La ONU fuerza a El Asad a retirar el cerco a una ciudad muerta de hambre
Los 42.000 habitantes de Madaya viven sitiados desde hace seis meses
El régimen sirio se vio obligado ayer a permitir la entrada de comida en la ciudad rebelde de Madaya, sitiada desde hace seis meses por el ejército de Bashar el Asad, ante la presión internacional por la hambruna que ya ha provocado decenas de muertes y amenaza a miles de habitantes.
Las fotografías de cuerpos esqueléticos que han comenzado a emerger hablan por sí solas del drama de Madaya, agudizado con la llegada del invierno. “Vivíamos de plantas y hojas de árbol, pero ha nevado mucho y ya no hay hierbas”, relataba desde la ciudad Mayid Ali, de 28 años.
“La gente ha empezado a comer tierra”, explicó a su vez Abdel Wahab Ahmed a la cadena BBC. Otros hablan de perros y gatos sacrificados. Los pocos alimentos que pueden encontrarse tienen precios desorbitados: un saco de leche en polvo costaba esta semana cien dólares (92 euros), un kilo de arroz, 150 dólares; y de trigo bulgur, 280.
Además de las denuncias de la ONU, la oposición siria había amenazado con boicotear las conversaciones con el Gobierno si no levantaba su asedio.
Unas 42.000 personas, en su mayoría civiles, están atrapadas en Madaya. Muchos son desplazados del bastión rebelde de Zabadani, también sitiado por las fuerzas del régimen. Madaya es una localidad de mayoría suní a 25 kilómetros al noroeste de Damasco, cerca de la frontera con Líbano. Ubicada en las monta- ñas, era antes de la guerra una localidad de veraneo de los sirios con posibles, que acudían atraídos por su clima fresco.
La última vez que un convoy de asistencia de la ONU, el Comité Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja Siria entró en Madaya se remonta al 18 de octubre, tras un acuerdo local entre la oposición y el régimen. En diciembre se evacuó a algunos heridos. Desde entonces la ONU no ha podido entrar pese a haberlo solicitado en diversas ocasiones. El régimen de El Asad bloqueaba el acceso mientras sus tropas, con el apoyo de las milicias chiíes libanesas de Hizbulah, bombardeaban la ciudad y mataban a quienes intentaban huir. Minas terrestres y francotiradores rodean la localidad.
La ONU había levantado la voz en los últimos días al recibir “informaciones fiables” de varias muertes en Madaya. Según Médicos sin Fronteras, 23 personas han fallecido de hambre desde el 1 de diciembre. “Seis eran menores de un año y cinco mayores de 60 años, y los otros doce tenían entre cinco y 60 años. Dieciocho eran hombres y cinco mujeres. Esto demuestra que la situación está afectando todos los grupos de edad y los dos sexos”, advirtió la oenegé en un comunicado, que califica Madaya de “gran cárcel al aire libre”.
La ONU, que había advertido que “miles de personas corrían el riesgo de morir por inanición”, celebró que Damasco haya cedido y anunció que reanudará el suministro alimentario lo antes posible. La ONU anunció que también proporcionará el mismo tipo de ayuda a las dos localidades chiíes de Fua y Kafraya, que están rodeadas por fuerzas rebeldes. Ubicadas en la provincia de Idlib (noroeste de Siria), suman 20.000 habitantes.
Precisamente, los activistas de la oposición llevan tiempo denunciado que Damasco ha intensificado el sitio a Madaya en represalia por el cerco a Fua y Kafraya. También ahí la situación se ha deteriorado sensiblemente desde septiembre, cuando cayó una base aérea gubernamental cercana desde donde despegaban helicópteros con cargamentos de alimentos.
Los sitios se han convertido en una estrategia habitual de la guerra siria, que después de cinco años ya suma 250.000 muertos. El Gobierno ha cercado zonas rebeldes cerca de la capital. Hace un par de años, por ejemplo, ya dieron la vuelta al mundo las terribles fotografías de la hambruna del campo de refugiados palestinos de Yarmuk, en las afueras de Damasco.
Más recientemente, también los grupos rebeldes se han dedicado a sitiar localidades que apoyan al Gobierno, como los dos pueblos de Fua y Kafraya. El grupo yihadista Estado Islámico mantiene bajo asedio barrios hostiles en la ciudad de Deir al Zur, en el noreste del país.
La ONU también llevará alimento a dos pueblos chiíes sitiados por los rebeldes “La gente ha empezado a comer tierra”, explica un vecino de Madaya
No en vano, la ONU subrayó que hoy en Siria hay unas 400.000 personas atrapadas en quince lugares asediados como Deir al Zur, Daraya y otras zonas de los alrededores de Damasco, además de los que van a recibir auxilio en esta ocasión. Durante el año pasado, sólo el 10% de las peticiones de ayuda humanitaria en áreas cercadas de Siria fueron atendidas.
Una comisión de investigación de la ONU ha denunciado que los sitios están siendo usados “de una forma despiadadamente planificada” en Siria, con el objetivo de “obligar a una población, colectivamente, a rendirse para no morir de hambre”.