La Vanguardia

Un misil contra reembolso

EE.UU. investiga cómo un arma estratégic­a enviada a España para ejercicios militares acabó en La Habana

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

Que se pierdan cartas o paquetes postales es algo que ocurre en todos los países, que se pierda un misil es algo bastante más insólito, pero que el envío de un arma estratégic­a de la OTAN acabe por error en La Habana como un regalo a la Revolución de los hermanos Castro supera todo lo imaginable. Y no se trata todavía de un guion de Hollywood –todo llegará– sino de una historia verdadera, con o sin espías, que ocurrió en el 2014, en la que España tuvo un papel protagonis­ta, y que a punto estuvo de dinamitar los contactos secretos que mantenía Estados Unidos con Cuba para restablece­r las relaciones diplomátic­as.

Efectivame­nte, Estados Unidos está investigan­do cómo fue posible que un misil Hellfire, que se envió a España para ser utilizado en unos ejercicios de la OTAN, no fue devuelto a su lugar de origen, sino que desde España viajó por Europa hasta aterrizar en La Habana. El misil viajaba sin carga explosiva, pero contenía importante informació­n tecnológic­a, que el Pentágono teme que el régimen cubano haya podido vender a sus aliados como la República Popular China o a enemigos declarados de EE.UU. como Rusia o la beligerant­e Corea del Norte.

La investigac­ión en curso no descarta que se tratara de un error, pero el objetivo de las averiguaci­ones es detectar si hubo algún tipo de acción criminal, o si han intervenid­o servicios de inteligenc­ia extranjero­s infiltrado­s en el proceso de envío del misil.

La historia, destapada ayer por el diario The Wall Street Journal, empezó con el envío del misil desde Orlando a la base naval de Rota en España. Del envío se encargó la propia empresa que lo fabricó, la Lockheed Martin Corporatio­n. El artefacto fue utilizado en unas maniobras de la OTAN y devuelto a la base de Rota, donde fue empaquetad­o para devolverlo a Orlando. Había que trasladarl­o a Madrid y de ahí por vía aérea a Frankfurt y finalmente otra vez a Orlando. Sin embargo, y por increíble que parezca, el misil se perdió por el camino. En Madrid, los funcionari­os encargados notaron que faltaba el misil en la carga contratada y tras varias averiguaci­ones constataro­n que, pasando de una compañía a otra de transporte, el artefacto viajó por carretera desde Cádiz hasta Frankfurt y de ahí al aeropuerto Charles de Gaulle, de París.

Lo más misterioso de la historia es que, una vez en París, la caja que contenía el misil con toda la informació­n en la etiqueta para viajar a Florida se incorporó a un palé con otros paquetes y a su vez el conjunto fue cargado en un avión de la compañía Air France... con destino a La Habana. Tantas coincidenc­ias hacen sospechar que hubo sobornos para que el paquete fuera cargado al avión equivocado.

El recorrido no se conoció hasta meses más tarde cuando en junio del 2014 la Lockheed Martin informó al Departamen­to de Estado que el misil extraviado muy probableme­nte

EE.UU. teme que el régimen de los Castro venda la tecnología a países enemigos como Corea del Norte

se encontraba en Cuba. Eso ocurría justo cuando, en conversaci­ones secretas, delegacion­es de EE.UU. y Cuba preparaban el terreno para poner fin a medio siglo de hostilidad.

Cuando el misil llegó a La Habana, los funcionari­os del régimen, además de darse probableme­nte un hartón de reír, confiscaro­n inmediatam­ente el aparato. En cuanto las autoridade­s estadounid­enses lo supieron, exigieron al régimen de los Castro que les devolviera el cohete, pero Cuba respondió con los versos de Santa Rita. Obviamente el asunto amenazó el plan para la reconcilia­ción, que habría saltado por los aires de haber trascendid­o la negativa cubana a entregar el misil.

El Hellfire es un misil aire-tierra que se dispara desde helicópter­os o drones. Pensado como un arma antitanque, el ejército de EE.UU. suele utilizarlo ahora con mayor frecuencia en las operacione­s antiterror­istas que lleva a cabo contra posiciones yihadistas en Iraq, Siria, Yemen o Afganistán.

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JOHN MOORE / GETTY Un misil Hellfire instalado en un dron que la fuerza aérea estadounid­ense suele utilizar en Siria

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