Cameron y el referéndum
Los británicos no son partidarios en prodigarse en referéndums. Los han organizado en Gibraltar, las Bermudas y la isla de Ascensión. También en los procesos de devolution en Gales, Escocia y el Ulster en los años ochenta. Los referéndums de más entidad han sido los que se celebraron en 1975 sobre la permanencia de Gran Bretaña en Europa y el que tuvo lugar en el 2014 en Escocia sobre su independencia del Reino Unido.
Aunque en el ordenamiento jurídico británico no hay una norma que determine los pormenores de la celebración de un referéndum, el hecho es que en los que se han celebrado sobre grandes cuestiones relacionadas con Europa o sobre la independencia de Escocia se han respetado los principios de libertad y de legitimidad que se han pactado políticamente.
Gran Bretaña llamó dos veces a la puerta de Europa. La primera en 1963 y la segunda en 1967. Recibieron un no rotundo de la Francia gaullista. Pero el europeísta Edward Heath consiguió el ingreso en 1973. Tuvo una gran campaña en contra por parte de la prensa popular y también de diputados de su partido conservador y del ala
Los británicos se enfrentan a cuestiones públicas de envergadura con espíritu abierto y liberal
izquierda del partido laborista. Harold Wilson propuso un referéndum en 1975 en el que políticos de los dos grandes partidos hacían causa común en contra de otros políticos de los mismos partidos. Ganó el sí a Europa por un 67% de los votos.
La llegada de Thatcher al poder en 1979 supuso la introducción del euroescepticismo en la sociedad británica, que se saldó con la victoria de la primera ministra al conseguir que su país dejara de ser un contribuyente neto.
Blair intentó acercarse al núcleo europeísta de Bruselas, pero tropezó con la oposición en su propio partido y también en el campo de los conservadores. Europa es una fatiga política para cualquier primer ministro británico. David Cameron prometió un referéndum sobre la permanencia en la Unión Europea si ganaba las elecciones. Cameron es europeísta, pero quiere cambiar las condiciones de sus relaciones con Bruselas.
La propuesta británica se discutirá en la cumbre de jefes de Estado del mes de febrero. A partir de entonces se pondrá en marcha la maquinaria para la celebración del referéndum, que en principio sería en junio o julio próximos.
La novedad la planteó Cameron el martes con el anuncio de que los ministros de su Gobierno puedan hacer campaña en contra de Europa si así lo desean. No habrá, por lo tanto, responsabilidad colectiva del Gobierno en una cuestión tan relevante. El argumento es simple: “No quiero que los ministros hagan campaña en algo que no creen”. Ya se verá lo que deciden los británicos. Pero me produce cierta admiración política el espíritu abierto y liberal, no ausente de debates apasionados, con que los británicos se enfrentan a cuestiones de envergadura.