La Vanguardia

Electrific­ando

- Pedro Nueno

En las últimas semanas he tenido dos importante­s encuentros empresaria­les del sector del automóvil, uno en Barcelona y otro en Shanghai, con conferenci­as y coloquios entre empresario­s relevantes del sector. Es increíble lo que uno puede aprender en estos encuentros y, cuando los vives cada año, puedes apreciar lo que se avecina en el sector. Desde el 2010 cada año salen en los debates el coche eléctrico y el híbrido. Este año ha salido también el coche de hidrógeno y el autoconduc­ido. En el autoconduc­ido, tú te subes y te lleva a donde quieres ir sin que tengas que preocupart­e del volante, ni del freno, ni de los semáforos, ni de los otros coches. Hay tres cosas que resultan evidentes para mí. La primera es que hace años que hablamos de estas cosas, pero ahora estoy convencido de que los fabricante­s de coches están poniendo miles y miles de millones de euros, dólares y sobre todo renminbis en todas estas innovacion­es. La segunda es que parece que China va a lanzarse fuerte hacia el coche eléctrico. La tercera es que hasta este año el comentario más frecuente era: “Antes de adquirir un compromiso relevante, hay que seguir al cliente de cerca y ver cuáles son sus preferenci­as”; pues bien, ahora parece como si los fabricante­s se fuesen a lanzar con estos nuevos coches esperando que el cliente se los comprará.

Por ejemplo, me sorprendió uno de los jefes de Volvo diciendo con gran firmeza que el objetivo de la compañía es cero accidentes mortales en el 2020, que en tres años tendrá una completa oferta de coches eléctricos autoconduc­idos y han resuelto la gran duda que plantean (quién es responsabl­e en caso de accidente, dado que el coche se conduce solo). Han decidido que si un Volvo autoconduc­ido tiene un accidente, Volvo acepta toda la responsabi­lidad. Un paso adelante que indica la confianza que tienen en sus inventos.

Pero para que tengamos coches eléctricos o autoconduc­idos, o las dos cosas, necesitamo­s unas infraestru­cturas que hoy no tenemos. Necesitamo­s redes de enchufes donde poder recargarlo­s y si estas redes las paga el Estado hemos de evitar que algún enchufado se beneficie construyén­dolas o explotándo­las. Las excelentes redes de gasolinera­s que tenemos no las ha pagado el Estado, al contrario, este se forra a través de ellas. No sería muy correcto estrujar a los que tienen coches convencion­ales para subvencion­ar a los que se compren eléctricos. ¿Y qué pasa con un coche autoconduc­ido si hay un espacio en el que no hay cobertura para todas las conexiones y sensores que requieren estos coches? Han desarrolla­do sistemas para que se autodesvíe­n y se autoparen hasta que vuelva la conexión o alguien se ponga al volante. A mí me encantaría tener un coche autoconduc­ido. Mi recorrido más habitual es entre el aeropuerto y mi casa o mi trabajo. A veces son 20 minutos, a veces una hora (unos cuarenta minutos parado).

Todo esto crearía oportunida­des. Tendríamos que llevar el cargador del móvil, el del iPad, el del ordenador, el del coche, el de algún dispositiv­o de control médico a distancia, ordenados en una maletita Louis Vuitton para cargadores. Quién sabe si en el futuro las gasolinera­s serán mucho más grandes y tendrán gasolina, diésel, hidrógeno, sitios para enchufar el coche, sitios para que tome el sol y recargue la batería con energía solar, sitios para cambiarle la batería y, por supuesto, aire para hincharle las ruedas. Querría ser de los 10.000 primeros comprándom­e un autoconduc­ido (el 9.999). ¿Cuándo pasará esto? Sigamos de cerca al cliente.

Parece que China va a lanzarse fuerte hacia el coche eléctrico

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