La delgada línea roja
La sanción a Marta Domínguez, irrecurrible, cierra un proceso de nueve años
Tres años después de que estallara la operación Puerto, la red de dopaje que lideraba Eufemiano Fuentes y que había implicado a futbolistas, atletas, ciclistas y tenistas (al final, sólo 58 ciclistas fueron considerados clientes), Marta Domínguez (40) mantenía en Madrid una conversación con este cronista.
En un momento de la charla, se le lanzó una pregunta: “Y tú, Marta, ¿qué opinas del dopaje y de la operación Puerto?”.
Y la respuesta de Domínguez, que tres meses antes se había adjudicado el oro en los 3.000 m obstáculos de los Mundiales de Berlín (título que el Tribunal de Arbitraje Deportivo, el TAS, le retiró el jueves, en una decisión que no admite recurso), no pudo haber sido más evasiva: “El problema está en que no queda claro dónde se encuentra la frontera entre qué es dopaje y qué no lo es”. Fin de la conversación. Y apertura de un abanico de conjeturas.
En el imaginario deportivo, algunos siguen preguntándose dónde se encuentra la delgada línea roja, esa marca que separa la honestidad de la trampa.
Hay corrientes de pensamiento que defienden la autotransfusión sanguínea (una fórmula de dopaje sólo detectable a través del pasaporte biológico, precisamente el argumento que ha utilizado el TAS para desacreditar a Domínguez): insisten en que ha sido el propio atleta, a través de su esfuerzo –por ejemplo, sometiéndose a duros entrenamientos en altitud–, quien ha creado ese excedente de oxígeno. Que es lícito que se le permita extraerse una cantidad considerable de esa sangre hiperventilada (un litro), que la congele en una nevera a -80ºC (tras el pertinente centrifugado para separar los glóbulos rojos) y que se la suministre días antes de la gran competición.
Lo que pasa es que la transfusión sanguínea entraña unos peligros más que considerables. De entrada, la posibilidad de contraer infecciones como la hepatitis viral o el sida. O el riesgo de provocar daños importantes en los riñones. O un shock metabólico. Un exceso de glóbulos rojos puede espesar la sangre y desembocar en un paro cardiaco. Manipular bolsas de sangre puede conducir a equívocos, de manera que un deportista se suministre sangre de la bolsa equivocada: si los grupos son incompatibles, el resultado puede ser mortal.
Y luego está el factor ético: ¿podemos considerar que la transfusión sanguínea respeta los principios básicos del deporte?
La conversación entre Domínguez y La Vanguardia se desarrolló en el lapso que separaba a aquella operación Puerto de la operación Galgo, un proceso que estallaría un año más tarde, a finales del 2010 (y que, este sí, se llevaría a Domínguez por delante). Sin embargo, en los mentideros atléticos ya hacía un tiempo que rondaba el apellido de Domínguez: se comentaba que Urco, el nombre en clave que aparecía en los archivos de Fuentes, era el nombre del perro de Domínguez. Y se recordaba que el 602xxxxxx, el número de teléfono asociado a Urco, era precisamente el número de móvil de la ahora exatleta y exsenadora popular.
Nueve años han corrido desde el inicio de la operación Puerto...
RESPUESTA CON EVASIVAS “No está clara la frontera entre qué es dopaje y qué no lo es”, decía Domínguez en el 2009