Seguimos atrapados
La actual situación política de Catalunya y la del resto de España no tienen parangón en nuestra historia más reciente. Mantienen los expertos en la materia que la transición de la dictadura a la democracia fue modélica, pero el inexorable paso del tiempo ha hecho mella en una Constitución a la que las nuevas generaciones reclaman que se le haga un higiénico lifting. Cabe poner al día el texto de una Carta Magna que resuelva el laberinto en el que ahora mismo se encuentra atrapada la res pública, o sea, la cosa pública del país.
Los últimos procesos electorales determinaron el fin de un gastado bipartidismo y el principio de un nuevo paradigma político en el que empiezan a estar representadas las emergentes propuestas ideológicas. Y mientras meditaba sobre cuestiones tan candentes, acudía a mi mente la mitológica historia del laberinto de Creta, construido por Dédalo para esconder al Minotauro. Creta se me antoja la antigua Hispania y Dédalo el perverso arquitecto que intenta ocultar el Minotauro de la regenerada democracia española. El problema estriba en que los impulsores de la nueva política no acaban de ver claro sus futuras alianzas. A los que pretenden volar a Ítaca, desde tierras mesetarias les advierten que Ícaro ya fracasó hace siglos en su vano intento. Mas todavía hay quien piensa que aún es posible huir del laberinto y viajar a Ítaca. Finalmente, los de la CUP han dictado sentencia en contra de la investidura de Mas como presidente y todo hace presagiar que habrá nuevas elecciones en marzo. Y para remachar el clavo del oscuro panorama político que tenemos por delante, también siguen pintando bastos a la hora de saber quién será el nuevo presidente del Gobierno español. O sea, que seguimos atrapados en el laberinto. MANUEL DOBAÑO PELÁEZ El Prat de Llobregat