El Madrid se tambalea
Dos victorias en siete partidos complican la situación en la Euroliga
De campeón de la Euroliga a la incertidumbre. En el deporte, a menudo, la línea que separa los éxitos de los fracasos es muy delgada. Demasiado tal vez. No hay término medio. El pasado mes de mayo, el Madrid de Pablo Laso levantó la novena copa en la máxima competición del baloncesto europeo y dejaba atrás una larga travesía por el desierto que se prolongó durante veinte años. De 1995, también ante el mismo rival (Olympiacos) y con un tal Arvidas Sabonis como MVP de la final, al 2015. Pero medio año después, la situación es bien distinta, con el equipo madridista al borde de la eliminación con sólo dos victorias en los siete partidos disputados. La última decepción llegó el pasado viernes en Belgrado ante el Estrella Roja en un partido en el que quedaron claros los defectos del equipo de Laso.
Defensa deficiente. Ante el equipo serbio, el Madrid concedió hasta 94 puntos, un dato que refleja su debilidad como conjunto. Pero no es un dato aislado. De hecho, los vigentes campeones son los peores defensores de la Euroliga con un total de 603 puntos, a una media de 86,1 puntos por encuentro. Se trata, sin duda, de una cifra inaceptable para cualquier bloque que aspire no ya a ser campeón del torneo, sino como mínimo al Top 16. Con 2-5, la situación madridista no es cómoda, pero también hay que reconocer que es complicado quedar fuera de la segunda fase de la competición. Pasan los cuatro primeros de cada grupo y los blancos son colistas, pero a sólo dos triunfos del segundo clasificado del grupo, el Khimki, que está con 4-3. En este sentido, el triple de Llull que dio la victoria ante el Bayern tiene ahora un gran valor. Con 1-6 en el global, la situación sería mucho más complicada.
Los cambios. No es sencillo introducir refuerzos en un bloque vencedor.
En un equipo que ganó la Liga Endesa, la Copa del Rey y la Euroliga tal vez hubo demasiados cambios. No era necesario fortalecer tanto un colectivo que se había mostrado intratable en España y en Europa. Se fueron los pívots Bourousis, Mejri y Slaughter, y también el base Campazzo –que está jugando a un nivel muy alto en el UCAM Murcia– y el alero Rivers. En su lugar llegaron bajo los aros Thompkins y Hernangómez, en el juego exterior Taylor y dos jóvenes, Doncic y Radoncic. Lo que hicieron los de antes está en el recuerdo; la aportación de los nuevos es aún muy irregular.
Las lesiones. El verano fue muy largo para muchos jugadores castigados por los minutos de la temporada anterior y los compromisos con la selección (Europeo, con medalla de oro). Rudy Fernández, que no jugó el pasado viernes en Belgrado ni ayer en Bilbao, es un buen ejemplo de lo que pasa. Su espalda está limitando su aportación, que ahora es de 10 puntos por encuentro. En sólo dos partidos de los siete ha superado los dos dígitos. Carroll, que le reemplazaba muy bien, alterna buenos registros (19 puntos ante el Estrella Roja en Madrid o 14 ante el Bayern) con actuaciones discretas pese a jugar una media de 17m40s. Nocioni, una apuesta agresiva, sólo promedia 3,7 puntos; y Llull (13,6 p) tampoco es el de hace unos meses.