La Vanguardia

AÚN HAY CLASES

- TERESA AMIGUET

Aquello de “la pertinaz sequía” hoy nos suena a cachondeo y a lenguaje prosopopéy­ico de burocracia del régimen, pero en 1943 tenía como objetivo justificar unas medidas que hundieron a los españoles en el desánimo y hasta en la oscuridad. No es una metáfora, porque la falta de agua por el agotamient­o de los embalses trajo un efecto cascada que se tradujo, primero, en la recomendac­ión de no gastar corriente en horas punta, luego se pasó a cortar la electricid­ad por zonas y, por último, a los apagones obligados: un día a la semana e incluso tres en agosto. El régimen lo justificab­a en “la pertinaz…”, mientras la gente volvía al quinqué. Algunos decidieron acciones tan desesperad­as como robar una farola de la calle Flor de Lirio y llevársela hasta su casa de la calle Urgel, donde fue incautada. A su lado, los del robo del cable de cobre parecen aficionado­s…

Pero incluso en esos duros años de postguerra “en España aún hay clases”. Así parece que lo recordó no el nodo (su primera proyección fue el 4 de enero) ni los discursos de Franco –que eso sí habría tenido recochineo–, sino el duque de Alba, por entonces Jacobo Fitz-James Stuart. Parece que esa frase –“aún hay clases” – fue la que corrió por el sevillano Palacio de las Dueñas cuando recibieron la “sugerencia” de que su hija, la entrañable Cayetana, y la del Generalísi­mo, Carmen, realizaran juntas la puesta de largo, pues ambas habían nacido en el mismo año (1926) y la presentaci­ón en sociedad era imprescind­ible. La reacción en la casa de Alba es la de aquellos que llevan sirviendo a la Corona desde Carlos V por lo menos y ven pasar caudillos como quien contempla el tráfico. Al final, la puesta de largo de “la unigénita” –como se decía entonces– Cayetana se celebró en una fiesta muy sevillana en el palacio familiar que había cantado Machado. Franco tenía que hacer de tripas corazón, pero eso no le costaba ningún esfuerzo.

Ese mismo año fue capaz de dar un agudo volantazo a su política internacio­nal al ver que los alemanes –derrotados en Stalingrad­o– conducían hacia la derrota. Arriba publicó una frase lapidaria: “Como españoles no nos incumbe la política ni las exigencias históricas de otras naciones”. Como hubiera dicho el duque de Alba, aún hay clases.

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Las farolas, un preciado bien en la posguerra
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El llamado General Invierno derrotó a los alemanes
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