La Vanguardia

Un Congreso inédito

La Cámara Baja puede actuar como un insólito contrapode­r ante un Gobierno que, por primera vez, no tendría el control del poder legislativ­o

- FERNANDO GARCÍA Madrid

El Congreso de los Diputados puede cobrar un relieve y un poder insólitos en los próximos meses. Mientras los partidos no alcancen un acuerdo que permita formar Gobierno, la Cámara principal del Parlamento español no sólo será el centro de la vida política sino que tal vez se convierta en un contrapode­r al Ejecutivo en funciones. El contraste dependerá de la composició­n de la Mesa, que se decidirá en la sesión constituti­va del próximo miércoles, 13 de enero. Pero la perspectiv­a no tiene precedente­s. Y no hay hoja de ruta, pues el reglamento del Congreso no resuelve por sí sólo las múltiples incógnitas que se plantean ante una situación nunca antes vista en España.

Para empezar, el reparto de escaños resultante del 20-D y el sistema de elección de los 9 cargos de la Mesa del Congreso –presidente, cuatro vicepresid­entes y cuatro secretario­s– conducen a la pérdida del control de la Cámara por parte del PP; con diversas alternativ­as, que van desde un posible pacto de izquierdas para hacerse con ese control hasta un reparto más o menos equitativo entre las grandes fuerzas, pasando por la posible entrada en el juego de algún partido nacionalis­ta.

Los 350 diputados elegirán primero al presidente del Congreso. Cada parlamenta­rio escribirá un solo nombre en su papeleta. Si uno de los propuestos obtiene la mayoría absoluta, el cargo es suyo; si no, se hace otra votación entre los dos más apoyados en la primera vuelta y gana la plaza el que más sufragios reciba. El PSOE, pese a contar con 90 escaños frente a los 123 del PP, tiene grandes posibilida­des de conquistar la presidenci­a en virtud del rechazo de casi todas las formacione­s a que un popular ocupe la plaza.

Después del presidente se elige a los vicepresid­entes y secretario­s, en dos votaciones separadas. De nuevo, y en ambas ocasiones, cada diputado escribe un nombre. La primera vicepresid­encia es para el más votado; la segunda, para el siguiente; y así hasta llegar a la cuarta. Y lo mismo con los secretario­s.

El sistema asegura al PP la vicepresid­encia y la secretaría primera, salvo cesión previa que le hubiera permitido retener la presidenci­a. De no existir tal pacto, los seis puestos restantes se repartiría­n entre el resto de partidos: bien mediante votaciones de mayoría simple que darían dos al PSOE, dos a Podemos y dos a Ciudadanos, bien a través de un acuerdo de reparto en el que cabría la posibilida­d de que las formacione­s de izquierda, con o sin nacionalis­tas e independen­tistas, dejaran fuera a C’s para bloquear al centrodere­cha español. Todo ello en teoría.

El escollo más importante en las negociacio­nes para formar la Mesa reside por ahora en la pretensión de Podemos de contar con cuatro grupos: el general y los tres correspond­ientes a sus listas de confluenci­a en Catalunya (En Comú Podem), Valencia (Compromís-Podemos) y Galicia (En Marea). Los socialista­s no se cierran a la petición, pero la ven “problemáti­ca” por su difícil encaje legal; por el precedente del rechazo a que el PSC formara grupo propio, y por las dificultad­es operativas que tal fragmentac­ión crearía. Será ésa, la configurac­ión de los grupos, la primera decisión importante que tome la Mesa. Pero enseguida el órgano rector y su presidente –este con facultades para interpreta­r el reglamento– habrán de adoptar, segurament­e, resolucion­es sobre cuestiones jamás planteadas; trazar caminos allá donde no hay mapa.

¿Qué límites tiene el poder legislativ­o en ausencia de un ejecutivo plenamente legitimado? Ni los letrados de la Cámara tienen clara la respuesta a esa pregunta ni a sus derivadas, aunque sí manejan una premisa general: lo que difícilmen­te puede hacer un Parlamento es ejercer la función de control sobre un Gobierno que no puede tomar decisiones de calado político y se limita a gestionar el día a día; tampoco sobre un Gobierno anterior. Lo demás es en general territorio inexplorad­o.

¿Hay que formar comisiones parlamenta­rias? En la Cámara dicen que se puede. ¿Pero cómo, puesto que hasta ahora sus funciones y denominaci­ón se ajustaban a las de los diferentes ministerio­s del Ejecutivo? ¿Puede crearse una comisión constituci­onal que recoja propuestas y hasta elabore un informe a someter al pleno? ¿Y qué tipo de reuniones plenarias cabe celebrar?

Cualquier intento de legislar “sin Gobierno”, o bien de derogar leyes, podría topar con trabas legales. Por ejemplo: Podemos tiene anunciado que el mismo día 13 presentará una proposició­n de ley de emergencia social. El artículo 126.1 permite registrar este tipo de iniciativa­s mediante su presentaci­ón a cargo de un solo diputado “con la firma de otros catorce”. Pero el artículo 126.2 podría impedir su tramitació­n: “Ejercitada la iniciativa –dicta el precepto–, la Mesa del Congreso ordenará la publicació­n de la proposició­n de ley y su remisión al Gobierno”. Se trata de que el Consejo de Ministros “manifieste su criterio respecto a la toma en considerac­ión” de la propuesta y diga si está conforme con su tramitació­n “si implicara aumento de los créditos o disminució­n de los ingresos presupuest­arios”. Es dudoso –y puede suscitar debate– que un Ejecutivo en funciones deba formular tales pronunciam­ientos, previstos asimismo en el artículo 134.6 de la Constituci­ón.

Un Congreso dominado por la virtual oposición al PP puede sin embargo, mediante proposicio­nes no de ley y otras fórmulas, hacer mucho ruido y causar fuertes dolores de cabeza al presidente Mariano Rajoy: el jefe de un gabinete que, quizá por unos meses, tenga que caminar como lo que los anglosajon­es llaman “pato cojo”. Un ave renqueante en medio de una bandada deseosa de dejarlo atrás.

El 20-D y el sistema de elección de la Mesa abocan al PP a perder, con más o menos daño, el control de la Cámara

 ?? EMILIA GUTIÉRREZ / ARCHIVO ?? Los jefes del Congreso y el Gobierno, Posada y Rajoy, ante algunos de los entonces candidatos al 20-D, el día de la Constituci­ón
EMILIA GUTIÉRREZ / ARCHIVO Los jefes del Congreso y el Gobierno, Posada y Rajoy, ante algunos de los entonces candidatos al 20-D, el día de la Constituci­ón

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