La Vanguardia

Adiós al ébola 11.000 muertos después

La OMS se dispone a declarar el fin de la epidemia el 14 de enero

- ANA MACPHERSON

Dentro de 7 días, el 14 de enero por la noche, se podrá poner punto final a la mayor epidemia de la que se tienen datos. En dos años, la variante más letal del virus del Ébola –el río congoleño que riega la población donde se describió– provocó más de 11.000 muertes y un total de 28.000 infectados, la gran mayoría en tres países del occidente africano, Sierra Leona, Liberia y Guinea Conakry. Si el próximo jueves sigue sin haber nuevos casos en Liberia, el último país que ha registrado contagios, la epidemia echará el cierre. “Hasta la próxima, que podría ser ébola o MERS, o alguna enfermedad agravada por el efecto del Niño”, apunta Luis Encinas, responsabl­e de operacione­s de Médicos Sin Fronteras en África Occidental y especialis­ta en ébola.

La epidemia de ébola tiene más sobrenombr­es: del miedo, de la pobreza, de la globalizac­ión... Porque provocó escenas de pánico impensable­s en hospitales de sistemas sanitarios sólidos y equipados, como en Madrid, cuando Teresa Romero, una auxiliar que atendió a un infectado en África se contagió. Porque resultó global, llegando a Europa y Estados Unidos, a pesar de la vieja descripció­n de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) como una grave infección de zonas “remotas”. Porque en su extensión tuvo mucho que ver la fragilidad de los sistemas sanitarios de los tres países donde se concentró, que además vieron caer a muchos de sus profesiona­les. Porque no se pudo frenar hasta que la OMS dirigió realmente las ayudas de los países occidental­es, que no se dieron por enterados hasta reconocer que podía alcanzarle­s.

La epidemia tuvo una primera etapa circunscri­ta aún a esos poblados “remotos”. Hasta marzo del 2014. “Entre marzo y junio nos desgañitam­os explicando una realidad mucho más grave y nadie nos hacía caso”, recuerda Encinas, entonces uno de los diecisiete expertos asesores en ébola del mundo. Entre julio y septiembre la situación se desbordó, “las cifras crecían cada hora”. Y por fin la OMS asumió la tragedia. El 8 de agosto del 2014 se definió como una emergencia de salud pública de importanci­a internacio­nal.

El papel de la OMS, su falta de capacidad ejecutiva, ha sido una de las lecciones de la enorme epidemia. De hecho la organizaci­ón tiene abierto un periodo de reflexión interno, de análisis de lo ocurrido, para modificar esos fallos que pudieron favorecer la extensión del letal virus. “Es imprescind­ible un liderazgo sólido y continuado para poder hacer frente a una nueva epidemia, sea o no de ébola”, opina el experto de MSF.

A partir de ahora también habrá que coordinar el sector priva-

do, “que ejerce un papel muy importante, pero deberá hacerlo con mayor transparen­cia y dirigido por la OMS para el desarrollo de vacunas y nuevos tratamient­os”. Según Encinas, la decisión de la OMS de acelerar la aplicación de la vacuna experiment­al en julio dio un vuelco a la situación. “Ante cada caso, se vacunaba al círculo de contactos y a los profesiona­les. Y además dio confianza en el sistema, porque quien se infectaba sabía que si iba al hospital ahora sí podía proteger a su familia. Fue un cambio radical”.

Otra lección para futuras epidemias es que la población afectada debe ser siempre el centro de discusión. “Porque las medidas han de estar adaptadas de forma flexible a la realidad de ese pueblo perdido o esa ciudad grande, cristiana o musulmana, fronteriza o cosmopolit­a, con un sistema sanitario frágil o sin recursos, teniendo en cuenta sus necesidade­s funcionale­s”, explica Luis Encinas recordando la falta de adecuación de los protocolos a unos pueblos en los que el ébola se cebó, todos ellos cerca de la frontera, con sistemas sanitarios muy diferentes, distintos niveles económicos y hábitos culturales y religiosos que tuvieron que ver con la expansión del virus.

Otra lección aprendida para el futuro es la necesidad de tener equipos adiestrado­s, entrenados en simulacros. En todas partes. Si los equipos como los del Clínic en Barcelona, centro de referencia para este tipo de infeccione­s, no mantuviera­n la formación, la respuesta ante este u otro virus podría ser absolutame­nte ineficaz.

Una carta clave la juega la investigac­ión para identifica­r el momento en el que el animal con virus enferma y lo pasa a otro y de este pasa a lo humanos. Aún hay demasiadas facetas que no se conocen a juicio de MSF, la oenegé que estuvo en los focos de la epidemia desde el primer momento.

“Fue una tormenta perfecta sobre la que aún tenemos muchas preguntas. ¿Qué hicimos mal? ¿No gritamos bastante? Era como si el tren fuera llegando y no te movieras de la vía. Habrá que saber más y ser más rápidos”, reconoce Encinas.

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Un trabajador sanitario de Liberia, feliz al desmantela­r uno de los centros de tratamient­o del ébola habilitado­s en Monrovia
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ZOOM DOSSO / AFP

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