La voz de los que sufren
Tras leer a Svetlana Alexiévich los manuales de historia se vuelven grises, pálidos. Sus entrevistas entrelazadas proporcionan la sensación de que se asiste en directo a los acontecimientos históricos, se sienten las salpicaduras de la sangre, el dolor de los protagonistas –el inmenso dolor– y las pasiones –algunas más grandes que los océanos– que atraviesan tantas vidas y todos sus libros, en los que nunca, nunca, se desliza ni una gota de ficción. De momento, los lectores españoles pueden disponer de tres títulos, La guerra no tiene rostro de mujer (Debate), en el que se recogen testimonios de mujeres que participaron en la Segunda Guerra Mundial; Voces de Chernóbil (DeBolsillo), su inmersión en la catástrofe nuclear que en 1986 sembró la desolación en varios países europeos. Y Temps de segona mà. La fi de l’home roig (Raig Verd) –que aparecerá en castellano el 9 de diciembre como El fin del Homo sovieticus en Acantilado–, un monumental fresco de la caída de la Unión Soviética. “El comunismo -dice– tuvo un proyecto insensato: rehacer el hombre nuevo, y lo consiguió, aún existe ese Homo sovieticus, que no son solamente los rusos, sino los ucranianos, los bielorrusos, los kazajos... Todos tenemos algo soviético en nuestras mentes, más allá del revival turístico que hace que haya gente que pase dos noches en una supuesta cárcel estalinista como emoción fuerte”. Todos estos títulos –como los que ha escrito sobre la guerra de Afganistán o la plaga de suicidios en Rusia– están cortados por el mismo patrón: su método de realizar centenares de entrevistas para extraer de ellas una voz narrativa múltiple.