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Las consecuencias de lo ocurrido en Colonia la noche de Fin de Año, donde cientos de mujeres fueron acosadas y robadas en extrañas circunstancias por hombres amparados en la festiva multitud; y el paso atrás de Susana Díaz en su indisimulado deseo de asaltar la sala de mandos del PSOE.
LA sobreactuación de la presidenta andaluza, la socialista Susana Díaz, en su campaña por desbancar a Pedro Sánchez del liderazgo del PSOE, le está empezando a pasar factura política. La más que probable convocatoria de elecciones en Catalunya, si se confirma el fiasco del acuerdo entre Junts pel Sí y la CUP, obliga a retrasar la celebración del congreso federal socialista previsto para el próximo febrero para decidir sobre el futuro secretario general del partido, lo que desmonta los planes de la lideresa andaluza para alcanzar sus objetivos. Hasta el punto de que ayer dio un giro táctico y apoyó la propuesta de Sánchez por alcanzar un gobierno de izquierdas, siempre que los apoyos que obtenga no pongan en duda “la unidad de España”, en referencia a la aceptación de un referéndum en Catalunya por parte de Podemos.
Pero siendo evidente que la situación catalana está en la base de ese cambio táctico de Díaz, también lo es que su desatada ambición por el liderazgo del PSOE ha abierto heridas en el socialismo andaluz y en el español. Algunos líderes regionales andaluces han criticado a la presidenta de la Junta por poner el acento, desde la misma noche electoral del pasado 20 de diciembre, en la crisis del socialismo y su obsesión por obstaculizar un posible gobierno de izquierdas presidido por Sánchez, en lugar de enfocar su discurso en las dificultades de Mariano Rajoy por volver a presidir el Ejecutivo, que incluso podrían obligar a la convocatoria de unas legislativas que aún retrasarían más los planes de Díaz. Una actitud que también ha provocado el rechazo expreso de otros barones del socialismo español.
La probable pérdida de influencia política de Susana Díaz, tanto en el socialismo andaluz como en el español, y la posibilidad real, aunque muy difícil, de Pedro Sánchez de liderar un gobierno de izquierdas en España han obligado a Susana Díaz a un repliegue a sus cuarteles de invierno del sevillano palacio de San Telmo, máxime si se tiene en cuenta que además, desde la oposición, le achacan parálisis al estar más preocupada por hacerse con el liderazgo del PSOE que en ejecutar en Andalucía el programa alcanzado en los pactos de gobierno de la Junta.
En todo caso, el giro de Susana Díaz da un respiro y tiempo a Pedro Sánchez para consolidarse al frente del PSOE. Si además llegara a un acuerdo para formar gobierno, el partido podría ver relanzadas sus expectativas de futuro. En caso contrario y de celebrarse unas nuevas elecciones legislativas, la suerte de Sánchez estaría en el alero.