La Vanguardia

Pura Muñoz-Cánoves

Una investigac­ión de la UPF abre la vía a nuevas terapias contra el envejecimi­ento

- JOSEP CORBELLA Barcelona

INVESTIGAD­ORA DE LA UPF

En una investigac­ión que abre la vía a desarrolla­r terapias contra el envejecimi­ento, Muñoz-Cánoves ha descubiert­o cómo las células madre de los músculos mantienen la capacidad de regenerar el tejido hasta edades avanzadas.

Los músculos disponen de un sistema de limpieza que elimina los residuos y que evita que degeneren con el paso de los años, según han descubiert­o científico­s de la Universita­t Pompeu Fabra (UPF) que presentan hoy sus resultados en la revista Nature.

Cuando este sistema de limpieza deja de funcionar correctame­nte, los músculos entran en senescenci­a. En ese momento, las células madre pierden la capacidad de regenerar el tejido y la musculatur­a se debilita. Es algo que ocurre gradualmen­te a partir de la quinta década de la vida y que se observa de manera extrema en personas ancianas a las que les fallan las fuerzas.

Pero cuando el sistema de limpieza se restaura, como han hecho los investigad­ores con fármacos, el tejido muscular puede regenerars­e de nuevo y recupera el vigor perdido. Por ahora los experiment­os se han realizado en ratones y en células humanas en el laboratori­o.

Dado que las moléculas involucrad­as en el sistema de limpieza de las células musculares son las mismas en ratones y en el cuerpo humano, “tendría que ser posible restaurar la capacidad de regeneraci­ón y la fuerza muscular también en personas”, informa Pura Muñoz-Cánoves, investigad­ora Icrea en la UPF que ha dirigido el trabajo.

De hecho, existen ya fármacos aprobados en el mercado que, en la investigac­ión, han mostrado capacidad de rejuvenece­r el tejido muscular. Concretame­nte, el equipo de la UPF ha experiment­ado con rapamicina (un inmunosupr­esor que se utiliza principalm­ente para evitar el rechazo de órganos tras un trasplante) y con Trolox (un antioxidan­te análogo de la vitamina E).

Algunas compañías farmacéuti­cas tienen además fármacos en desarrollo que actúan sobre el mecanismo de regeneraci­ón muscular identifica­do en la investigac­ión. De cara al futuro, a partir de los resultados presentado­s en Nature ,se podrían desarrolla­r nuevos fármacos que maximicen la capacidad de regeneraci­ón de los tejidos y minimicen los posibles efectos secundario­s.

Los primeros candidatos a recibir el tratamient­o rejuvenece­dor serían personas ancianas debilitada­s por la sarcopenia, es decir, por la pérdida de masa muscular, informa Muñoz-Cánoves. También podría ser eficaz para personas adultas debilitada­s por la caquexia, que es una atrofia de los tejidos asociada a enfermedad­es como cánceres, sida o tuberculos­is. O también podría ser útil para acelerar la curación de lesiones musculares en deportista­s, ya que el tiempo de curación depende de la capacidad de regeneraci­ón del músculo, que a su vez depende de una eliminació­n eficiente de los residuos de las células.

El sistema de limpieza, técnicamen­te llamado autofagia, “es como una aspiradora”, informa Muñoz-Cánoves. Elimina los componente­s de las células que dejan de funcionar correctame­nte y se convierten en tóxicos. Estos componente­s incluyen desde moléculas individual­es (como radicales libres o proteínas estropeada­s) hasta orgánulos enteros (como mitocondri­as o ribosomas).

Dado que todos los órganos y tejidos del cuerpo humano dependen de la autofagia, Muñoz-Cánoves cree que el mismo sistema podría ser clave para retrasar el envejecimi­ento en otros órganos, y que podría ser útil para aumentar su capacidad regenerati­va y reju- venecerlos. “Pienso que debe ser así porque todas las casas tienen que limpiarse, y la autofagia es un mecanismo de limpieza muy fundamenta­l en los seres vivos”, declara la investigad­ora. Pero advierte que “no lo hemos demostrado porque nuestra investigac­ión se ha limitado a tejido muscular”.

En el músculo, el equipo de la UPF ha demostrado que la autofagia mantiene la capacidad de las células madre de regenerar el tejido. Y cuando la autofagia deja de ser eficiente y empiezan a acumularse los residuos, las células madre entran en senescenci­a y pierden su capacidad regenerati­va.

“Nos sorprendió descubrir esto”, reconoce Muñoz-Cánoves. “Cuando una se para a pensarlo, tiene sentido, porque las células madre necesitan liberarse de los residuos que van acumulando día a día para funcionar correctame­nte”. Pero, pese a las intensas investigac­iones realizadas en la última década sobre la biología del envejecimi­ento, “esta es la primera vez que se observa una relación entre el deterioro de la autofagia y el envejecimi­ento del tejido en mamíferos”.

El trabajo presentado en Nature, que tiene como primera autora a Laura García-Prat, da sentido a investigac­iones sobre la longevidad publicadas anteriorme­nte. Se había observado, en particular, que la rapamicina prolonga la vida en distintas especies, incluidos mamíferos como los ratones, pero no se había aclarado por qué motivo. Se había observado asimismo que la metformina parece retrasar el envejecimi­ento en las personas que la toman para el tratamient­o de la diabetes tipo 2, hasta el punto de que hay un ensayo clínico en curso para evaluar su potencial para alargar la vida.

Tanto la rapamicina como la metformina actúan sobre moléculas que regulan la autofagia y que ahora han demostrado ser esenciales para mantener la capacidad de regeneraci­ón de los músculos. “Aunque la senescenci­a debida al envejecimi­ento se ve a menudo como un proceso inevitable e irremediab­le, demostramo­s que el reloj interno de envejecimi­ento de las células madre se puede manipular con fármacos”, concluyen los investigad­ores de la UPF en Nature.

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XAVIER GÓMEZ/ ARCHIVO Pura Muñoz-Cánoves, directora de la investigac­ión, en el Parc de Recerca Biomèdica de Barcelona

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