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La gran importanci­a para el futuro del planeta que reviste la conferenci­a del clima que se celebra en París; y la valentía del Papa al llevar su mensaje de paz a una de las zonas más violentas de África.

EL papa Francisco culmina hoy su primera visita a África en Bangui, la capital de la República Centroafri­cana, un país azotado por la guerra que, desde hace casi tres años, enfrenta a las milicias musulmana y cristiana, aunque las diferencia­s no son por cuestiones religiosas sino por una compleja lucha por el poder. Frente a quienes le insistían en que suspendier­a su visita a este país, Francisco decidió visitarlo con el objetivo de llevar hasta sus atribulado­s habitantes un mensaje de diálogo interrelig­ioso y para dar una opción a la paz. Una determinac­ión que señala el coraje del obispo de Roma, convertido más que nunca, y según sus propias palabras, en un “mensajero de la paz”.

Con anteriorid­ad, el Papa ha visitado Kenia y Uganda, donde ha denunciado la desigualda­d y la corrupción, así como la pobreza extrema, en tanto que gérmenes de la violencia y del terrorismo tan presentes hoy en el continente. El Papa se ha entrevista­do con dirigentes de estos países, ha presidido ceremonias religiosas, ha recordado la necesidad de salvaguard­ar el medio ambiente donde, se dice, estuvo el paraíso. Pero también se ha reunido con ex niños soldados y jóvenes infectados por el VIH desde que fueron concebidos. Violencia y enfermedad­es son dos de las principale­s lacras de África a las que Francisco ha querido mirar a los ojos y lanzar su mensaje “para que el miedo no sea más fuerte que nuestra esperanza”, en palabras del obispo español de Bangassou, ciudad del sudeste del país. Pero también ha recordado a las multinacio­nales su responsabi­lidad por el saqueo de materias primas, mientras los africanos siguen empobrecié­ndose cada día más, poniendo así de relieve otra caracterís­tica continenta­l, la injusticia.

En Bangui, la capital centroafri­cana, el Papa ha despertado una enorme ilusión y esperanza de que su mensaje terminará por calar en las conciencia­s. Que ayudará a rebajar la tensión interrelig­iosa entre las comunidade­s musulmana y cristiana para alcanzar las condicione­s de seguridad necesarias que permitan la celebració­n, el próximo día 13 de diciembre, de un referéndum constituci­onal, que ha de dar paso a unas elecciones presidenci­ales, el 27 de diciembre. Ni que decir tiene que estas dos fechas son clave para el devenir de un país de cuatro millones y medio de habitantes, de los cuales medio millón se ha visto desplazado por la violencia y otro medio millón se ha aventurado al exilio.

Por esa razón el papa Francisco no ha querido desaprovec­har la ocasión. De ahí su muestra de coraje.

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