La Vanguardia

Baloncesto, como cambiar cromos

Tim Duncan rompe las normas en un mundo en continuo cambio: lleva 18 años en los Spurs

- Sergio Heredia

Jamás olvidaré el partido en el que Michael Jordan y yo nos combinamos para sumar 70 puntos; él logró 69. Y yo, uno

Stacey King

–Te lo diré de corrido. El quinteto titular del Barça en los años ochenta: Solozábal, Epi, Sibilio, Norris y el lagarto De la Cruz. –... –Y el del Madrid: Corbalán, Biriukov, Iturriaga, Fernando Martín y el gigante Romay.

–Tú te has tragado mucho baloncesto. –Y que lo digas, Epi. Empiezo a sentirme como un friki, pero ya nada me detiene:

–Espera, que sigo. La Penya: Rafa Jofresa, Montero, Villacampa, Margall y Jiménez.

Levanto la vista y descubro que Epi (Juan Antonio San Epifanio, 56), sentado al otro lado de la mesa, me mira con cara de póquer.

Intrigado, este fenómeno del baloncesto intenta averiguar a dónde pretendo llegar. No me paro: –Y ahora, la guinda. Epi: tú metías 25 puntos por partido. Berkovitz los metía para Israel. Riva, para Italia. Los griegos tenían a Gallis. Los soviéticos, a Rimas Kurtinaiti­s. Los alemanes, a Schrempf. Los franceses, a Dacury. Los yugoslavos, a Drazen Petrovic... –Vale, vale, ¿y...? –Lo siento, Epi, pero no podré darte el quinteto del Barça actual. Conozco a Navarro, y poco más. En el Madrid me suenan Rudy, Llull y Sergio Rodríguez. En el Joventut, ni papa. ¿Qué está pasando? ¡Los cambian como cromos!

Epi retrocede, se acomoda en el sillón. Se toma un tiempo antes de responder. Ignora el pitido de su móvil, el aviso de un whatsapp. Arma el brazo y lanza el balón:

–Es verdad. Yo lo atribuyo a dos razones. En nuestra época, no había la dispersión de oferta actual. Hoy tienes cien canales de televisión. Puedes elegir qué quieres ver: golf, póquer, pesca... Cuando nosotros jugábamos, la oferta se reducía a dos canales. Así que los que salíamos por televisión teníamos mucha más visibilida­d.

¡Cuántas veces vi a este hombre jugar en televisión! “¡Métela, Epi, métela!”, voceaba junto a mis hermanos. Sudábamos de nervios.

–Además, hoy apenas hay trayectori­as largas en un club. Los jugadores saltan de un equipo al otro. Y muchos de ellos, al final, acaban dando el paso definitivo a la NBA. Bajo esos parámetros, lo normal es que te olvides de sus nombres.

El fenómeno, el intercambi­o de cromos, se da aquí, en España. Y en Europa (hay movimiento continuo en el Maccabi, en el CSKA de Moscú o en el Panathinai­kos). Y también en Estados Unidos. ¿Por cuántos equipos ha pasado Lebron James? ¿Y Pau Gasol? Con tanta vuelta, les perdemos la pista. No los identifica­mos con un color.

Por ese mismo motivo, la historia de Tim Duncan (39) merece un punto y aparte.

Duncan llegó en 1997 a San Antonio Spurs, su primer equipo en la NBA. Y allí se ha quedado. Duncan fue la torre gemela de David Robinson en sus primeros cursos. Y miembro de un tridente decisivo en los últimos años, junto a Tony Parker y Manu Ginóbili. Ha ganado cinco anillos de campeón del mundo (así de pomposos son en la NBA) y ha sido designado MVP de la temporada en dos ocasiones. Y en noviembre batió un récord: sumó 954 victorias con un mismo club, algo que nadie había alcanzado antes (hasta la fecha, el récord lo tenían John Stockton y sus 953 triunfos con Utah).

–Estos estadounid­enses sacan estadístic­as de debajo de las piedras –dice Epi.

–Sí, pero este dato dice mucho de Tim Duncan. Le distingue. Lo convierte en la marca de identidad de un club. Viene a decirnos que será difícil que le veamos jugar con ningún otro equipo...

–También dice mucho de su educación. Entiendo que hoy hay menos compromiso con la familia, con la pareja, con el trabajo –dice Epi–. Hacemos lo que nos apetece y cuando nos apetece. Pienso que en nuestra época había más compromiso. Pero también pienso que Duncan se encuentra en esa línea de compromiso. Es un tipo muy profesiona­l, humilde, trabajador, buen compañero. En el vestuario se habla maravillas de él. Nunca le hemos visto pasarse de la raya...

–Por ese motivo, Duncan tampoco tiene ese aura que distingue a Kobe Bryant, o a Lebron James.

–Bueno, hay mucha diferencia entre nuestro baloncesto y el que se practicaba en aquella época. Se ha perfeccion­ado la condición física. Casi no trabajábam­os los factores de fortaleza y potencia. Ahora se ha producido un cambio espectacul­ar. El juego es sumamente físico, aunque eso le perjudica, lo hace menos vistoso. –Qué bonito era ver al Doctor J ,a

Magic Johnson, a Jordan, a Bird... –Oye, que también está Stephen Curry. ¿Le has visto jugar? ¡Es precioso! Un espectácul­o de plasticida­d y velocidad.

Buscaré a Curry en Youtube.

“Entiendo que hoy hay menos compromiso en la vida; pero Duncan es un caso aparte, un ejemplo”, dice Epi

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DARREN ABATE / AP Tim Duncan, durante un partido de San Antonio Spurs frente a Memphis Grizzlies, esta temporada
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