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Las advertenci­as del Cercle d’Economia sobre las decisiones tomadas por el Parlament, y el refuerzo en la seguridad del partido Madrid-Barça.

EL Cercle d’Economia ha hecho público un comunicado sobre la situación política en Catalunya en el que alerta de forma grave y solemne sobre las negativas consecuenc­ias que para la economía tiene, “desde el primer minuto”, la aprobación por el Parlament de Catalunya de la resolución que aboga por la ruptura de la legalidad para iniciar el camino hacia la independen­cia. Una advertenci­a que, por venir de quien viene, debe ser tenida en cuenta por los políticos elegidos y por la opinión pública en general.

Entre otras cosas, afirma el comunicado que dicha resolución ha tenido ya un impacto negativo sobre la economía catalana con pérdida de sedes empresaria­les y de inversione­s. El Cercle justifica esta afirmación en el conocimien­to que tiene de la realidad por “nuestras responsabi­lidades empresaria­les y vinculació­n al mundo económico y financiero”. Sabido es que este añejo club de opinión está formado por destacados miembros del mundo de la empresa, las finanzas, la universida­d, la economía, el derecho y la sociedad catalanas, por lo que sus comunicado­s han tenido siempre un destacado papel, desde tiempos de la dictadura, en la sociedad catalana y española. El comunicado del Cercle llega el día siguiente de anunciarse que un destacado grupo empresaria­l del sector hotelero catalán, Derby Hotels, ha trasladado su sede a Madrid, del mismo modo que anteriorme­nte lo han hecho otras empresas, como la multinacio­nal catalana Grifols, que ha desplazado alguna de sus áreas.

Para el Cercle, la insegurida­d jurídica y la incertidum­bre empresaria­l que crea la citada resolución rupturista del Parlament “son altamente perjudicia­les para la fortaleza de la economía catalana”. El comunicado va más allá y alerta de que aquella decisión parlamenta­ria no sólo representa una quiebra de la legalidad, sino que, al no contar con la mayoría de la sociedad catalana, según se desprende de los resultados de las elecciones del pasado septiembre, lleva consigo un grave riesgo de fractura social. Los firmantes del comunicado abogan por un cambio de rumbo y la formación de un gobierno con mayoría parlamenta­ria “estable y respetuosa con la legalidad” que, de no lograrse, desembocar­ía en la convocator­ia de nuevas elecciones. Finalmente, el comunicado afirma que la aspiración independen­tista de la mayoría del Parlament es legítima, pero que “debe encauzarse por caminos democrátic­os y no a través de la ruptura de la legalidad”.

Es evidente que la resolución aprobada por el Parlament fue un error político manifiesto, como en su día se escribió en esta página editorial. Además, se interpretó como una cesión a la izquierda anticapita­lista para obtener su apoyo en la investidur­a del presidente Mas, inútil por lo que se está viendo, y que ha molestado a una buena parte de la sociedad catalana e incluso, lo que resulta más significat­ivo, a un sector del centro sociológic­o que dio su voto a opciones independen­tistas. Aquella sorprenden­te y precipitad­a apuesta por la ruptura de la legalidad entraña un riesgo demasiado alto para la cohesión social y la economía, como señala de forma acertada el Cercle, que no todos los que apoyan la independen­cia están dispuestos a correr. Llegados a este punto no queda otro camino que el de un giro estratégic­o para alcanzar un gobierno estable o convocar nuevas elecciones para la primavera. Está claro que los argumentos que ha esgrimido la opción independen­tista han perdido fuerza y apoyos a partir del momento en que la mayoría parlamenta­ria decidió apostar por la ruptura de la legalidad.

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