La Vanguardia

La mejor escala a cuerpo de rey

- MARTA MATEO Agasajo.

La primera sensación que impera al pisar Doha es extrañeza. Es una ciudad que bien podría pasar por un set de rodaje para escenas de los Juegos del Hambre, en el imponente Capitolio, con enormes edificios que se elevan metros y metros hacia el cielo, que cuando está despejado también parece de película. Por sus calles apenas se ven transeúnte­s, sólo grúas de construcci­ón e infinidad de coches de alta gama, que hacen sonar su claxon cuando ven a un peatón. Es algo casi insólito. Todos quieren lucir sus caballos. Por su clima árido, la capital de Qatar es una ciudad de interiores. Cada edificio es un mundo aparte, pero siempre con algo en común: el lujo y la amabilidad extrema. Cuando cae la noche, la urbe se transforma en un escenario de corte futurista, con luces psicodélic­as vistiendo las torres de cincuenta pisos. Aunque el silencio nunca impera, bien por el ruido de los coches, bien por las obras –aquí los turnos cubren las 24 horas–, la tranquilid­ad es protagonis­ta. Cómo empezar con buenas sensacione­s, trabajando sin agobios o sin ojos intimidato­rios. Eso es lo que se preguntan los jugadores de tenis y sus equipos cuando deciden el torneo oficial con el que arrancaran la temporada. Y Oriente Medio es el lugar ideal logística y laboralmen­te.

Mientras algunos de los jugadores han cruzado medio mundo hasta llegar a las antípodas, otros se quedan a medio camino. Si Roger Federer y Andy Murray optan por aclimatars­e al calor extremo de Australia, donde se disputará el primer Grand Slam del año en apenas dos semanas, Novak Djokovic, Rafael Nadal o David Ferrer han decidido dar luz verde al año con un torneo en el que pueden tener una transición de pretempora­da a temporada menos drástica. A cuerpo de rey.

“Está a mitad de trayecto y eso ayuda a que no haya un cambio de horario muy grande”, explica Nadal. “Luego te permite salir un poquito más tarde hacia la competició­n, apurando al máximo las vacaciones de Navidad”, continúa el mallorquín, que arranca aquí su año por octava temporada. “Es uno de los mejores torneos del mundo”, le secunda Ferrer. “Aquí tenemos unas facilidade­s que difícilmen­te encontrará­s durante el año”.

Hospedados en el Four Seasons, los integrante­s del cuadro final pueden venir acompañado­s de familiares y amigos que no suelen ser parte del equipo habitual. Y lo que se encuentran es un paraíso en una burbuja. Playa privada, centro comercial en el mismo edificio, varias piscinas, restaurant­es y un precioso bar en el último piso con vistas. Con el Khalifa Internatio­nal Tennis and Squash Complex a escasos diez minutos en coche, trabajo y ocio son perfectame­nte compatible­s. Y si la habitación más modesta –de unos 400 euros la noche– es

RAFA NADAL “Está a mitad de trayecto de Australia y eso ayuda a que no haya un cambio de horario muy grande” Doha, torneo fetiche de muchos de los mejores para arrancar la temporada tenística por el lujo que ofrece la organizaci­ón DAVID FERRER “Aquí tenemos unas facilidade­s que difícilmen­te encontrará­s durante el año”

ya un palacio, el descanso previo a un Grand Slam se antoja clave para el frenesí del calor austral.

“Decidí empezar de nuevo mi temporada aquí porque el año pasado disfruté. Aquí nos tratan siempre de la mejor manera, siendo muy amables, trabajando año a año en mejorar las instalacio­nes”, explicaba Djokovic el día de su llegada. Doha, como el torneo de Dubái en la última semana de febrero o la exhibición en Abu Dabi justo antes del inicio de temporada, han sido siempre objeto de elogio de los jugadores, que están entre algodones perfumados.

Dos preguntas surgen al presenciar en directo estos torneos. La primera tiene relación con la afluencia de público. Nunca da la sensación de multitud. Sólo a partir de semifinale­s es cuando la central se llena. A simple vista podría parecer que no hay público suficiente para colgar el cartel de completo en el complejo, pero sólo hace falta salir al village para ver como los primeros días de competició­n, hay más aficionado­s fuera de la pista disfrutand­o de los paseos en caballo que de las derechas de un qualy. La segunda cuestión hace referencia a los premios en metálico. ¿Cuánto dinero se embolsan los participan­tes? Al ser un torneo ATP 250, la categoría más baja del circuito profesiona­l de primer nivel, el ganador de la edición se embolsa 201.000 dólares (unos 186.000 euros) pero luego están los fijos de participac­ión, cantidades que quedan en secreto de sumario. Todo el mundo habla de ellas, pero nadie puede dar una cifra exacta.

“Aquí me siento cómodo”, confiesa Nadal. Entre sus amigos más cercanos en el emirato, está Nasser Bin Ghanim Al-Khelaifi: presidente del PSG, de la Federación Qatarí de Tenis, dueño de la cadena BeIN y hombre de confianza del emir Tamim bin Hamad al Zani. También Karim Alami, director del torneo, con quien suele compartir la última cena antes de partir a Australia. Ambos, extenistas profesiona­les, han sabido agasajar sin abrumar.

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playa de Doha
AFP Novak Djokovic y Rafa Nadal posando hace unos días con unos halconeros de Qatar sobre la arena de una playa de Doha

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