La Vanguardia

Un partido de palco

- José María Brunet

Todos los encuentros que juega el FC Barcelona son de primer nivel, incluso los de la Copa del Rey con los equipos más modestos, pero un clásico es siempre un choque tan especial que, ya sólo por eso, merece considerar­se como un partido de palco. El del Bernabeu va a estar esta vez a reventar. En esas localidade­s de privilegio se va a colgar una vez más el cartel de no hay billetes.

En términos generales, lo que más esfuerzos les va a costar a las administra­ciones –Gobierno, comunidad autónoma y ayuntamien­to– y a la directiva del Real Madrid es el dispositiv­o de seguridad. Los atentados de París obligan a extremar las cautelas. En todas las instalacio­nes, y por supuesto en el acceso al palco, donde suele haber una gran concentrac­ión de personas vip.

Normalment­e, el club blanco no proporcion­a informació­n alguna sobre los asistentes al palco. Y esta vez menos. La razón que se da es precisamen­te la necesidad de extremar las medidas de seguridad, aparte de preservar la confidenci­alidad de la lista de invitados.

Lo primero se entiende bien en el contexto en que vivimos, por desgracia no sólo estos días, pero muy en especial tras la masacre de París y el hecho de que uno de los objetivos de los terrorista­s fuera el estadio de Saint-Denis, escenario del amistoso entre Francia y Alemania. El segundo argumento, en cambio, es algo más forzado. Sobre todo, porque las television­es suelen contar con imágenes generales del palco, y en ellas se puede identifica­r a los asistentes. Si no a todos, a buena parte.

Esta vez, por tanto, se puede comprender que la entidad se reserve informació­n, y el morbo periodísti­co que rodea el palco tenga que contenerse, o que nutrirse por fuentes indirectas. Más que saber quién va a ir, se sabrá

El palco del Bernabeu registra la mayor concentrac­ión de poder del país, después de la Moncloa y el Congreso

luego quién estuvo, y cuál fue el clima que se respiró.

Incluso en el palco, el fútbol es lo primero, obviamente, pero esta vez esas localidade­s volverán a representa­r algo más. En puertas de unas elecciones generales, en el contexto de una recuperaci­ón todavía vacilante, la balconada blanca oficiará en torno a la cúpula madridista una nueva ceremonia de contactos y especulaci­ones sobre el futuro. Primero, sobre el futuro de la Liga. Pero luego también sobre el futuro postelecto­ral. No en balde el palco del Bernabeu es el recinto que registra casi semanalmen­te, entre Liga y Champions, la mayor concentrac­ión de poder del país, después de la Moncloa y el Congreso. Con un añadido, el del Poder Judicial, la Fiscalía y la abogacía. En algunas épocas no han sido pocos los togados que por allí han asomado. Tanto, que en algún momento el hecho empezó a llamar la atención y desde entonces se han espaciado algo más las asistencia­s. Las togas blancas destacaban demasiado, porque ya se sabe que no es precisamen­te ese su color natural.

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