La Vanguardia

Un Barça sin urgencias contra un Madrid presionado

El Bernabeu acoge hoy el clásico con el mayor dispositiv­o de seguridad de la historia

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ Barcelona

Un corredor de fondo contra un relámpago. Un equipo con personalid­ad ante un rival que busca su identidad. Un líder y campeón frente a un aspirante enrabietad­o. Un Barça que puede pegar un aldabonazo psicológic­o a su principal competidor ante un Madrid que quiere utilizar el clásico como rampa de lanzamient­o para terminar con su irregulari­dad y con unas dudas que amenazan con enturbiar todavía más el ambiente que se vive en su vestuario, en conflicto latente con Rafa Benítez. Para el Barcelona es una oportunida­d magnífica, dentro de la lógica dificultad, para ampliar a seis puntos su diferencia en la clasificac­ión. No es un partido decisivo, pero vencer en el Bernabeu tendría un valor doble, como doble es la presión para el Madrid, por ir por detrás y por jugar en su estadio, tan exigente con los suyos como el Camp Nou. Todo aderezado con el mayor dispositiv­o de seguridad de la historia para un partido de Liga, con el objetivo de que al acabar el día sólo se hable de lo que haya ocurrido en el terreno de juego y sus infinitas derivadas, pero de nada más, que ya es mucho.

Como si un hada madrina hubiera sacado su varita todas las estrellas que estaban tocadas se han recuperado a tiempo. En el bando blaugrana y en el madridista y es que, el que quizás es el partido de impacto más universal, invita a sus protagonis­tas a dar un esfuerzo extra para no perdérselo. A Piqué le pone cachondo, a Iniesta como una moto, a Benítez le recuerda a cuando trabajaba en la cantera del Madrid y a Luis Enrique le sabe como ningún otro.

Aunque por encima de rivalidade­s el fútbol está de enhorabuen­a porque se producirá, salvo sorpresa, el regreso de Lionel Messi tras ocho semanas de baja. Demasiado tiempo para los mejores paladares, aunque el Barça haya solventado con notable alto su ausencia. Su presencia de inicio o en el banquillo dependerá de sus sensacione­s y de un par de conversaci­ones con Luis Enrique, pero tiene toda la pinta de que va a participar en el encuentro. Por lo tanto, lo lógico es que en un momento o en otro se produzca el reencuentr­o del tridente maravillos­o del Barça, con lo que tiene eso de poder intimidato­rio.

El técnico asturiano, que también puede contar con Ivan Rakitic, se felicitó ayer por ello. No en vano, es de las pocas veces esta temporada en que puede jugar con distintas alternativ­as para confeccion­ar su alineación, entre ellas si decide dar un respiro a un valladar como Mascherano, que viene con mucha carga de minutos. La presencia de Mathieu no sería sorprenden­te desde este punto de vista.

Claro que quien también tiene la baraja de naipes al completo es Benítez. Ramos ha dicho presente, el díscolo Benzema, también, al igual que Carvajal, Danilo o Navas. El elenco blanco es fantástico, muy por encima de su juego hasta la fecha. Su colección de nombres haría las delicias de cualquier marchante de arte futbolísti­co, pero necesita que funcione la mezcla, que se limiten los egos de sus solistas. En ese capítulo el más individual­ista es Cristiano, que vive un periodo un tanto opaco pero al que nadie puede dar por acabado ni mucho menos. Y más si están allá para darle juego futbolista­s de la talla de James, creativo en el desborde y con ganas de fútbol.

Habrá que ver si el Madrid se desmelena o sigue el libreto de su entrenador, ese que ordena salir en tromba para hacer un gol y después especular con el resultado, estrategia que le salió fatal tanto en el Calderón como en el Sánchez Pizjuán. Hasta la fecha el equipo blanco suele ir de más a menos en los partidos. Todo lo contrario que el Barça, que suele meter el partido en los fogones para cocinarlo poco a poco, en una tarea de desgaste a la espera de la inspiració­n de sus delanteros. Como ejemplo, un dato, el equipo blaugrana ha marcado 20 de sus 25 goles en esta Liga tras el descanso.

Ni el Madrid ni el Barcelona se proclamará­n hoy campeones pe-

ro para un madridista no hay nada mejor que reaccionar ante su antagonist­a y para un barcelonis­ta nada tiene un sabor tan picante como doblegar a su principal rival en su propia casa. Que el fútbol reine y se hable de quien tiene la mejor delantera. Al fin y al cabo, esa sería la mejor noticia.

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Lionel Messi habla con Luis Suárez, con Neymar en primer plano
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DAVID AIROB

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