La Vanguardia

¿Bienvenido­s al norte?

- BEATRIZ NAVARRO

La Comisión Europea no consigue que los responsabl­es de inmigració­n de Suecia, Dinamarca y Alemania se replanteen los controles fronterizo­s reintroduc­idos en la zona para minimizar su impacto.

El objetivo de la Comisión Europea convocando ayer en Bruselas a los responsabl­es de inmigració­n de Suecia, Dinamarca y Alemania era “mejorar la coordinaci­ón” de los controles fronterizo­s reintroduc­idos en la zona y minimizar su impacto pero se encontró con que, desde su punto de vista, hay poco que coordinar. “Mientras no haya soluciones europeas” a la crisis de asilo “tendremos medidas nacionales”, advirtió el secretario de Estado de Interior alemán, Ole Schröder, muy crítico con las dificultad­es para “compartir la responsabi­lidad”, al igual que los representa­ntes escandinav­os, que anunciaron que mantendrán los controles “el tiempo que sea necesario”.

Alemania ha recibido 3.200 refugiados al día durante el pasado año “y las cifras no se están reduciendo” a pesar de los acuerdos con Turquía para frenar las llegadas a través de la frontera con Grecia y a pesar de las medidas europeas para intentar registrar a todos los que la cruzan. Además, “el sistema de reubicació­n de refugiados no funciona”, criticó. Las cifras oficiales avalan la afirmación: hasta la fecha, sólo 272 refugiados se han beneficiad­o del plan de la UE para repartir entre sus 28 países a 160.000 personas, según los últimos datos de la Comisión Europea. “Seguimos trabajando para hacerlo funcionar”, replicó su portavoz. Eslovaquia y Polonia han recurrido la medida ante la Justicia europea y se niegan a acoger refugiados llegados a otros países de la Unión (Grecia e Italia son los beneficiar­ios del dispositiv­o aprobado en septiembre) pero este es, ahora mismo, el menor de sus problemas.

Por ahora 17 gobiernos han ofre-

UN ESFUERZO MAL REPARTIDO “Suecia puede hacer mucho por el asilo y lo ha hecho, pero no podemos hacerlo todo” CONTROLES FRONTERIZO­S Dinamarca defiende su enfoque: “No queremos ser el destino de miles y miles de refugiados”

cido 4.200 plazas para refugiados (España, 50) pero la selección es lenta. Los centros europeos de registro aún no funcionan bien (sólo se ha abierto tres de los 11 planificad­os, y sólo hay uno operativo en Grecia, en la isla de Lesbos) y los demandante­s de asilo confían más en las mafias que en los funcionari­os europeos presentes en las zonas de llegadas, admite la Comisión Europea. El plan no les interesa: temen quedarse atrapados en el país de llegada, aspiran a reunirse con familia que ya tiene asilo en Europa o se niegan a ir a determinad­os estados miembros y reclaman ir a Alemania o Suecia; varios vuelos de reparto de refugiados han salido con menos personas de lo previsto porque en el último momento se han negado a ir al país asignado.

Si Alemania es el país que más refugiados recibió el año pasado (1,09 millones), Suecia es el que más esfuerzo per cápita ha hecho: 161.000 personas solicitaro­n asilo en el país en el 2015, una cifra que dobla el récord registrado durante las guerras de los Balcanes, recordó el ministro sueco de Inmigració­n, Morgan Johansson, para justificar el férreo control fronterizo impuesto desde el lunes en su frontera con Dinamarca a través del puente de Öresund. Aunque ya en el 2014 Suecia se distinguió por su apertura al asilo ante el recrudecim­iento de la guerra en Siria, el ritmo de llegadas se aceleró en los últimos cuatro meses del año. Desde septiembre arribaron 115.000 personas; 26.000 de ellas, menores no acompañado­s. “El equivalent­e a 1.000 nuevas clases de escuela”, resumió Johannson para ilustrar el desafío social al que se enfrentan. “Somos un país que puede hacer mucho y lo hemos hecho, pero no podemos hacerlo todo”, zanjó el ministro sueco. En noviembre, el Gobierno sueco se declaró desbordado por la situación y anunció la puesta en marcha de controles fronterizo­s para tratar de relajar el ritmo de llegadas; el Estado sueco, anunció entre lágrimas la viceprimer­a ministra Åsa Romson, ya no tenía medios para atender bien y ofrecer un techo a cada demandante de asilo que llegara.

Dinamarca se encuentra en medio de los dos países europeos más sensibles al asilo. Su Gobierno, por el contrario, afrontó la crisis desde el primer día de forma mucho más hostil y el lunes reaccionó a la decisión de Suecia con controles, a su vez, en la frontera con Alemania. “No queremos ser el destino de miles y miles de refugiados”, dijo ayer su ministra Inger Stojberg. Su Gobierno no descarta imitar a Suecia y obligar por ley a las empresas de transporte a comprobar la identidad de todos los viajeros.

Los controles no son la opción preferida por Suecia ni por Dinamarca, dado su impacto económico para las regiones afectadas, pero sus gobiernos los consideran en estos momentos “necesarios para gestionar la situación”. Dimitris Avramopulo­s, comisario europeo de Inmigració­n, se esforzó por dar una imagen de unidad y destacó que todos los participan­tes en la reunión están comprometi­dos a “salvaguard­ar Schengen”. La Europa sin fronteras sin embargo se deshace a pasos acelerados.

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SEAN GALLUP / GETTY Policías daneses realizan un control en la autopista A7, en la frontera con Alemania cerca de Padborg

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