Un recorrido con sorpresas visuales
La exposición tiene algunas sorpresas. Hay una recuperación de un artista, Carlos Mensa, que se caracteriza por dar rostros surrealistas a figuras con ropajes clásicos. Julià Guillamon se sirve de ellos para ilustrar algunos de los personajes de la obra de Porcel. También están las recreaciones que el dibujante Gallardo ha hecho de los personajes de las novelas satíricas. En la última sala, dedicada a la conversión de Mallorca en una isla turística, cuelgan como banderolas de feria, camisetas con elementos porcelianos y frases suyas (“feia un sol que cremava el cul a les llebres”), como si fueran souvenirs del mundo Porcel. A lo largo de la muestra se subraya también la relación que tuvo el escritor con La Vanguardia .Se reproduce el primer artículo que escribió para el diario, algunas de sus columnas diarias y se exhiben en vitrinas cuadernos en los que anotaba apuntes que después desarrollaría en sus artículos. Aparece el Porcel que viste un aparatoso abrigo a las puertas de Moscú, el periodista estrella que se fotografía al pie de las pirámides o en el despacho de Ben Gurion. También el escritor que, obsesionado en su búsqueda del éxito, se pregunta qué hubiera sido de él si se hubiera quedado en Andratx para montar una tienda hippy como hicieron muchos de su generación, alguien que hubiera carecido de su ambición y su voluntad de poder.