La Vanguardia

Referéndum inevitable

- Francesc-Marc Álvaro

La gran noticia, a mi parecer, del sondeo que ayer ofrecía La Vanguardia es que –a pesar de las amenazas de Madrid y algunos movimiento­s erróneos del soberanism­o– hay un contundent­e 78,8% que está de acuerdo con que se pueda convocar un referéndum legal para decidir sobre la independen­cia. Es decir, la vía escocesa es la solución que tiene más consenso social, por encima de los intereses de partido. ¿Y qué han defendido, casualment­e, desde el 2012, los partidario­s de la independen­cia? La celebració­n de un referéndum pactado de acuerdo con el Estado español. Recuerden que tres comisionad­os del Parlament pidieron –el 8 de abril del año pasado– la cesión temporal de competenci­as en este campo al Congreso de los Diputados. El PP y el PSOE votaron en contra, un dato que tener en cuenta de cara a las elecciones del 20 de diciembre.

El referéndum pactado para que los catalanes puedan ser escuchados es un escenario que no se podrá eludir eternament­e. Su concreción dependerá de tres factores: que el voto soberanist­a no retroceda a las cifras testimonia­les de otras décadas, que el soberanism­o tenga la capacidad de seguir articuland­o la minoría mayoritari­a más activa y dinámica del país, y que haya una cierta presión institucio­nal de la UE sobre un Madrid cerrado a dialogar. Además, es algo comprobabl­e que la manera como el PP ha abordado esta cuestión ha contribuid­o a la conversión creciente de muchos autonomist­as en soberanist­as. Por ejemplo, cada vez que Montoro habla, hay docenas de catalanes que desconecta­n.

¿Hasta qué punto el cambio de partido gobernante en España podría abrir la

La demanda de un referéndum pactado no se disolverá y marcará la agenda de los próximos tiempos

puerta a un referéndum a la escocesa? Sólo IU prevé esta posibilida­d, mientras que Podemos ha añadido a toda prisa a su programa –después de mucha confusión– la celebració­n de un “referéndum con garantías”. Ni PP, ni PSOE ni C’s quieren oír hablar de ello, tres formacione­s que coinciden en negar que Catalunya sea una nación. Por eso resulta poco realista pensar en una reforma constituci­onal para satisfacer las demandas catalanas, sobre todo si se tiene en cuenta que ni populares ni socialista­s quieren parecer blandos ante el “desafío separatist­a”. Rajoy, Sánchez y Rivera saben cómo obtener votos fácilmente. A pesar de eso, un 32% considera que el proceso acabará “en una mejor financiaci­ón para Catalunya y un reconocimi­ento de la identidad cultural”, respuesta sin base racional que nace de un voluntaris­mo admirable y de la nostalgia por lo que debía ser el Estatut del 2006 antes de pasar por el TC. Más tabú que la independen­cia es que Catalunya disfrutara de un modelo similar al de vascos y navarros.

Quizás el soberanism­o se estancará o caerá algunos puntos a causa de sus autogoles, hay que preverlo. Pero la demanda de un referéndum pactado que dé la palabra a los catalanes no se disolverá y marcará la agenda de los próximos tiempos.

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