Un peligroso bumerán
El riesgo de atentados por el retorno de yihadistas pone en alerta a Europa
La lectura de la prensa alteró el reposo de Nicolas Hénin en una clínica de Alemania en junio del 2014. Hénin, periodista del diario francés Le Point, había estado secuestrado 10 meses en Siria con tres colegas más. Trataba de pasar página pero no había desconectado de la actualidad. Ese día se publicaron las primeras fotos del presunto autor del atentado en el Museo Judío de Bruselas, un tal Mehdi Nemmouche. Las imágenes no eran de buena calidad, pero aquel rostro tenía un inquietante aire familiar. “No es posible, no puede ser él...”, se dijo. Hénin tenía ante sus ojos a su carcelero y torturador. Y Europa veía al autor del primer atentado cometido en su territorio por un yihadista europeo vuelto de Siria.
Aunque combatientes extranjeros ha habido siempre, la escala alcanzada en este conflicto no tiene precedentes. Ninguna otra guerra ha atraído a tantos voluntarios de otros países. En sólo cuatro años Siria ha superado las cifras que se alcanzaron en 12 años en Afganistán. Las cifras, por razones obvias, no son muy precisas, pero el consenso internacional sitúa en al menos 20.500 el número de combatientes extranjeros en las guerras civiles siria e iraquí. De ellos, 3.850 son europeos (ver gráfico), según el organismo de referencia, el Centro Internacional de Estudio de la Radicalización y la Violencia (ICSR). Su retorno, por la magnitud del fenómeno, vienen advirtiendo desde hace tres años y, en la UE, el coordinador de la lucha antiterrorista, Gilles de Kerchove, es una enorme amenaza potencial para Europa.
Más allá de las razones transversales del fenómeno (admiración por las ideologías tipo Al Qaeda, mercenarios, gente con espíritu aventurero, una visión idealista de la guerra o crisis de identidad), hay otros factores que explican la enorme capacidad de atracción de este conflicto. “Ha habido una sensación general de que Occidente no hizo mucho por ayudar al pueblo sirio frente a Bashar el Asad, en comparación por ejemplo con Libia; enseguida se denunció el papel del petróleo”, explica Didier Leroy,
UN IMÁN SIN IGUAL La cifra de yihadistas extranjeros en Siria supera ya a la que hubo en Afganistán
UNA YIHAD ESPECIAL Siria es el escenario del Juicio Final y el Apocalipsis, según una rama del islam
islamólogo y asiriólogo, investigador de la Universidad Libre de Bruselas y la Real Escuela Militar.
“Las creencias de la escatología islámica también tienen un papel clave. Hacer la yihad en Afganistán es una cosa, pero hacerla en Siria o en la ‘Gran Siria’ reviste otra dimensión muy distinta. Es allí donde, según esta corriente, comenzará el Juicio Final, por eso ha despertado en muchos jóvenes la sensación de formar parte de una aventura de final de los tiempos. Es en esa región donde se manifestarían las primeras señales del Apocalipsis y ocurrirá la derrota de los ejércitos de Roma frente al islam”. Los textos citan Dariq, un pueblo al norte de Alepo en cuya conquista el Estado Islámico (EI) invirtió muchos recursos
pese a “no tener ninguna relevancia estratégica”, resalta Leroy. La revista del EI en inglés, dirigida al público occidental, se llama precisamente Dariq. El EI también ha explotado con éxito la comunicación por internet y las redes sociales y ha logrado conectar con el deseo de ser alguien de jóvenes de la segunda o la tercera generación de emigrantes que, sin tener una situación económica complicada, se enfrentan a graves problemas de adaptación.
El ICSR calcula que hasta un 10% de los combatientes extranjeros ha muerto y entre un 10% y un 30% ha vuelto a sus países. A menudo llegan heridos, desilusionados por comprobar que aquello es una guerra civil, traumatizados, y en cualquier caso entrenados militarmente por una organización terrorista. No todos son peligrosos, afirman los expertos, pero la capacidad de ese bumerán para golpear en su silencioso viaje de vuelta está fuera de toda duda. Los atentados de París, al igual que el ataque al Museo Judío de Bruselas en el 2014 o a la revista Charlie Hebdo en enero, fueron obra de yihadistas europeos. Algunos estaban bajo vigilancia, pero volvieron sin ser detectados.
El tratamiento judicial del fenómeno no está armonizado en Europa. La ONU pidió hace más de un año endurecer la respuesta a la salida de combatientes extranjeros, con medidas como impedir los viajes y tipificar como delito el adiestramiento pasivo. No todos los países han legislado todavía en ese sentido (España y Francia, sí). La Comisión Europea presentará el miércoles una propuesta en este sentido. “El número de casos juzgados es significativamente inferior a la cifra estimada de europeos en Siria e Iraq”, constata un informe de Eurojust de enero, que considera que “los retornados pueden dividirse en varias categorías de riesgo”. Ante la imposibilidad de recopilar pruebas de conductas delictivas, “las autoridades nacionales pueden preferir ponerlos bajo vigilancia en lugar de detenerlos. Sin embargo, se aprecia dificultades para decidir a quién vigilar”, admite el informe.
¿Qué hacer con quienes vuelven y tratan de retomar sus vidas? “La UE es un gran laboratorio, cada país está probando sus propias soluciones. En un extremo está Francia, con una respuesta muy represiva (nada más volver te juzgan y te meten en la cárcel), y en el otro, Dinamarca, donde te envían al asistente social para encarrilar la situación”, resume Leroy. “Sólo a largo plazo veremos qué enfoque da más frutos. Meter a alguien radicalizado directamente en prisión puede dar
RESPUESTA DESIGUAL El tratamiento judicial del fenómeno no está todavía armonizado en Europa
UN RETO PARA EL SISTEMA No todos los que vuelven de Siria son peligrosos pero es difícil decidir a quién vigilar
sensación de seguridad a corto plazo, pero no arreglarlo a largo plazo, pues las prisiones son un lugar privilegiado de reislamización” o conversión a versiones extremas del islam, opina este investigador. Un enfoque más blando, por el contrario, puede ser insuficiente: “Algunas personas tienen las manos manchadas de sangre y son probablemente responsables de crímenes de guerra por los que deberían pagar”.