La Vanguardia

‘Love your enemy’

- David Carabén

El enemigo debe tener alguna cosa tuya para ser un auténtico enemigo. “Luke, yo soy tu padre”. El Real Madrid es un club centenario fundado por catalanes. Los hermanos Padrós y Rubió. Pero en realidad –todo el mundo lo sabe– el auténtico padre del Madrid es Santiago Bernabeu. Lo designaron presidente en 1943 y lo fue hasta que murió, 35 años más tarde, convirtien­do un club arruinado en el más laureado del mundo. Entre sus aciertos está el de habernos birlado Alfredo Di Stéfano, haber inventado la Copa de Europa y haberla ganado en sus primeras cinco ediciones, dotando al club de un amor propio y un espíritu ganador tan incorrupti­bles como envidiable­s. También es por este orgullo que siempre han sido más señores que nosotros. Lucien Muller había jugado con el Madrid y con el Barça. Fue el primer entrenador del Barça de la era Núñez y todavía hoy día vive en Castelldef­els. Pero me decía: “Cuando quiero ir al Bernabeu, llamo a Alfredo y me reservan las dos mejores localidade­s. Cuando quiero ir al Camp Nou no sé a quién tengo que llamar”. También por eso hay presidente­s de honor. Aquí todavía no nos indigna lo bastante que alguien diga que es del Barça y desprecie a Cruyff en la frase siguiente. Cuidar las formas, tener un riguroso sentido del protocolo, no siempre es una impostura gratuita. A menudo sólo quiere decir que amas a los tuyos. El madridismo siempre ha tenido clara esta estructura de Estado: por encima de todo está el Real Madrid y los que lo han hecho grande. Por eso, cuando se trata de hacer al quinqui, también son mejores. Parece que, nunca mejor dicho, se otorguen carta blanca a la hora de bajar unos grados en la escala de la evolución. La repulsión que nos producía la agresivida­d animal de

Cuando se trata de hacer el quinqui, los del Madrid también son mejores; parece que se otorguen carta blanca

Juanito, Chendo o Pepe es la otra cara de la moneda de la sana envidia que sentíamos por la caballeros­idad de Del Bosque, Butragueño o Raúl.

Recuerdo experiment­ar la misma sensación ambivalent­e ante Maldini. Podía ser un jugador tan sucio como elegante.O delante de Valentino R os si. Muchos ganadores lo tienen, eso. En el campo te escupen y arañan. En la rueda de prensa te felicitan por el buen juego. Dicen que la guerra es una prolongaci­ón de la política con otros medios. A veces parece que el deporte lo sea de la guerra. Con casi 80 años, en marzo de 1974, abatido por la paliza del 0-5, Bernabeu compartió por primera vez con Julián García-Candau recuerdos de su intervenci­ón en la Guerra Civil, con el sanguinari­o Cuerpo del Ejército Marroquí. “Fui cabo de la división de Muñoz Grandes en la reconquist­a para España de la Cataluña independie­nte. Se lo decía yo a Sánchez Bella: no tiene solución. Cada vez que tomábamos un pueblo, los ancianos se asomaban a los balcones y lloraban desesperad­os. Cuando un anciano llora, el problema no tiene solución”.

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