La juventud herida
Jóvenes europeos debaten sobre la complejidad del mundo tras el 13-N
Un grupo de jóvenes europeos debate sobre cómo conservar los valores de la tolerancia y la integración, amenazados por el yihadismo.
Los valores de la tolerancia y la integración deben seguir guiando a Europa después de los atentados de París que ha evidenciado la gravedad de los ataques Estado Islámico a Occidente. Pero esos valores, amenazados por el yihadismo, también deben ser defendidos. ¿Cómo? ¿Con las armas? La complejidad de la situación suscita un debate ético de difícil respuesta. La Vanguardia se ha citado con un grupo de jóvenes europeos reunidos a propósito de un encuentro de educadores a favor de los derechos de los jóvenes organizado por la Fundació Catalana de l’Esplai (Fundesplai). Los ataques de París los han unido como europeos porque todos los han sentido como propios. Creen que algo así podría volver a suceder en otra ciudad europea, quizás la suya. Sostienen que aunque no saben cómo debería manejarse la situación política –guerra sí, guerra no–, Europa debe seguir guiándose por el camino de la integración de culturas y la educación para todos.
La italiana Stella Santos (25 años) explica: “Tras los ataques de París, nos hemos quedado sin las respuestas que antes nos servían. Siempre hemos creído que la acción no violenta es la mejor respuesta, la ideal, pero hemos llegado a una situación demasiado caótica y difícil. Nos genera inseguridad. La inclusión ha sido siempre nuestra guía pero, ¿cómo vamos a incluir posiciones tan extremas?, ¿acaso se puede?”, se pregunta en referencia a los terroristas yihadistas.
“Yo no sé si nos estamos viendo arrastrados por la venganza de Francia. ¿Qué será lo siguiente? Los terroristas no se van a calmar. Las bombas caen, al final, sobre gente inocente, gente como nosotros. Aquí y allí. Los políticos deciden luchar pero los que pierden siempre son los que estamos abajo”, cree la barcelonesa Noelia Frías (20 años). “Europa trabaja a reacción. Tira bombas tras los atentados, vienen los refugiados y es entonces cuando se ocupan del tema... sabían que iba a pasar”, asiente decepcionado Ivo Reis, portugués de 26 años.
“Hay que acabar con los terroristas, con todos, porque estamos en peligro”, consideran Lucie y Marjorie, las más jóvenes del grupo, de 15 años, que vienen de Francia. En las escuelas de sus localidades natales, donde hay una fuerte inmigración africana y magrebí, se ha intentado debatir el tema después de los atentados. “Los ánimos están muy calientes –dice Lucie. El primer día de clase después de las bombas de París, un chico empezó a gritar e insultar de forma incontrolable. La profesora se vio obligada a zanjar el debate”. “Después de eso, cada vez que se ha intentado hablar –continúa Marjorie– hay posiciones contrapuestas y se acaba gritando, es como una lucha entre nosotros, un caos”.
Este año, no han podido venir unos franceses que cada año acuden a la semana de los Derechos de la Juventud. Proceden de barrios muy marginados, con gran presencia musulmana, donde el pasado verano hubo un ataque yihadista. La policía les ha puesto tantos controles que se han convertido en trabas para viajar. La cuestión de la seguridad contra la libertad de movimiento es así un hecho. Como también lo es el peligro de la xenofobia.
A Haminton Mina (34 años), de Barcelona, le llama la atención que un niño de cinco años, que vive en un pueblo del interior de Catalunya, pueda hablar varios idiomas y esté en contacto directo con la cultura de varios países. “Esto no podemos perderlo”. Pero la integración requiere esfuerzo. El mismo Haminton lo define. “Ejemplos de que no siempre se trabaja a favor también los hay. Aquí mismo, en España, ¿cómo no se fomenta que todas las personas de todas las comunidades autónomas sepan las lenguas del país?”, inquiere.
“Musulmán no es la palabra que define el terrorismo”, considera la francesa Lucie que añade “debemos respetar las diferencias”. Todos asienten. “Los etarras eran vascos pero no todos los vascos eran etarras”, apostilla Noelia. “Sólo la inclusión nos va a permitir vivir en paz”, afirma Stella. “Yo he llegado a Europa desde Brasil hace sólo unos años –continúa. Y veo que Europa ha escrito su historia integrando otras culturas, reformulándose constantemente. Eso no pasa en Brasil. Y esto es lo que tenemos que seguir haciendo”. El portugués Ivo concluye : “Los europeos, a base de aceptar nuevas ideas, son más tolerantes, más flexibles. No necesitamos armas para defendernos del otro, como sucede en Estados Unidos”. “Esta es una tierra rica y hermosa en sus diferencias. No la cambiemos”, sugiere Stella.
“Siempre hemos creído que la acción no violenta es la mejor respuesta, pero la situación es tan caótica”