El oso blanco peligra
Los hábitats marinos retroceden a un ritmo más rápido de lo previsto
El deshielo en el Polo Norte como consecuencia del cambio climático amenaza con reducir en un 30% el número de osos blancos debido a la pérdida de su hábitat natural.
El calentamiento del planeta se ha convertido en la principal amenaza para la supervivencia del oso polar, ya que el retroceso de los hielos marinos en el Ártico está diezmando sus poblaciones. Así lo indica un estudio de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Esta organización estima que hay una “alta probabilidad” de que la población de osos polares (unos 26.000 inventariados) sufra una disminución del 30% hasta el año 2050, debido a la pérdida de sus hábitats, que están desapareciendo a un ritmo más rápido de lo que se preveía.
Los osos polares afrontan un alto riesgo de extinción, dado que las amenazas a que se enfrentan son muy serias. Estos animales dependen de los hielos marinos estacionales, que les sirven como plataforma para cazar focas oceladas o focas barbudas después de un breve verano. Sin embargo, el cambio climático está modificando sus hábitats. “Basándose en la ciencia más robusta y actual, esta evaluación demuestra que el cambio climático seguirá poniendo gravemente en peligro la supervivencia del oso polar en el futuro”, dice Inger Andersen, directora general de la UICN. La desaparición de los hielos del océano Ártico avanza mucho más rápido de lo que se había proyectado en anteriores modelos climáticos. En esta nueva reevaluación se utilizaron los datos más recientes sobre la pérdida de hielos y distribución de las poblaciones. La cobertura de hielo en el mes de septiembre, por ejemplo, ha sufrido una reducción lineal del 14% por decenio entre 1979 y 2011.
El problema es que, si se amplía el período anual sin hielos, el efecto será un ayuno prolongado para la especie, lo cual puede causar trastornos reproductivos y hambruna en ciertas zonas, alerta la UICN. Las proyecciones apuntan que extensas regiones del archipiélago ártico canadiense estarán libres de hielo durante más de cinco meses al año a fines del siglo XXI, mientras que en otras partes del Ártico se puede alcanzar ese umbral de cinco meses a mediados del siglo XXI. Tres de los 19 grupos de subpoblaciones estudiados están ya en declive: en la Bahía de Baffin, en la cuenca Kane y en Southern Beaufort.
Además, el aumento de las temperaturas en la región puede asimismo aumentar la incidencia de enfermedades de las especies de las que se alimentan, como las focas, con lo que aumentan los riesgos para los osos, ya sometidos a la contaminación, la invasión humana o la explotación de algunos recursos, como la extracción del petróleo. En Churchill (un pueblo de 800 habitantes en la bahía de Hudson, al norte del estado de Manitoba), los osos polares han entrado en conflicto con los humanos.
“Los planes de gestión deben tener en cuenta la amplia gama de amenazas actuales y potenciales”, dice Dag Vongraven, experto de la UICN, que destaca el plan de acción firmado por los países ribereños para asegurar la supervivencia de la especie. Su declive puede afectar a comunidades indígenas, que buscan comida y pieles. En Groenlandia, donde sólo el 2% de la tierra es cultivable, los cazadores piden que se amplíen los permisos de caza. En 2012, esta zona contribuyó con 138 muertes a las capturas mundiales, cifrada entre 700 y 800 ejemplares.
Los hielos marinos estacionales, en regresión, sirven a los plantígrados de plataforma para cazar focas