Àngels Barcelona presenta la obra de Im Heung-soon premiada en Venecia
‘Factory Complex’ documenta la explotación laboral de la mujer en Corea
La galería Àngels Barcelona presenta por primera vez en una galería la obra de Im Heung-soon (Corea del Sur, 1969), el artista que obtuvo el León de Plata en la última Bienal de Venecia. La exposición consta de dos partes y se puede contemplar como una sesión doble de cine, o de vídeo, que ya es casi lo mismo: el mismo arte audiovisual.
La visita completa de la muestra ocupa cerca de dos horas. La primera parte es una proyección del largometraje premiado en Venecia, Factory Complex (2014), y la segunda es un vídeo reciente –Reincarnation (2015)– que se proyecta en doble pantalla en dos paredes perpendiculares, en un rincón de la sala. Este último contrapone dos modos de sentir las consecuencias traumáticas de dos guerras distintas (la de Vietnam y la de Irán e Irak). Es un ejercicio interesante, en momentos histriónico y dramático y en otros momentos sutil en su modo de emplear el paisaje de la selva y del desierto como elemento expresivo.
Sin embargo, es el documental Factory Complex la obra que merece especial atención. Su visionado me parece necesario, tanto como el de otros documentales anteriores que lograban ir a fondo en cuestio- nes históricas y sociales fundamen- tales, por ejemplo el largometraje Videogramas de una revolución (1992), de Harun Farocki y Andrei Ujica, sobra la caída del tirano ru- mano Ceaucescu, el más corto No- che y niebla (1955), de Alain Resnais en colaboración con Jean Cayrol y Chris Marker, y el larguísimo me- traje (unas diez horas) Shoah (1985), de Claude Lanzmann. En este caso el tema no es –como en los citados– ni la revolución televisada en directo ni el genocidio o humanicidio perpetrado por los nazis, sino la explotación laboral en algunos países asiáticos, y especialmente la explotación industrial de las mujeres en la Corea del Sur del “milagro económico”. Claro que no existen los milagros, y tampoco los económicos. En la Corea jerárquica, patriarcal, posmedieval y neoliberal de los años setenta del siglo pasado, los grandes beneficios para algunos fueron obtenidos mediante el sufrimiento de muchos y de muchas, tal como sucedió en el siglo XIX, cuando algunos europeos “civilizados” tenían esclavos en las colonias y enviaban a niños a las minas y a las fábricas.
En las numerosas entrevistas a mujeres trabajadoras que aparecen en Factory Complex se nos informa de unas condiciones de trabajo indignas, inhumanas, inaceptables, existentes en la Corea del siglo pasado, pero también en las sedes camboyanas de fábricas coreanas actuales. No se permitía, por ejemplo, que una mujer en periodo pudiera perder un minuto en ir al lavabo por motivos de higiene.
Por desgracia, no son hechos superados, y fotoperiodistas como Kim Manresa, Samuel Aranda o Fernando Moleres pueden testimoniar que esta explotación inaceptable continúa hoy, y que la ejercen contra niñas y chicas asiáticas algunas marcas occidentales de gran renombre.
Factory Complex nos informa –con el apoyo de documentos de la época– de las manifestaciones obreras y de su violenta represión. Lo peor, con todo, eran las condiciones de trabajo tóxicas y letales, que provocaron leucemia, caída de cabello y cáncer en trabajadoras de una empresa de pelucas y de la conocida firma Samsung, que más tarde, tras muchas protestas, rectificó.
Esta obra de Im incluye, como las películas del director japonés Yasujiro Ozu, momentos o insertos que significan un marco más general, a veces una salida poética. Pero lo único maravilloso de este documental es pensar que quienes explotaron de ese modo a tantas trabajadoras, posiblemente nunca sospecharon que el hijo de una de aquellas obreras, llamado Im Heung-soon, tendría un talento y una claridad expresiva fuera de lo común para la realización de documentales audiovisuales. Y acceso a una proyección internacional. Àngels Barcelona. Pintor Fortuny, 27. Hasta el 22 de enero.