La Vanguardia

Locura animada

‘Rick y Morty’ es un homenaje adulto a ‘Regreso al futuro’ y la serie más descabella­da en antena

- PERE SOLÀ GIMFERRER Barcelona

La animación es el oasis de los guionistas sin pelos en la lengua. El espectador está más relajado y perceptivo ante los gags que proponen las series porque, al no tener actores de carne y hueso, resultan menos agresivos. El ejemplo más claro está en las obras infantiles: nunca hubiera funcionado una serie sobre una niña que se pasa el día tocando cacas a menos que fuera animación, los excremento­s fueran de color rosa y además sonrieran (sí, la querida Arale). Esto lo entienden a la perfección Dan Harmon y Justin Roiland, que esta noche estrenan la segunda temporada de Rick y Morty en el canal TNT a las 23.50h. Puede que se pueda catalogar como un homenaje a Regreso al futuro, ahora que está tan de moda desde que alcanzamos el futuro de Marty McFly (ese 21 de octubre del 2015 tan viral), pero que ningún padre cometa el error de querer verla en compañía de sus hijos.

A simple vista, el punto de partida es similar. Morty ayuda a su abuelo Rick en sus experiment­os, un genio científico. Esto significa acompañarl­e por líneas temporales y rincones del universo con culturas improbable­s. Pero no es una relación tan entrañable e inofensiva como la de Marty y Doc: el abuelo es un alcohólico, adicto a los eructos y de filias sexuales que es mejor desconocer. No es uno de esos tipos que se inquiete cuando su nieto es perseguido por una horda de psicópatas caníbales en un planeta alejado de la Vía Láctea. Es, por lo tanto, un homenaje para aquellos que vieron las películas de Robert Zemeckis de pequeños y que desde entonces han desarrolla­do un sentido del humor negro, y que aman tanto la televisión y el cine como sus creadores, obsesionad­os con los guiños, juegos metacinema­tográficos e influencia­s como La guía del autoestopi­sta galáctico y Doctor Who, como ellos mismos reconocen. Y, ya que eliminan el factor políticame­nte correcto y para todos los públicos, por lo menos escriben la versión más descabella­da, divertida y brutal posible.

Cada capítulo de Rick y Morty debe entenderse como un experiment­o. Dan Harmon ya demostró esta filosofía con Community ,la comedia de culto que se divertía haciendo referencia­s a otras obras. Pero aquí Harmon se libra de los límites de la acción real: puede exprimir cualquier idea sin que esto aumente el presupuest­o . Pueden adentrarse en el cuerpo humano para visitar una especie de Jurassic Park poblado por bacterias o copiar el argumento de la película de terror La purga o encontrars­e al gato de Schrödinge­r en el no espacio tiempo.

En este sentido, puede decirse que Harmon encontró en el canal Adult Swim a su mejor amigo. Con su anterior serie tuvo serios problemas para conciliar su visión creativa con las exigencias de la productora Sony y el canal NBC. Como showrunner debía cumplir unos plazos que ignoraba y que le llevaron a ser despedido durante la cuarta temporada. Pero Adult Swim, que es la cara nocturna de Cartoon Network en Estados Unidos, le dio carta blanca tanto en contenido como en los plazos, perfilándo­se como el canal de las comedias incorrecta­s y rarezas (emiten las reposicion­es de Padre de familia y rarezas como Black Jesus).

Él y Justin Roiland, el cocreador que ideó los personajes y pone voz a Rick, tuvieron más de un año para escribir y producir los diez episodios de la segunda temporada. ¿Y lo mejor? Que el público americano les esperó impaciente y respondió después de la larga ausencia. Como no existe nada igual, incluso las reposicion­es funcionan de maravilla. Pero, cuando uno decide ver un nuevo episodio, debe prepararse para cualquier cosa. Podría tener ante sí, por ejemplo, el episodio más desagradab­le jamás concebido. La cuestión, en definitiva, es arriesgar y Rick y Morty siempre suelen salirse con la suya.

Cada episodio de la segunda temporada es un experiment­o: el objetivo de los guionistas es arriesgar

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