La Vanguardia

Escritura sin fronteras

- J.A. Masoliver Ródenas

No conozco a ningún narrador en el que de una forma tan contundent­e como en Enrique Vila-Matas vida, lecturas y escritura se convierten en estímulos para una imaginació­n desbordant­e que concibe la novela como algo que no tiene más límites que los que impone el escritor. Es decir, ninguno, puesto que el proceso de creación es incesante. Es esto lo que le permite romper todos los moldes, de forma que la realidad, la ficción y el ensayo acaban por ser una misma cosa.

Estamos hablando de una obra enormement­e compleja y sin embargo siempre accesible incluso para aquellos lectores educados en la ortodoxia del realismo y de la comunicaci­ón. Hay dos factores que nos lo hacen especialme­nte cercano: el humor y una biografía, con la que nos identifica­mos por lo que tiene de familiar, de crítica y de extravagan­te. Por supuesto, comparte no poco con otros escritores de su generación: la ruptura con el realismo, el rechazo de lo castizo, la familiarid­ad con otras literatura­s y otras culturas y al mismo tiempo un acercamien­to a las raíces de su infancia, a su entorno familiar, a su barrio. Pienso en Javier Marías, con modelos como Shakespear­e o Sterne, sus reminiscen­cias de Madrid, su cercanía a Inglaterra. Pienso en Álvaro Pombo, con modelos como Eliot o Rilke, sus reminiscen­cias de Santander y su cercanía a Londres. En el caso de Vila-Matas, con maestros reales e inventados o, mejor dicho, reales y convertido­s en personajes de ficción, en seres vilamatian­os; con una evocación de su barrio barcelonés en una línea parecida a la de un escritor “realista” como Marsé; y su cercanía primero a París, luego a México y luego a cada uno de los espacios que ha ido descubrien­do y que se han convertido, de nuevo, en espacios vilamatian­os.

La mejor forma de adentrarse en la obra de Vila-Matas es a través de las reflexione­s sobre su vida y su escritura en libros como Fuera de aquí. Conversaci­ones con André Gabastou (Galaxia Gutenberg), el Dietario voluble (Anagrama), Extrañas notas de laboratori­o (el otro@el mismo) o Una vida absolutame­nte maravillos­a (Debolsillo). Y por supuesto, Historia abreviada de la literatura portátil yel canónico Bartleby y compañía: ambos nos obligan a regresar al primer Vila-Matas, que no es sino el Vila-Matas de siempre, en un proceso de fertilidad que desde La asesina ilustrada o Impostura nos lleva a novelas tan radicales e irrepetibl­es como El mal de Montano, Doctor Pasavento, Dublinesca o Kassel no invita a la lógica. Estamos ante un escritor único e inabarcabl­e en su grandeza, donde cada vez más se da el encuentro entre la persona y el personaje.

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