La Vanguardia

El resultado de una gran reflexión

- Jorge de Persia

Hace unos pocos años, durante una sesión de estrenos en el Festival de Lucerna, tuve la ocasión de tener muy cerca –silla por medio casi– a Pierre Boulez, escuchando atentament­e aquellas músicas. Y me sorprendió pensar en su carácter de testigo supervivie­nte, e inapelable protagonis­ta de la gran música de la segunda mitad del siglo XX. Unos años atrás había fallecido Stockhause­n, último testigo casi entre las grandes figuras de aquellas rupturas que hoy nos cuenta la historia. Pero Boulez dialogó de otra forma con la realidad. No sólo propuso caminos a través de su música, que siempre fue producto de una gran reflexión, sino que coqueteó con el statu quo dirigiendo las grandes obras de la música de comienzos del siglo XX en las mejores orquestas del mundo. Él, que propugnaba la mera proyección del sonido, que facilitó desde su creativo Ircam el desarrollo de medios electroacú­sticos que alejaban cada vez más a la expresión como distintivo del arte musical, habitaba también los espacios del último (¿) romanticis­mo de Mahler, Strauss, Debussy... Notoria es su revuelta contra lo establecid­o, que coincidió en la posguerra con las propuestas de Nono, de Berio y otros, allegados al comunismo, cuando a la vez en el comunismo real del otro lado de la frontera se reprimía cualquier intento de ruptura de la forma. De ahí la suspicacia de la política de Occidente que en plena guerra fría hacían ostentació­n de esa rebeldía y libertad

creativa que supuestame­nte se oponía al control del poder.

El Boulez de los años ochenta es un verdadero cruce de caminos de una tradición como la francesa, que abrió con Debussy las puertas a la modernidad, que estableció el nexo siendo discípulo de Messiaen y que, finalmente, llegó a concentrar a través de su propia música y de su actividad un poder singular que opacó a figuras de notable relevancia en otras propuestas estéticas como fue el caso de Henri Dutilleux.

Pero la actividad de este grupo de buscadores de los nuevos lenguajes abrió muchos caminos al conocimien­to. El propio Umberto Eco reconoce ser deudor

de las actividade­s del Estudio de Fonología de la RAI de Milán, creado por Berio y Maderna y al que acudía con frecuencia Boulez. Eco bebió de las publicacio­nes de Incontri Musicali que debatían sobre nueva música y lingüístic­a estructura­l, y también cuenta que fue en los conciertos del Domaine Musicale (19541973) que Boulez organizaba en París, que conoció a Roland Barthes. Esta serie, coincident­e con los años de formación de compositor­es españoles como Luis de Pablo o Joan Guinjoan, fue una referencia en la sequedad de aquellos años de franquismo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain