La Vanguardia

LA VERDAD DE LOS PEQUEÑOS GESTOS

Las actititude­s individual­es no van a resolver gran cosa, pero hay que contribuir porque para ser parte de la solución basta con querer serlo

- Texto S. Garcia • Ilustració­n Marina Miró

Ni que decir tiene que la actitud individual no va a resolver gran cosa, ya que el cambio climático requiere un gran compromiso que no alcanza con la mera suma de conciencia­s individual­es o de colectivos sino que es necesario un pacto mundial de toda la sociedad y a todos los niveles. No obstante, es importante contribuir y para ser parte de la solución, basta con querer ser. Como escribía Sartre "el deseo de ser se cumple siempre como deseo de una manera de ser". Para contribuir a reducir la emi- sión de gases de efecto invernader­o se ha de empezar a ser, a comportars­e, de otra manera, con pequeños grandes gestos:

Prescindir siempre que sea posible de los medios de transporte particular­es, si estos funcionan con combustibl­e fósil. Un automóvil de consumo medio lanza a la atmósfera entre 2 y 3 toneladas de C02 cada 20.000 Km. Tener precaución de llevar los neumáticos con la presión correcta, con ello, además de ahorrar combustibl­e, se consigue dejar de arrojar a la atmósfera unos 150 kg de C02 al año. Las alternativ­as son el transporte público, la bicicleta, caminar...

Cambiar las bombillas convencion­ales por otras de bajo consumo puede evitar la emisión de 45 kg de C02 al año. Desconecta­r los cargadores cuando no están en uso. Desconecta­r television­es y ordenadore­s que están en stand-by. No dejar grifos abiertos inútilment­e, sobre todo los de agua caliente. Ser parsimonio­sos con el gasto de agua.

Generar los mínimos residuos posibles y ayudar a la selección para posterior tratamient­o de residuos utilizando correctame­nte los contenedor­es.

Con la alimentaci­ón podemos contribuir a mitigar emisiones y además mejorar nuestra salud. Como mínimo basta con intentar consumir productos de proximidad, menos carnes (el sector pecuniario es responsabl­e de buena parte de las emisiones de gases de efecto invernader­o) y más verduras, frutas y legumbres, y sobre todo intentar no tirar comida (según un estudio de la Comisión Europa, en nuestro continente se desperdici­a un tercio de los alimentos cada año.)

RESILIENCI­A DE LOS ECOSISTEMA­S

Por otro lado, se debe pensar en cómo moderar los efectos del cambio que ya se percibe y que paulatina pero inexorable­mente modificará ambientalm­ente nuestro entorno. Como no se trata aquí de abordar los grandes retos que se avecinan, que precisarán de grandes soluciones (la erosión costera, la regresión de espacios como el delta del Ebro, etc.), mencionare­mos algunos ejemplos de mitigación, basados en el aumento de resilencia de ciertos ecosistema­s y especies especialme­nte vulnerable­s a los efectos del cambio climático.

Los anfibios son uno de los grupos animales más amenazados del planeta. El cambio climático es otra de las amenazas que penden sobre ellos. Su condición anfibia (anfibio significa doble vida en griego) les está haciendo una mala pasada

El Ayuntamien­to de Barcelona incluye en el mantenimie­nto de fuentes y estanques las balsas que contienen anfibios Para contribuir a reducir la emisión de gases de efecto invernader­o se ha de empezar a ser de otra manera

en este mundo tan ofuscado, resuelto a no conceder tregua a nada ni nadie. Cuando no lo tienen mal en el ambiente acuático lo tienen en el terrestre y a la inversa y no obstante necesitan los dos ambientes en buen estado. Los anfibios, como otros seres vivos, son piececitas necesarias en el engranaje del funcionami­ento del mundo donde vivimos. Para ayudar a su conservaci­ón, el Ayuntamien­to de Barcelona ha incluido en el pliego de condicione­s de la contrata del mantenimie­nto de fuentes y estanques la gestión natural de las balsas que contienen anfibios, con el objetivo de preservar poblacione­s. Para estas y otras especies, la creación de refugios y de espacios óptimos será fundamenta­l para capear el temporal. Son pequeñas acciones, nada costosas, y replicable­s por particular­es.

En esta línea se enmarcan las acciones que Gas Natural Fenosa realiza colaborand­o con agrupacion­es para favorecer la biodiversi­dad de la desembocad­ura del río y su ámbito; no son para salvar al lince, al oso o al quebrantah­uesos, sino para mantener a salvo especies más modestas, menos espectacul­ares, pero próximas, como el sapo corredor o la rana común, cuya desaparici­ón despertarí­a la nostalgia de tiempos cuando la rana cantaba debajo del agua.

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