La Vanguardia

¿A Segunda? ¡Ahora, no!

- Joaquín Luna

Los derbis han vuelto a Barcelona, fútbol de cuentas pendientes y enemistade­s de proximidad, gracias a un enero intenso, nada que ver con aquellos eneros tontos. El Barça-Espanyol fue de todo menos tonto y muy pronto quedó claro que Messi quería hablar sobre el campo –fuera del campo que hable Sagasta– y dejar claro que la calidad con determinac­ión es imparable, con o sin reglamento.

“¡A segunda”, fue el grito clasista del Camp Nou, menos concurrido de lo que merecía el partido y más animado de lo esperable en una noche asquerosa. Son las contradicc­iones del fútbol: los culés felicitan el año nuevo a los pericos con una maldición gitana cuando anoche esos mismos culés disfrutaro­n especialme­nte con el placer de doblegar a un buen Espanyol. ¿Ahora que han vuelto los derbis a Barcelona y el espíritu perdido de la fuente de Canaletes vamos a enviar a los pericos a Segunda?

La fuente de Canaletes no es lo que era: aquellos señores de edad respetable caminan ahora mucho, van de culo llevando nietos al parvulario y frecuentan los gimnasios. Ya no hay tiempo para discutir de fútbol frente a una fuente tomada por los turistas, que se hacen muchas fotos pero se olvidan de beber el agua de la fuente y a saber si volverán a Barcelona. Además, para discusione­s tontas ya tenemos las redes...

El espíritu de Canaletes lo puso Lionel Messi, que nada más empezar el match ya le dio un recadito al lateral Álvarez en la banda. El partido de Messi fue la mejor muestra de respeto que un futbolista puede dedicarle a su rival. El argentino trató de usted al Espanyol y le dedicó la concentrac­ión que gasta en los grandes partidos,

El espíritu perdido de Canaletes lo puso Messi, que dedicó a Pau López la mirada típica de la gente que manda

marcando el tono de revanchist­a del encuentro.

El once del Barça saltó al campo a hacerse perdonar la tarde tonta del Power 8, con el objetivo de que la próxima visita, en una semana, todos los españolist­as se arrepienta­n del calendario. Naturalmen­te, los dos puntos perdidos no tenían retorno pero el Barça tuvo una idea muy clara, especialme­nte en la segunda parte: sentenciar la eliminator­ia y devolver el chasco. El árbitro puso además su granito de arena con la expulsión injusta de Diop.

El partido de Messi –sin desmerecer la exhibición de Iniesta– tuvo una dimensión enciclopéd­ica: todo el fútbol, el fútbol y sus circunstan­cias, quedó explicado. El repertorio, el ritmo, la visión, el remate... Fue un partido sabio y cargado de motivación juvenil. Anoche, Messi lo hizo todo bien. Incluso dedicarle unas palabras y dedicarle esa mirada dura y fría de quienes mandan y mandan mucho a Pau López tras su pisotón con mala sombra.

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