Los temas del día
El temor creciente en los mercados a la situación económica de China; y el ataque terrorista abortado en París.
EN los primeros días de este nuevo año han estallado con intensidad en las bolsas mundiales los temores sobre el estado de la economía china con que se despidió el 2015. Los malos datos sobre la evolución de la industria manufacturera del gigante asiático han hundido esta semana más de un 14% la bolsa de Pekín y han arrastrado a la baja al conjunto de mercados mundiales, que también han sufrido severas caídas por el temor al efecto contagio de la crisis china en la economía internacional. Hace mucho tiempo que no se recuerda un inicio de año tan malo. Es un mal augurio para el 2016 justo cuando la recuperación debía afianzarse.
El gran temor que revelan las fuertes caídas de las bolsas durante estos días es que China se encuentre a las puertas de un ajuste drástico de su economía después de treinta años de intenso crecimiento en los que ha ejercido de locomotora de la actividad internacional. Algún día u otro este aterrizaje tenía que llegar y había dudas de cuándo y cómo se produciría. Las autoridades chinas, a base de ingentes inversiones públicas y de masivas intervenciones en los mercados financieros, intentan que ese aterrizaje sea suave, pero está por ver si lo consiguen. El consumo privado interno, que debe tomar el relevo al sector público y a las exportaciones como motor de crecimiento, no acaba de despegar debido, en gran parte, a la gran propensión al ahorro que existe en el país.
De confirmarse los temores bursátiles, el progresivo parón del gigante asiático, que representa un 17% del producto interior bruto mundial, intensificará sus efectos sobre la economía del planeta en múltiples frentes. De entrada hundirá todavía más el precio de las materias primas y del petróleo, al reducir sus compras, lo que agravará la situación de los países productores y de los países emergentes, algunos de los cuales, como Rusia y Brasil, se encuentran ya en recesión, mientras crecerá la pobreza en todo el orbe. Ello, a su vez, afectará a los países industrializados, especialmente la Unión Europea y Estados Unidos, que verán reducidas sus exportaciones y, en consecuencia, sus economías crecerán menos de lo previsto. Todo esto es lo que anticipan las caídas bursátiles. Alemania será el país más afectado, lo que explica que haya sido la bolsa europea que más ha caído estos días.
El abaratamiento de las materias primas y del petróleo, que ya está cerca de los 30 dólares por barril, actúa como estímulo para el crecimiento, por el ahorro que supone para empresas y ciudadanos. Pero, asimismo, aviva las tendencias deflacionistas contra las que luchan los bancos centrales, especialmente el Banco Central Europeo, con masivas inyecciones de capital. Este exceso de liquidez, sin embargo, no incide directamente en la economía productiva, sino que, en buena parte, alimenta el riesgo de burbujas especulativas en el mercado de deuda pública y de obligaciones, lo que supone otro riesgo de desestabilización financiera, junto con las turbulencias en los flujos de capital que puede generar la subida de tipos en Estados Unidos.
Ante este escenario, agravado por las tensiones geopolíticas –amenazas nucleares de Corea del Norte y crisis entre Irán y Arabia Saudí–, hay analistas, como el millonario George Soros, que afirman que la situación podría llevar a medio plazo a una nueva recesión mundial, como la que se inició en el 2008, si la desaceleración de China se agravase. El gigante asiático es el problema del momento para el mundo y cada día asusta más. Pero no es bueno dejarse llevar por el pánico. La situación de Estados Unidos y de la Unión Europea, en cualquier caso, es mucho más fuerte y está mucho más saneada que entonces.