Barcelona sí que es clásica
La capital concentra algunos de los acontecimientos musicales de este año
Adiferencia de lo que sucede en otros ámbitos de la cultural, Barcelona sí da la talla este año en sus propuestas de música clásica y ópera. Casi no es necesario viajar para asistir a espectáculos de primera índole. El 2016 arranca –y acaba– con Gustavo Dudamel, quien hoy mismo dirige en el Palau de la Música a la Sinfónica Simón Bolívar con Yuja Wang al piano y la monumental Sinfonía Turungalila de Messiaen en el atril. Con este gigantesco himno a la alegría y al amor, pues, con sus colores, estrellas y murmullos de la noche (“música de burdel”, decía el desaparecido Boulez), Dudamel echará el primer bidón de gasolina en las salas barcelonesas, para finalmente cerrar el año –tal como ha sido anunciado– desde el Musikverein de Viena con el concierto de Año Nuevo.
Sin salir del Palau. La siguiente parada obligatoria en la programación barcelonesa no se hará esperar: la pianista Mitsuko Uchida se pone al frente de la Mahler Chamber Orchestra el próximo lunes, con Mozart. No tiene por qué considerarse un acontecimiento musical, pero dice mucho de la materia prima que concentra la ciudad. Claro que antes se puede haber viajado a Madrid, para asistir el domingo al recital de Jonas Kaufmann con el que Teatro Real celebra su 200 aniversario. Eso sólo para los que son muy fans del tenor muniqués, pues el Palau lo acoge en junio a cuenta de la cancelación de 2014, de manera que en una misma temporada, la sala se permite tener a los dos tenores más aclamados del mundo: el 3 de febrero es Juan Diego Flórez quien sube su escenario con una de canciones napolitanas. Y en abril será el barítono Matthias Goerne quien se pertreche con el Winterreise de Schubert en un recital concebido en lo visual por el artista sudafricano William Kentridge.
¿Sobredosis de Gardiner? No, nunca se muere de exceso de excelencia. Pero conmueve que tanto L’Auditori como el Palau cuenten con este dios de la interpretación del barroco en el lapsus de dos meses: el 24 de enero ofrece la Gran Misa en Do de Mozart en L’Auditori, y el 15 de marzo vuelve a la ciudad con sus conjuntos para una Pasión según San Mateo de Bach en la que el Evangelista será nada menos que el tenor Mark Padmore. Para acabar de redondear la vis mística, Marc Minkowski dirige a Les Musiciens du Luvre en el Réquiem de Mozart (29 de marzo, Palau), y William Christie a Les Arts Florissants en la Misa en si menor de Bach, en junio.
Orquestas, las más. Antes de que acabe el mes habrá ocasión para escuchar a esa gran batuta que es Valery Gergiev, que acude a L’Auditori dentro del ciclo Ibercamera junto a la Filarmónica de Munich y –atención– la Patética de Chaikovsky, un repertorio irresistible en manos del ruso. Y, bueno, el día 31 será el turno de una de las tres mejores orquestas del mundo, la Royal Concertgebouw de Amsterdam, que aterrizará en el Palau dirigida por Semyon Bychko para ofrecer el Emperador de Beethoven y Una vida de héroe de Richard Strauss. Y la cosa no acaba aquí. Antes de que llegue la primavera, Ibercamera programa a la Simfònica de Viena con Adám Fischer, y trae más tarde a la Sinfónica de Radio Suecia, con Daniel Harding y Maria Joao Pires, y a la Royal Philharmonic con Pinchas Zukerman al violín y la dirección. Y el verano no podría comenzar de mejor manera, con Brahms en manos de la Filarmónica de Viena y Daniele Gatti (27 de junio en el Palau). Y ojo, la OBC se pone en manos de Lang Lang en L’Auditori, que tocará el piano a la vez que dirigirá, en una
actuación que puede ser histórica
Jeremy Irons + Beethoven. El Liceu va marcando estilo. Más que una cuesta, la de enero es una pista de despegue, primero con el estreno de Otello de Verdi en la voz del tenor argentino José Cura y, dos días después, con el recitativo de Jeremy Iros de Egmont. Esto es, la orquesta Wiener Akademie dirigida por Martin Haselbök y el actor británico en los pasajes que Beethoven incluyó en su obra inspirada en el clásico de Goethe.
Liceu, para empezar. Estos meses el Gran Teatre encadena títulos que por uno u otro motivo tiene su merecido atractivo. Al mencionado Otello, producción de la Deutsche Oper Berlin con montaje de Harald Thor –el regreso de José Cura al Gran Teatre tras largo tiempo–, le sigue –o se le intercala– en febrero el Otello de Rossini en versión concierto, que interpretará el aclamado Gregory
Kunde, un tenor todo terreno, que ya cantó el de Verdi este verano en Perlada. Le seguirá la última entrega de la Tetralogía de Wagner, El ocaso de los dioses,
con la ecotrágica puesta en escena de Robert Carsen y la dirección musical de Josep Pons (Lance Ryan e Iréne Theorin como Siegfried y Brünhilde). Pero lo verdaderamente imprescindible esta primavera será Written on Skin, una sobresaliente ópera contemporánea que dirigirá su propio compositor, George Benjamin, con la Mahler Chamber Orchestra. Y para quien guste más de los clásicos, nada más adecuado que un
Simón Boccanegra en la voz de Leo Nucci o Plácido Domingo.
Pasqual/Pons, apuesta por Mozart. Si el Liceu cierra esta temporada con La flauta mágica ,la próxima temporada pondrá en escena Le nozze di Figaro, con Josep Pons en el foso y Lluís Pascual a la reggia. Novedad, sí. Y en cierto modo atrevimiento, pues en esta plaza de las Ramblas, los Mozart nunca vendieron tan bien como... una buena Bohème.
Los imperdibles de Madrid. A golpe de Ave, los wagnerianos tienen un acontecimiento internacional: Das Liebesverbot (La prohibición de amar) de Wagner, una coproducción del Real y el Covent Garden que se estrena aquí el 19 de febrero. Por otra parte, el teatro madrileño exhibe el gran
Parsifal que produjo el Liceu con Zurich dirigido por Claus Guth. Y saca pecho con Moses und Aron de Schönberg y De Kaiser von Atlantis de Ullmann.
A tiro de avión. Valdrá la pena cruzar los Pirineos para esa Walkiria que se verá en Dresden dirigida por Christian Thiellemann y en la voz de Nina Stemme. O, ojo, para ese Boris Gudonov en la Ópera de Munich, con Kirill Petrenko y Calixto Bieito a la reggia. Desde que se ha confirmado que sustituirá a Rattle en la Filarmónica de Berlín, Petrenko despierta inusitado interés: pues bien, dirigirá también en Múnich Los maestros
cantores con Kaufmann en el papel de Walter. Y bueno, Juan Diego Flórez será Werther por primera vez, con Joyce Didonato, en el Théatre Chambps Elysées de París. Y más exclusivo todavía: Rattle en la Berliner Philharmonie acompañando al piano a un grupo de amigos en sesión de cámara junto a la mezzo Magdalena Kozena (9 febrero; luego se repetirá en el Wigmore Hall). Y hablando de París, en la Philharmonie Jordi Savall ofrece en marzo
La Resurrezione de Händel (y es que no se verá en Barcelona).