La ciudad de los museos
La capital de la Costa del Sol forja una identidad nueva gracias a la apabullante oferta artística de los últimos años
Todo aficionado al arte se ha encontrado en los últimos tiempos con la necesidad de incluir a Málaga dentro de sus visitas obligatorias, ya que la ciudad ha ido forjando una oferta museística y cultural de primer orden.
La instalación en su muelle del primer Centro Pompidou que sale de Francia, y la inauguración del Museo Ruso, abastecido de obras procedentes del Museo Nacional de San Petersburgo, se une a los ya establecidos con anterioridad como el Museo Picasso, el Carmen Thyssen, el Centro de Arte Contemporáneo, la casa natal de Pablo Ruiz o el Museo Revello del Toro.
A esta oferta deben unirse otras también de gran interés como el Museo del Vino, el Museo Automovilístico o el de Costumbres Populares. Hasta 29 centros expositivos que se ampliarán a finales de año con la apertura del Museo de Málaga, que reunirá en el edificio de la Aduana piezas procedentes del antiguo Arqueológico y del museo de Bellas Artes.
Pero Málaga es mucho más que arte y el viajero deberá reservar tiempo para recorrer la ciudad.
1 er día LA CIUDAD: EL CENTRO
La capital de la Costa del Sol tiene la ventaja de que su centro histórico acoge la mayoría de los monumentos que deben ser visitados. El viajero podrá realizar una completa gira a pie, sin necesidad de grandes recorridos. Se puede iniciar la visita por el castillo de Gibralfaro, cuyos orígenes se remontan a la época fenicia y que forma un conjunto fortificado junto a la Alcazaba musulmana, fortaleza árabe de defensa del siglo XI con un interesante entramado de fortificaciones internas y desde cuyas murallas se tiene una impresionante panorámica de la ciudad. A los pies de la Alcazaba descansa el teatro romano, y donde se representan obras de teatro clásico durante el verano.
Muy cerca se levanta la catedral de la Encarnación, conocida popularmente como La Manquita pues nunca se terminó de acometer una de las dos torres que deberían coronar el monumento. Su interior es una muestra de las diversas etapas artísticas que se fueron sucediendo desde el inicio de la construcción, un viaje entre el gótico y el renacimiento.
La pausa para el almuerzo del visitante debe realizarse en alguno de las decenas de bares y restaurantes que rodean la catedral, o los de la calle Alcazabilla, entre los que destaca con luz propia la taberna El Pimpi, foco de atracción para todos los personajes ilustres que han visitado la ciudad en las últimas décadas.
La noche debe reservarse para pasear por la calle Larios. Un incesante trasiego de gente que entra y sale de las tiendas de grandes marcas y los animados y ruidosos bares y restaurantes que se esparcen por las calles perpendiculares hacen de esta calle el alma de la ciudad.
Para cenar es muy recomendable ir a alguno de los chiringuitos para disfrutar de sus famosos espetos de sardinas o pescado.
2o día LOS MUSEOS: EL MUSEO RUSO Y EL CENTRO POMPIDOU
Como la tarea de visitar toda la oferta malagueña es imposible, hay que seleccionar con cuidado, y de acuerdo con los gustos personales, los museos que se visitarán. El mejor consejo sería empezar por los que se encuentran en el centro histórico, acudir al Pompidou a última hora de la mañana y dejar para la tarde el Museo Ruso y el del Automóvil, que se encuentran algo más alejados.
Imprescindible, la visita al Museo Picasso, inaugurado en el palacio de Buenavista en octubre del 2003, donde el visitante puede contemplar algunas de las mejores obras del pintor malagueño, cedidas por su nieto y su nuera, Bernard y Christine Ruiz-Picasso, como Olga Khokhlova con mantilla, Mujer con los brazos levantados o Madre y Niño. El Thyssen, ubicado en un palacio del siglo XVI, se ha ido consolidando desde hace cinco años como un centro de referencia de la pintura andaluza, donde también pueden admirarse obras de maestros del romanticismo y realismo del siglo XIX como Sorolla, Fortuny, Zuloaga, Canals o Julio Romero de Torres.
Pero por haberse establecido en Málaga hace apenas unos meses, el Pompidou y el Museo Ruso son los más llamativos. La primera sede extranjera del centro francés se ubica en pleno muelle de Málaga, un edificio de paredes blancas, que visto desde fuera parece un gran barco. Obras de Frida Kahlo, Chagall, Bacon, Picasso, Miró o Léger, en una auténtica inmersión en el arte moderno y contemporáneo.
Algo más alejado, en la parte oeste de la ciudad, junto al paseo marítimo de Huelin, se encuentra el Museo Ruso que en su colección permanente exhibe cerca de un centenar de obras procedentes de los fondos del Nacional de San Petersburgo. Una visita donde pueden admirarse piezas de gran valor que recorren la historia de la pintura rusa del siglo XV al XX, con joyas como El espejo (1915) de Marc Chagall o La boda de Nicolás y Alejandra, de Ilya Repin, además de obras clásicas de grandes dimensiones de Konstantin Makowski, la pintura cubista de Olga Rozanova, discípula de Picasso, o la magia de Kandinsky.