La Vanguardia

El Barça vence al Espanyol en otro derbi de alta tensión

Messi decide un derbi movido con dos goles y dos asistencia­s

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ

Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío pero anoche en el Camp Nou se cocinó con el fuego a tope. Un Barça desatado se desquitó de su empate en la Liga en Cornellà y prácticame­nte sentenció la eliminator­ia de Copa frente a un Espanyol que comenzó ganando y que acabó roto y con nueve porque en esta ocasión el colegiado recurrió a las tarjetas en un partido repleto de guerras de guerrillas. En este escenario bélico-deportivo Messi se puso el partido por montera para meter dos goles, para dar otro dos y para liderar algo más que una victoria, por lo motivados que estaban los blaugrana. Estaban heridos en su orgullo y lo demostraro­n. Aún salió bien librado el conjunto de Galca, que fue también bastante inferior antes de las expulsione­s, sobre todo cuando Caicedo y Asensio se marcharon por lesión. El derbi tuvo de todo y sirvió para que se estrenaran Arda Turan, repleto de entusiasmo y de detalles, y Aleix Vidal. Luis Enrique lució fondo de armario con un triunfo que pone a su equipo casi en cuartos, aunque queda el partido de Cornellà el próximo miércoles.

El derbi prometía emociones fuertes y no defraudó. Como si de una carrera de galgos se tratara el partido ya nació sin cadena porque la intensidad del Barça dio un giro copernican­o con respecto a su puesta en escena en la Liga. Luis Enrique y Galca decidieron poner sobre el tapete a todo su talento y hacer un equipo casi de gala. El asturiano sólo introdujo el cambio de la portería y el de Arda, que debutó con mucha voluntad. El rumano hizo tres modificaci­ones en relación a la Liga: Raíllo, Abraham y Gerard Moreno. La consigna del Barça era ir a degüello. La del Espanyol, la de devolver los golpes. En el partido entre ambos equipos más caliente en el Camp Nou en los últimos años el conjunto blaugrana trató de asustar de entrada a su rival.

El Barcelona vivía al borde de un ataque de nervios. Todos se lanzaban al suelo. Todos protestaba­n. Pero se olvidaban de la pausa. En un partido ventoso que también provocaba imprecisio­nes, tan solo Iniesta ponía en la medular un ritmo acorde a los parámetros clásicos del Barça. Sin embargo, con todo el equipo avanzado, Alves perdió un balón estúpido ante Asensio. El cedido por el Madrid se plantó en la frontal del área y habilitó a Caicedo. Aquí, el ecuatorian­o maniobró de cine para batir a Ter Stegen.

Lo celebraba Galca. Lo lamentaba Luis Enrique. Mientras, el Camp Nou rugía. Al Barça le urgía un reacción rápida. Como tantas veces

cuando se encienden las alarmas el que se agigantó fue Messi. El argentino dibujó un desmarque hacia el centro del área, Iniesta lo vio con un ojo de águila y el crack no perdonó. Empataba el Barcelona.

La igualada no descentró al Espanyol. En ningún momento le perdía la cara al duelo, siempre buscaba pisar campo contrario y quería desquiciar a sus contrincan­tes, que esa excitación blaugrana se volviera a su favor. Porque el partido vivió constantes trifulcas dialéctica­s, que derivaron en amarillas a Neymar, Suárez o Pau, que en la segunda mitad debió ser expulsado por un pisotón a Messi. Un derbi como antaño, con un poco de todo, hasta lesiones porque Caicedo tuvo que dejar su sitio a Jordán. Una grave pérdida para el Espanyol, que se llevaría otro mazazo antes del descanso porque Messi se atrevió con una falta lejana. Ayudado un poco por el viento y por la ligereza de la pelota de la Copa el rosarino se sacó de la chistera un tiro libre espectacul­ar. Leo gritó como un poseso.

El Barça le había dado la vuelta al resultado. Todo se puso más a su favor cuando consiguió el tercero rápido. Fue en un córner botado en corto y tras una combinació­n entre Iniesta y Messi. El argentino le dio el gol hecho a Piqué. Al Espanyol se le venía el mundo encima porque el equipo de Luis Enrique quería el cuarto y el de Galca bastante tenía con resistir. Un aguante destacable porque primero se quedó con diez por doble amarilla –justa– a Hernán Pérez y más tarde con nueve por roja directa a Diop, que debió insultar a Suárez. El uruguayo, incandesce­nte, le había dicho que se callara y jugara. El cuarto podía caer en cualquier momento y lo hizo con un remate de Neymar. El equipo blaugrana se cobró su venganza.

TOCADO Y CON DOS MENOS El Espanyol, que comenzó ganando, terminó con nueve y bastante tuvo con resistir la avalancha

GANAS DE REVANCHA Para los jugadores del Barça fue más que un triunfo por su motivación en un partido con refriegas

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Gerard Piqué consiguió el tercer tanto barcelonis­ta en esta acción
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MANU FERNANDEZ / AP
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DAVID RAMOS / GETTY

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