LA VERDAD DE LOS PEQUEÑOS GESTOS
Las actititudes individuales no van a resolver gran cosa, pero hay que contribuir porque para ser parte de la solución basta con querer serlo
Ni que decir tiene que la actitud individual no va a resolver gran cosa, ya que el cambio climático requiere un gran compromiso que no alcanza con la mera suma de conciencias individuales o de colectivos sino que es necesario un pacto mundial de toda la sociedad y a todos los niveles. No obstante, es importante contribuir y para ser parte de la solución, basta con querer ser. Como escribía Sartre "el deseo de ser se cumple siempre como deseo de una manera de ser". Para contribuir a reducir la emi- sión de gases de efecto invernadero se ha de empezar a ser, a comportarse, de otra manera, con pequeños grandes gestos:
Prescindir siempre que sea posible de los medios de transporte particulares, si estos funcionan con combustible fósil. Un automóvil de consumo medio lanza a la atmósfera entre 2 y 3 toneladas de C02 cada 20.000 Km. Tener precaución de llevar los neumáticos con la presión correcta, con ello, además de ahorrar combustible, se consigue dejar de arrojar a la atmósfera unos 150 kg de C02 al año. Las alternativas son el transporte público, la bicicleta, caminar...
Cambiar las bombillas convencionales por otras de bajo consumo puede evitar la emisión de 45 kg de C02 al año. Desconectar los cargadores cuando no están en uso. Desconectar televisiones y ordenadores que están en stand-by. No dejar grifos abiertos inútilmente, sobre todo los de agua caliente. Ser parsimoniosos con el gasto de agua.
Generar los mínimos residuos posibles y ayudar a la selección para posterior tratamiento de residuos utilizando correctamente los contenedores.
Con la alimentación podemos contribuir a mitigar emisiones y además mejorar nuestra salud. Como mínimo basta con intentar consumir productos de proximidad, menos carnes (el sector pecuniario es responsable de buena parte de las emisiones de gases de efecto invernadero) y más verduras, frutas y legumbres, y sobre todo intentar no tirar comida (según un estudio de la Comisión Europa, en nuestro continente se desperdicia un tercio de los alimentos cada año.)
RESILIENCIA DE LOS ECOSISTEMAS
Por otro lado, se debe pensar en cómo moderar los efectos del cambio que ya se percibe y que paulatina pero inexorablemente modificará ambientalmente nuestro entorno. Como no se trata aquí de abordar los grandes retos que se avecinan, que precisarán de grandes soluciones (la erosión costera, la regresión de espacios como el delta del Ebro, etc.), mencionaremos algunos ejemplos de mitigación, basados en el aumento de resilencia de ciertos ecosistemas y especies especialmente vulnerables a los efectos del cambio climático.
Los anfibios son uno de los grupos animales más amenazados del planeta. El cambio climático es otra de las amenazas que penden sobre ellos. Su condición anfibia (anfibio significa doble vida en griego) les está haciendo una mala pasada
El Ayuntamiento de Barcelona incluye en el mantenimiento de fuentes y estanques las balsas que contienen anfibios Para contribuir a reducir la emisión de gases de efecto invernadero se ha de empezar a ser de otra manera
en este mundo tan ofuscado, resuelto a no conceder tregua a nada ni nadie. Cuando no lo tienen mal en el ambiente acuático lo tienen en el terrestre y a la inversa y no obstante necesitan los dos ambientes en buen estado. Los anfibios, como otros seres vivos, son piececitas necesarias en el engranaje del funcionamiento del mundo donde vivimos. Para ayudar a su conservación, el Ayuntamiento de Barcelona ha incluido en el pliego de condiciones de la contrata del mantenimiento de fuentes y estanques la gestión natural de las balsas que contienen anfibios, con el objetivo de preservar poblaciones. Para estas y otras especies, la creación de refugios y de espacios óptimos será fundamental para capear el temporal. Son pequeñas acciones, nada costosas, y replicables por particulares.
En esta línea se enmarcan las acciones que Gas Natural Fenosa realiza colaborando con agrupaciones para favorecer la biodiversidad de la desembocadura del río y su ámbito; no son para salvar al lince, al oso o al quebrantahuesos, sino para mantener a salvo especies más modestas, menos espectaculares, pero próximas, como el sapo corredor o la rana común, cuya desaparición despertaría la nostalgia de tiempos cuando la rana cantaba debajo del agua.