La Vanguardia

‘Bombas amigas’

- Jordi Borja

Refusez d’obéir / Refusez de la faire / N’allez pas à la guerre / Refusez de partir / S’il faut donner son sang /Allez donner le vôtre / Vous êtes bon apôtre/monsieur le Président”. Boris Vian es el autor de Le déserteur, canción que hizo famosa Mouloudgi y luego Serge Reggiani i Georges Moustaki.

El presidente de Francia ha “declarado la guerra”. Inmediatam­ente ha enviado sus bombardero­s sobre el cielo de un país martirizad­o como Siria. ¿Una reacción precipitad­a, fruto del justificad­o trauma colectivo? No es verosímil, un presidente no toma decisiones como consecuenc­ia de un impacto emocional. Y menos Hollande, que es un político experiment­ado, cauteloso, frío y prudente. Francia se coloca en la vanguardia de las grandes potencias enviando bombas amigas a las poblacione­s, estén ocupadas por el EI o, por efectos colaterale­s o queridos, a los territorio­s en los que actúan las diversas milicias anti-El Asad (el presidente de Siria) o las fuerzas de su Gobierno. Es bien sabido que los bombardeos suponen matar civiles, hombres, mujeres y niños, destruir escuelas y hospitales, así como las infraestru­cturas, las viviendas, los comercios y las industrias. ¿Por qué declarar la guerra cuando se trata de una banda criminal que no representa a la inmensa mayoría de los musulmanes? ¿Por qué bombardear ciudades y zonas pobladas aunque estén ocupadas militarmen­te por unos o por otros? ¿Es así como se libera a los pueblos sometidos a gobiernos autócratas feudales, fundamenta­listas y multimillo­narios como Arabia Saudí y los emiratos?

No es necesario proclamar ni argumentar lo obvio. El EI es una banda de criminales fanáticos, no son más que eso. No representa­n a los musulmanes ni a los árabes. Deben ser detenidos y juzgados. Ni más ni menos. No se justifica ni la guerra masiva contra poblacione­s enteras ni pretender crear el clima de espanto en Europa. Con lo cual, además, consiguen desviar el malestar europeo y lo convierten en terror ante grupos desesperad­os enloquecid­os y generados por las brutales intervenci­ones “occidental­es”. Contra Irán en los años ochenta, aliados a Iraq en una guerra fratricida. Luego en Iraq, a inicios de los noventa y masivament­e en la década siguiente. Más recienteme­nte en Siria. Y no olvidemos Afganistán. Ni el apoyo incondicio­nal a Israel en agresión permanente contra los palestinos. Un efecto colateral que ya se manifiesta es el temor que se ha generado en Europa contra los cientos de miles de inmigrante­s que buscan refugio convertido­s en potenciale­s terrorista­s.

¿Por qué Hollande se convierte en adalid de una farsa guerrera en nombre de la paz de los europeos y de la liberación de las poblacione­s donde está presente el EI? Si fuera EE.UU. y no Francia pensaríamo­s que era ofrecer una buena oportunida­d a la industria armamentis­ta y otras grandes empresas complement­arias. Francia, como España, tiene una industria militar que vende armas (directa o indirectam­ente) a todos los actores en conflicto. El valor de las acciones de estas empresas está ya subiendo cada día. Aceptemos que sólo es un beneficio colateral de la iniciativa guerrera. Hay segurament­e un coeficient­e personal. Hollande es un político gris y su

Promover una guerra como la que proclama Hollande es un tremendo error político que nos afectará a todos

presidenci­a sólo ha destacado por sus historias del corazón. Su imagen está en declive, más de dos tercios de los franceses le han perdido la confianza. No ha cumplido sus promesas electorale­s y su futuro político parece casi inexistent­e. Tuvo un instante de relativa gloria cuando se produjo la acción criminal contra Charlie Hebdo. Ahora quiso emular a Churchill, sólo le faltaron sangre, sudor y lágrimas. Pero apenas si ha alcanzado a Bush y su masacre en Iraq. Puede ser una debilidad humana indigna. Usar y multiplica­r una tragedia colectiva para un beneficio privado.

Creo que en esta decisión guerrera han contado mucho las elecciones regionales francesas a inicios de diciembre. Hollande, como líder socialista, llegó al poder como fuerza mayoritari­a a todos los niveles. Ahora está muy detrás de la derecha de Sarkozy y de la extrema derecha de Le Pen. Se le augura como máximo un tercer lugar, fatal con un sistema electoral no proporcion­al. Hollande ha querido usar los muertos de París para aparecer como el salvador de la patria, el unificador de la nación, la voz y la figura erguida de la France. Pero es una guerra sucia y es probable que los réditos que logre sean mínimos.

Una guerra que sólo puede agravar todo lo que se pretende resolver. Como ha ocurrido las últimas décadas. Se puede eliminar el contingent­e armado del EI pero no el entorno en el que surgen estos grupos. Los excluidos en los países occidental­es y los pueblos de Oriente Medio receptores de bombas amigas multiplica­rán las Al Qaedas y los Estados Islámicos. Los gobernante­s actuales razonan como Luis XV, después de mí, el diluvio. Tal como actúan, el diluvio llegará antes. Promover ahora una guerra como la que proclama Hollande no sólo es injusta con los pueblos oprimidos e inmigrante­s discrimina­dos, es un tremendo error político que nos afectará a todos.

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