres, siempre ha sostenido que España es un país en el que aún quedan muchas joyas por descubrir en posesión de particular­es. Obras extraviada­s en una sala de estar o la oscuridad de un pasillo que acaban convirtién­dose en gloriosos descubrimi­entos. El último en aparecer es un Rubens. Y no es un Rubens cualquiera. Se trata del único retrato que se conserva de Felipe IV de los realizados por el pintor durante su segundo viaje a España, entre 1628 y 1629, y que luego, en su taller de Amberes, serviría de modelo a múltiples copias que hoy se conservan en importante­s museos como el Hermitage de San Petersburg­o, el Carnegie Museum of Art de Pittsburgh y la Alte Pinakothek de Munich, o en coleccione­s privadas como la de la Casa de Alba.

El descubrimi­ento, o mejor, la confirmaci­ón (los propietari­os ya estaban convencido­s de que se trataba del auténtico) no se produce como consecuenc­ia de una investigac­ión en curso, sino que es fruto del trabajo de una experta, Mercè Ros (Barcelona, 1975), que en su quehacer profesiona­l como tasadora y asesora de coleccioni­stas dio por azar con una obra que se considerab­a perdida. Sin embargo, en el mundo del arte el terreno de las atribucion­es es siempre resbaladiz­o, y no es la primera vez que se anuncia en gruesos titulares la aparición del retrato original de Felipe IV. En el 2001 salió a subasta en Sevilla el cuadro supuestame­nte auténtico a un precio de salida de 90 millones de pesetas. Formaba parte de una colección particular de Bonn, y un español residente en París lo había adquirido poco antes en Austria por 50 millones de pesetas. “Se publicitó como tal, pero aquella era otra copia más”, defiende Ros, quien, después de realizar una exhaustiva investigac­ión que le ha llevado a reconstrui­r la biografía del cuadro, asegura que la autenticid­ad del retrato está fuera de toda duda.

El retrato de Felipe IV será la estrella de Feriarte, la feria de arte y antigüedad­es que se celebrará en Madrid entre el 21 y el 29 de este mes. Para su venta, Mercè Ros solicitó permiso de exportació­n a la Junta de Calificaci­ón, Valoración y Exportació­n de Bienes del Patrimonio Histórico, que, a partir de un informe de expertos del Museo del Prado, lo ha declarado temporalme­nte inexportab­le y propone que sea incluido en la categoría de bien de protección especial. El Estado podrá ejercer durante seis meses el derecho de tanteo. Ros no quiere desvelar el precio, “varios” millones de euros, dice, y prefiere resaltar su altísimo valor histórico: el encuentro entre Felipe IV, el Rey Planeta, en aquel momento el monarca más poderoso del mundo, y Pedro Pablo Rubens, un pintor cosmopolit­a, rebosante de vitalidad y de encargos, la imagen del artista triunfador, al que la fortuna y la gloria sonrieron como a ningún otro: el más rico, el más famoso y de mayor prestigio en Europa.

Felipe IV, que lo había llamado en misión diplomátic­a (quería informació­n sobre el estado de las negociacio­nes para la firma de un tratado de paz entre España y los Países Bajos) por indicación de la infanta Isabel Clara Eugenia, aprovechó su estancia en Madrid para encargarle, entre otros, un retrato al natural “que debía servir de modelo de las numerosas copias que luego se realizaron en su taller para atender la demanda de nobles y embajadas que deseaban tener la efigie del monarca”, explica la historiado­ra. Según dejó escrito Francisco Pacheco, Rubens hizo cinco retratos del rey, entre ellos el célebre Retrato ecuestre de Felipe IV, del que existe una copia en Galleria degli Uffizi. Pero los que se quedaron en España serían pasto de las llamas en 1734 en el incendio del Alcázar. Fatal destino que seguiría dos siglos después, en 1985, la que se considerab­a la mejor copia, la que colgaba en la Kunsthaus de Zúrich. El fuego la redujo a cenizas –lo único que se salvó fue el marco barroco– como

El cuadro ha sido declarado inexportab­le temporalme­nte y ha sido propuesto bien de protección oficial

consecuenc­ia del ataque vandálico de un activista perturbado que protestaba así por la contaminac­ión medioambie­ntal. Estaba valorada en 1,9 millones de dólares.

“Pero este es de una calidad muy superior, con esa expresivid­ad que sólo se puede conseguir retratando directamen­te el rostro de un ser humano que tienes ante ti y no a partir de otro retrato ya existente”. Un joven monarca de 23 años que por primera vez aparece con bigote y perilla incipiente­s, un hombre ya crecido “con porte regio y dignidad real”, muy lejos ya de la imagen imberbe de los retratos realizados hasta entonces por Velázquez. Los propietari­os del cuadro, que prefieren permanecer en el anonimato, se pusieron en contacto con Ros después de que una importante casa de subastas infravalor­ara el cuadro –“curiosamen­te, el precio iba subiendo a medida que se alejaban los coleccioni­stas”, recuerda– y fue así como, siguiéndol­e la pista, lo localiza en los años veinte del pasado siglo en un establecim­iento de Londres, H.M. Clark, que lo había comprado a una familia de Kent. Allí lo descubre el historiado­r e hispanista alemán August L. Mayer, quien en 1926 publica en el Burlington Magazine su hallazgo, que llega a oídos de Joseph Duveen, considerad­o el marchante de arte más influyente del siglo XX.

La estrategia de Duveen se basaba en una ecuación simple: la aristocrac­ia europea, en cuyas manos estaba el gran arte europeo, tenía necesidad urgente de dinero, mientras que los millonario­s de Estados Unidos tenían un anhelo (astutament­e avivado por él mismo ) por la cultura y el refinamien­to. Muchos de sus clientes atesoraron importantí­simas coleccione­s que acabaron en los grandes museos. Duveen adquiere el Rubens y lo subasta en 1929, en pleno crac, por 160.000 dólares, a la familia Vanderbilt. Tras su muerte, vuelve a manos de Duveen y en los sesenta es adquirido por el magnate hotelero Otto Eitel. A partir de ahí se pierde la pista... Hasta ahora.

Mercè Ros añade aún que se trata del único retrato de Felipe IV realizado sobre tabla –soporte que utilizaba Rubens para sus obras mayores– y posteriorm­ente transferid­o a lienzo. “Mi ilusión es que el cuadro pudiera acabar en el Museo del Prado, por su magnífica colección de Rubens, porque Felipe IV está en el origen de sus coleccione­s y por la influencia decisiva del pintor flamenco en el Velázquez que conoceremo­s más tarde, a quien aconsejó que viajara a Italia”, concluye la especialis­ta, que invita a los historiado­res a llenar las lagunas que quedan en la biografía de la pintura. Además del retrato, Ros acudirá con su propio stand a Feriarte con destacadas piezas como una tabla del retablo de Villasandi­no realizada por Jorge Inglés, la cabeza de la niña de

Els primers freds de Miquel Blay en mármol o un estudio en tinta de Salvador Dalí realizado en 1929 para el cuadro El hombre invisible del Museo Reina Sofía.

El lienzo, del que se había perdido la pista en los años 60, será la estrella de la feria madrileña Feriarte

 ??  ?? Retrato de Felipe IV
Retrato de Felipe IV
 ?? BELTRÁN DE LASSALETTA ??
BELTRÁN DE LASSALETTA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain