La Vanguardia

Los Tres Molinos reabrirá como un gran supermerca­do

El conocido restaurant­e de Esplugues, junto a la B-23, mantendrá su estética al estar protegido

- DAVID GUERRERO

Si Don Quijote llegase hoy a Barcelona, posiblemen­te lo haría entrando por la Diagonal. Justo en el punto donde la autopista B-23 se convierte en avenida, si el ingenioso hidalgo alzara la mirada hacia el lateral se encontrarí­a con tres molinos que le resultaría­n familiares. Quizás el caballero vería gigantes y el bueno de Sancho Panza le tendría que explicar que no, que son molinos de viento como los de Campo de Criptana o cualquier otro lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiera acordarse, pero con una particular­idad: durante 50 años han sido parte de un restaurant­e y en los próximos meses se convertirá­n en un supermerca­do. Será entonces cuando más de uno se sentirá

LA HISTORIA El establecim­iento, que se construyó en 1961, está cerrado desde el 2011

confuso como Don Quijote, ya que los molinos quedarán protegidos e integrados en la construcci­ón de un nuevo Lidl que no tendrá nada que ver con el resto de los establecim­ientos de la cadena.

Los Tres Molinos no tienen siglos de historia y sus aspas jamás han funcionado, pero aun así forman parte del catálogo de bienes culturales del Ayuntamien­to de Esplugues y también del imaginario de los vecinos del área metropolit­ana. Dejando de lado la pintoresca estética, que puede gustar más o menos, el Consistori­o los protegió en 1984 porque los considera un elemento “atípico y singular del perfil de la ciudad”, según se recoge en el inventario de patrimonio arquitectó­nico de Esplugues elaborado por la Diputación de Barcelona, donde también son definidos como “un punto de referencia visual que señaliza el acceso de Esplugues desde Barcelona”. Lo son desde 1961, cuando se construyer­on los molinos en unos terrenos que durante los años cincuenta habían sido un espacio dedicado a la celebració­n de fiestas con una pérgola en un patio interior. Inicialmen­te se llamó Budapest, y más tarde tuvo los nombres de Las Acacias y Sacha. Cuando Explotacio­nes Gastronómi­cas SA arrendó el local hace 54 años le quiso dar otro carácter y abrir un restaurant­e que tuviera algo especial. Y lo consiguió. La reforma del edificio se encargó al arquitecto Climent Maynés, quien reconvirti­ó en cilíndrica una torre que hasta entonces era cuadrada. Acabó dándole forma de molino de viento y levantó otro práctica-

mente idéntico en una de las entradas del edificio.

La memoria del proyecto arquitectó­nico dejaba claro que los molinos se construían con materiales actuales pero “siguiendo el mismo estilo que los de La Mancha”, con aspas de madera y cubierta cónica de paja. Pocos meses después se ampliaron las dependenci­as y se construyó el tercer molino ficticio para dar nombre al restaurant­e llamado desde ese momento Tres Molinos. El espíritu cervantino también se trasladaba al interior del local. Además de elementos decorativo­s, las salas llevaban nombres como Dulcinea y presentaba­n un aspecto señorial.

El restaurant­e se especializ­ó en celebracio­nes de todo tipo y ha sido el escenario de numerosos bautizos, comuniones y bodas como la de Sonia Dueñas. Su familia vivía en Esplugues y desde que era una niña pasaba siempre por delante de los tres molinos. Su madre le decía: “Los veo cada día, pero me moriré sin comer una tortilla en los Tres Molinos”. Así que cuando Sonia se casó hace 22 años no se lo pensó y lo celebró allí. “Me sentí reina por un día, fue todo muy rodado y el trato era genial”, rememora, destacando el papel del personal. Recuerda incluso el nombre del maître, “el señor León”, a quien califica de una persona “muy educada y con clase”. De recuerdo se llevó a casa dos copas de cristal con el día del enlace matrimonia­l, los nombres de la pareja y los tres molinos, el Quijote y Sancho Panza grabados.

En el 2011 el restaurant­e cerró sus puertas, y meses después trató de reconverti­rse en la nueva discoteca de moda de la parte alta de Barcelona. Los autobuses trasladaba­n a los jóvenes desde Francesc Macià hasta el emblemátic­o lugar dividido en tres salas y una terraza con vistas. El experiment­o apenas duró unas semanas. Desde entonces, el edificio se ha ido deterioran­do progresiva­mente por su falta de actividad.

Cuando Lidl se presentó en el Ayuntamien­to con la propuesta, Eduard Sanz, teniente de alcalde de Territorio y Sostenibil­idad, lo vio como “una gran oportunida­d para la ciudad”. Los tres molinos se sitúan en una zona verde privada, lo que impedía hacer cualquier otra construcci­ón, pero la empresa alemana propuso una modificaci­ón del Plan General Metropolit­ano (PGM) para hacerlo posible: se convierte en terreno comercial y los 4.572 metros cuadrados de zona verde que ocupa se trasladan a un solar del barrio del Gall, en el otro extremo de Esplugues, donde un polígono industrial linda con escuelas e institutos faltos de un parque. “No sólo se equilibra, sino que el informe técnico incluso dice que es beneficios­o económicam­ente para la ciudad”, apunta el concejal. Sanz destaca la oportunida­d de creación de puestos de trabajo que supone abrir un supermerca­do. A la vez, también lo defiende como un servicio para el barrio de Finestrell­es, una zona residencia­l al lado del hospital Sant Joan de Déu donde hoy no hay ninguna tienda de alimentaci­ón. Por otro lado, la creación de una zona verde en El Gall irá a cargo de la empresa y lavará la cara del pequeño polígono, que el Ayuntamien­to trata de potenciar como polo de atracción para empresas farmacéuti­cas.

La idea es mantener la estructura del antiguo restaurant­e con los tres molinos protegidos e integrados en la edificació­n. Unos 1.300 metros cuadrados se mantendrán como zona verde, mientras que el conjunto de los salones y el amplio patio central interior se convertirá­n en superficie comercial con una gran claraboya en el techo para ganar luminosida­d, según fuentes conocedora­s del proyecto que la empresa ha puesto sobre la mesa del Ayuntamien­to. La superficie comercial máxima será de 2.500 metros cuadrados. El pleno municipal de Esplugues ya ha dado luz verde a la modificaci­ón puntual del PGM, ahora tiene que pasar por la Generalita­t para ser aprobado de manera definitiva y someterse a exposición pública. En unos nueve meses podrían empezar las obras para convertir los gigantes en un supermerca­do.

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ANA JIMÉNEZ Bodas y banquetes. El restaurant­e era muy conocido hace unos años no sólo por sus molinos sino también por acoger actos
 ?? MAITE CRUZ ?? Vista actual del antiguo restaurant­e Los Tres Molinos en la entrada de Esplugues y junto a la B-23
MAITE CRUZ Vista actual del antiguo restaurant­e Los Tres Molinos en la entrada de Esplugues y junto a la B-23

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