El lamento de Isinbáyeva
La mejor saltadora de la historia teme, en su retorno a las pistas, no estar en Río
“Sería injusto un castigo colectivo a Rusia. Durante toda mi carrera deportiva fui honesta, todas mis victorias fueron limpias y merecidas. Cumplí y sigo cumpliendo con todas las reglas antidopaje”. Ascendida recientemente a comandante del ejército ruso y condecorada como premio a su impecable trayectoria deportiva que incluye, entre otros registros, 28 récords del mundo –15 al aire libre y 13 en pista cubierta–, además de dos medallas de oro en los Juegos de Atenas 2004 y Pekín 2008, tres en los Mundiales de Helsinki 2005, Osaka 2007 y Moscú 2013, y otras cuatro en Mundiales en pista cubierta, Yelena Isinbáyeva es un mito para Rusia, un referente. Y mantiene todavía la ilusión por la competición, que abandonó en el 2013 para dar a luz a su primera hija, Eva. Sin embargo, ahora, cuando ya había anunciado su retorno a las pistas para preparar los Juegos de Río de Janeiro, su nombre es uno de los principales damnificados por la decisión de la IAAF, que veta la participación rusa en la próxima competición olímpica y acusa al país de “dopaje organizado”.
Antes de los acontecimientos de los últimos días, su entrenador, Yevgueni Trofímov, había manifestado que “Isinbáyeva tiene un aspecto estupendo y está perfectamente capacitada para repetir los éxitos del pasado”. El último, la medalla de oro en el Mundial celebrado hace dos años en Moscú. A los 33 años, el regreso de la saltadora de Volgogrado era, sin duda, uno de los alicientes del año y un punto de interés evidente en Río. “Los atletas rusos que estamos limpios no tenemos que pagar los errores de unos cuantos”, añade Isinbáyeva.
El 22 de julio del 2005, Isinbáyeva superó por primera vez, en Londres –donde obtuvo en el 2012 el bronce olímpico–, la barrera de los cinco metros. Con 5,05 ganó en Pekín 2008 y un año después, en Zurich, alcanzó los 5,06, actual récord del mundo.
Aunque en los pasados Mundiales de Pekín la delegación rusa bajó ostensiblemente su rendimiento
y se quedó sólo con cuatro medallas –dos de oro–, unas cifras muy alejadas de los éxitos exhibidos en citas anteriores, el potencial del país continúa siendo muy alto. Además del ansiado retorno de Isinbáyeva, otros tres atletas rusos están muy bien situados para alcanzar medallas. Se trata de Anna Chícherova, también de 33 años, bronce en salto de altura en Pekín 2008 y oro en Londres 2012, la también saltadora Maria Ku china, de 22 años, que consiguió el oro en el Mundial de Pekín de este año, y Serguéi Shubenkov, de 25 años, especialista en 110 m vallas, modalidad en la que se impuso tanto en el último Europeo, en Zurich, con 13s19, como en el Mundial de la capital china, con 12s98.
A nueve meses de Río, el ministro de Deportes ruso, Vitaly Moutko, afirma que “la sanción es provisional y mantenemos nuestras opciones de participar en los Juegos si cumplimos las condiciones requeridas en los próximos meses”. El futuro de Isinbáyeva y sus compañeros depende ahora tanto de sus esfuerzos deportivos como de las gestiones diplomáticas que, a buen seguro, realizará Rusia. “La decisión de la IAAF no afectará a nuestra preparación. No estamos inquietos y esperamos que todo se resolverá con rapidez”, concluye Radel Kashefrazov, corredor de 400 metros.