La Vanguardia

La virtud de confiar en los demás

Gary Llempén dirige los restaurant­es Ceviche 103 y Pollos Riko’s y un hospital privado en Perú

- BLANCA GISPERT Barcelona

Gary Llempén (37) tiene y dirige cinco restaurant­es en Barcelona y un hospital privado en Perú. Es un emprendedo­r nato. Le gusta crear negocios aunque no sea un experto en la actividad que llevará a cabo. Lo importante para el éxito, dice, “es el equipo humano que haya detrás: de él depende el negocio”. Su inquietud por el mundo empresaria­l viene de su madre, comerciant­e de pollos en Trujillo, la ciudad peruana donde nació y vivió hasta los veinte años.

Sin embargo, Gary cuenta que de mayor quería ser como Marco Polo o Cristóbal Colón. Así que cuando de joven se le presentó la primera oportunida­d para emigrar no se lo pensó dos veces. Se licenció en Administra­ción y Dirección de Empresas en la Universida­d del Pacífico (Lima), y se mudó a Suecia para estudiar un posgrado en marketing (Uppsala University). Era el año 1999. “Europa me pareció un paraíso: los servicios públicos funcionaba­n, la gente era rica; en Perú la gente no se muere de hambre pero sólo tiene lo necesario para vivir”. Sin duda, Europa era el lugar idóneo para emprender su negocio.

Al año siguiente se trasladó a Barcelona, que se ha convertido hoy en el hogar que comparte con su mujer y su hijo. Fue en el año 2005 cuando se estrenó en el mundo empresaria­l con Openprint, la primera empresa española de impresión digital para organizado­res internacio­nales de certámenes. Al mismo tiempo, Gary elaboraba una revista gratuita para latinoamer­icanos en Barcelona y ponía en marcha, con su hermana, el primero de sus restaurant­es de pollo peruano. “Todo aquello me gustaba y me divertía pero me absorbía completame­nte”, explica Llempén.

Por ello, en el 2008 Gary decidió convertirs­e en Marco Polo y dar la vuelta al mundo. El viaje, que hizo con su mujer, duró un año y resultó ser un punto de inflexión en su carrera. “Viajar me hizo valorar la gestión del tiempo y el factor humano en los negocios”, recuerda. Cuando volvió a Barcelona vendió su parte en Openprint para dirigir el negocio de restauraci­ón que había iniciado con su hermana. Desde entonces, controla cinco restaurant­es y tiene tiempo para todo, asegura. “Lo he conseguido a base de delegar funciones. Es una tarea difícil ya que requiere mucha confianza en los demás pero si algo me han enseñado los viajes es que la gente, en general, es buena”. Aunque admite que “hay que tener ojo para escoger a los mejores”.

Gary es hoy propietari­o de los cuatro establecim­ientos de la cadena de comida peruana Pollos Riko’s y del restaurant­e Ceviche 103, también peruano, pero con una cocina más moderna y elaborada.

En el ejercicio anterior, el negocio consolidad­o facturó tres millones de euros y empleó a un total de 70 trabajador­es. “La comida une a los peruanos, es el punto fuerte del país y, en los últimos años, se ha hecho un hueco en la oferta gastronómi­ca occidental”, explica Gary, reconocien­do, a la vez, que la herencia maternal también tuvo que ver con la decisión de introducir la comida peruana en Barcelona.

Aun así, el ansia de emprender del peruano no acaba aquí. El 2012 empezó junto a su padre la aventura de gestionar un hospital privado en Trujillo, su ciudad natal. “Siempre me he sentido muy vinculado a mi país y quería darle algo de vuelta. La idea fue de mi padre, quien ya conocía el sector de cerca, pero necesitaba ponerla en práctica”. Hospital Primavera tiene hoy 3.000 consultas diarias y se rige por una política de precios bajos (tres euros la sesión). Su objetivo, comenta Gary, “es hacer frente al déficit de la sanidad pública en Perú”.

Gary abrirá a principios del 2016 otro hospital en Chimbote (Perú) con una inversión de 800.000 euros. También prevé estrenar tres restaurant­es más los próximos meses (dos Pollos Riko’s en Barcelona y un Ceviche 103 en Sant Cugat). El crecimient­o no es un objetivo primordial para Llempén: quiere hacerlo con los socios adecuados y conocerlos requiere tiempo. Cree haberlos encontrado en Italia, aunque el proyecto de internacio­nalización se encuentra todavía en fase embrionari­a.

La confianza en las personas ha sido la clave de su vida. Hoy lleva una rutina ajetreada (viaja una vez al mes a Perú y su hijo tiene un año), pero tiene la tranquilid­ad que, esté donde esté, su negocio funcionará porque cuenta con el mejor equipo para ello.

El crecimient­o no es su objetivo primordial: quiere hacerlo con socios adecuados, y conocerlos requiere tiempo

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GUSTAVO BEJER

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