La Vanguardia

Placas muy francas

Nou Barris retirará de sus fachadas todos los yugos y flechas instalados por el franquismo

- LUIS BENVENUTY

Barcelona quiere eliminar de sus calles y plazas todo rastro del franquismo. Monumentos, escudos y otras muestras de exaltación de la larga dictadura son hoy difíciles de encontrar en el espacio público, pero aún quedan muchas placas con las flechas y el yugo que el Ministerio de la Vivienda del antiguo régimen instaló en miles de fachadas de toda España. El teniente de alcalde Gerardo Pisarello y la concejal Janet Sanz explicaron ayer que Barcelona aún tiene más de 4.000 placas de estas caracterís­ticas, y que de todas ellas más de 700 se encuentran en Nou Barris. Este distrito será el primero en retirarlas. “Son actuacione­s sencillas que necesitan pocos recursos, pero que nos liberarán de la simbología franquista que nos recuerda tiempos autoritari­os y fascistas”, dijo ayer Sanz. “Queremos defender la memoria reparativa y también la propositiv­a –añadió Pisarello–, aquella que recuerda a quienes lucharon contra el franquismo”.

De modo que el Ayuntamien­to enviará cartas a las comunidade­s de propietari­os explicándo­les la idea, y si nadie responde manifestan­do su oposición, trabajador­es de un plan de ocupación municipal para parados de larga duración retirarán los símbolos sin coste alguno para los inquilinos. El objetivo es que el año que viene no quede ninguna. Al menos, en Nou Barris. Todo apunta a que la inmensa mayoría otorgará callando. Porque cualquiera podría llegar a pensar que quizás alguien pudiera entender que estas placas no son ningún monumento a mayor gloria de un gobierno golpista, que son más bien un resto de arqueologí­a urbana que recuerda quién mandaba por la fuerza en este país hasta, como quien dice, anteayer. A fin de cuentas, a los adolescent­es les cuesta identifica­r el rostro de Franco entre una terna de dictadores del mundo, a demasiados chavales todo esto de la dictadura les suena a batallita del abuelo Cebolleta. Pero la verdad es que el debate no se instaló ayer en las escaleras de Nou Barris. Al menos, en el número tres de la plaza Virrei Amat.

“¿Qué placa? Ah... esa... pues la verdad es que ni me había fijado... yo es que me vine a vivir aquí el año pasado, y cómo está así un poco sucia, ni siquiera la había visto, la verdad”. “Que hagan lo que les dé la gana. ¡A mí me da lo mismo!”. “Pues si les hace ilusión, que la quiten, total, para lo que nos queda en este mundo...”. No, no hay modo de picar a la gente, de impulsar el debate. “Yo es que tengo que ir a buscar un pollo a l’ast y si no me doy prisa mi mujer se enfada”. “Hombre, lo cierto es que las flechas y el yugo sobran. Mejor que las quiten”. Al otro lado de la plaza, en la calle Doctor Pi i Molist, con otra placa con los días contados, el desinterés ciudadano era aún mayor. “No sé de qué me habla”, dijo una voz con acento sudamerica­no desde el otro lado del interfono. “Pero si quitan las placas de las calles cómo sabremos dónde estamos”. “No, señora... se refieren a las placas del Ministerio de la Vivienda”. “Uy –responde la mujer–, esas... ¿es que alguien se las quiere quedar? No entiendo para qué”.

El Ayuntamien­to preguntará a las comunidade­s de propietari­os si tienen algún inconvenie­nte

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JORDI ROVIRALTA Una de las placas con el yugo y las flechas que se retirarán, si los vecinos no se oponen

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