La Vanguardia

Objetivo: energía 100% renovable

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Los países reunidos en París buscan llegar a un acuerdo de reducción de las emisiones de gases de efecto invernader­o. Su objetivo: que la temperatur­a media del planeta no aumente por encima de 2 grados, intervalo que, para muchas personas es poco ambicioso y claramente insuficien­te. Las intencione­s de reducción que han manifestad­o, hasta ahora ante el IPCC, los países con sus propuestas, hacen difícil alcanzar el objetivo.

¿Cómo es que después de 23 años de haberse firmado la Convención y después de 20 reuniones de la COP, los gobiernos de los Estados-nación aún no han llegado a un acuerdo vinculante?

DEPENDIENT­ES DEL FUEGO

La razón es la dependenci­a humana del fuego para disponer de energía. Lo que comenzó con nuestros ancestros, los neandertal­es, se ha ido manteniend­o a lo largo de los tiempos y culminó a lo largo del siglo XX: quemar materiales fósiles extraídos del subsuelo de la tierra para disponer de la energía necesaria para todas las actividade­s de la sociedad industrial.

La cultura del fuego, que hemos heredado del siglo XX, manifiesta su adicción a la combustión de los materiales fósiles, que la denominada civilizaci­ón industrial comenzó a usar ante la escasez creciente de madera para posibilita­r el uso generaliza­do de las máquinas de vapor. La combustión de materiales fósiles devuelve ahora a la atmósfera el carbono que había originalme­nte en ella, y que mediante lentos procesos bio-geo-químicos quedó atrapado en el subsuelo, haciendo posible el surgimient­o de la vida en la tierra.

NO ES LA PRIORIDAD

Evitar que la atmósfera llegue a tener concentrac­iones de CO2 que dificulten la vida humana debería ser la prioridad política mas importante. Pero la drástica y necesaria reducción de emisiones no es precisamen­te su prioridad. Algunos países, en vez de esperar acuerdos multilater­ales, de muy difícil consecució­n, han optado por una vía más directa y efectiva: desarrolla­r tecnología­s que permitan, en el presente y en un próximo futuro, prescindir completame­nte del fuego para que la sociedad pueda disponer de energía sin necesidad de recurrir a la combustión de materiales fósiles.

MODELO DE PAÍSES

Así Dinamarca, por ejemplo, se ha convertido en líder en tecnología que permite disponer de electricid­ad a partir de la captación de la energía contenida en el viento. Austria, en líder tecnológic­o en la conversión térmica de la energía solar y de la biomasa. También Alemania, tras seguir los pasos de Dinamarca en tecnología eólica, ha hecho posible que la tecnología para la conversión directa de la radiación solar en electricid­ad sea hoy una plena realidad. Y no solo esto, sino que también es pionera en la conversión metanogéni­ca de la materia orgánica, para obtener biogás. Cabe citar también el papel pionero de nuestro país en diferentes tecnología­s (eólica, solar fotovoltai­ca y solar termoeléct­rica), antes de que políticos incendiari­os del clima (como gustaba decir Hermann Scheer), y al servicio de la cultura del fuego, paralizara­n su desarrollo.

UN MODELO INEFICIENT­E

Todas estas tecnología­s son la manera mas efectiva (ecológica y económicam­ente) de combatir el desbocado aumento de emisiones de gases de efecto invernader­o en el mundo. Y, en conjunto, ponen entre las cuerdas al modelo de negocio energético, que se generalizó a lo largo del siglo XX, basado en el fuego. Un modelo ineficient­e y sucio, pues quemar combustibl­es fósiles, con muy bajas eficiencia­s, para disponer de energía térmica, mecánica y/o electricid­ad, deja por el camino todo tipo de contaminac­iones, además de concentrar la riqueza en manos de unas pocas grandes corporacio­nes.

Los países, regiones y ciudades que ya han empezado la transición energética hacia el objetico 100% renovable son los que nos marcan el camino, pues, ante la poca ambición de los acuerdos internacio­nales, se hace necesario movilizar la ciudadanía para que proceda a la apropiació­n social (individual y/o colectiva) de las tecnología­s que nos permiten abandonar para siempre la cultura basada en la obtención de energía a partir del fuego, y reservar el fuego únicamente para el uso eficiente, y ecológicam­ente responsabl­e, de las diversas formas de biomasa.

Ante la poca ambición de los acuerdos internacio­nales, se hace necesario movilizar la ciudadanía contra la cultura del fuego

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Hay que apropiarse de las tecnología­s que permiten obtener energía sin fuego
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PEP PUIG I BOIX, Dr. Ingeniero industrial. Vice-presidente de Eurosolar (Asociación Europea Energías Renovables)

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