El Coyote y el Correcaminos
Los estados de ánimo tienen mucho que ver con la economía. Las certezas, el tener una idea más o menos compartida de hacia dónde van las cosas, ayudan. Por eso las expectativas son clave. Pese a que cuando apuntan a grandes cambios, si no se materializan, pueden acabar en frustración. Uno piensa que toca el cielo pero de pronto queda como suspendido en el aire dando grandes zancadas como el Coyote que persigue al Correcaminos en los dibujos animados . Hasta que se da cuenta de que no hay nada debajo. Y cae.
Enero del 2016 marcará seguramente un antes y un después de cómo hemos vivido ese camino hacia alguna parte en los últimos años. Catalunya y España han sido escenario de procesos (distintos en el tiempo e intensidad) que tenían por objetivo cambiar las instituciones. Eso es importante, porque el buen funcionamiento de las economías depende de la calidad de las instituciones. En Catalunya el catalizador ha sido el deseo de separación. Empezar de cero. En España, una diversidad de proyectos reformistas.
Entre las causas que están detrás de esos procesos: la penetración de la corrupción en las instituciones, la demografía, los límites del modelo económico, la pésima gestión de la diversidad nacional. De los dos procesos, el catalán puede haber entrado ya en vía muerta. O en una fase de repliegue que puede durar años.
Cuando lo viejo no deja paso a lo nuevo y el statu quo se impone al cambio, la economía se estanca
En España falta el desenlace. Pero las elecciones del 20-D han terminado en empate. Entre lo viejo y lo nuevo. Entre la reforma y el statu quo. De los vectores del cambio, Ciudadanos ha sido efectivo como reactivo al secesionismo catalán pero no tanto como derecha reformista. Y Podemos debe convencer de que es posible la política antiausteridad dentro de la UE. Aunque el PSOE, su aliado imaginado, juegue tanto en esa liga como en la de lo viejo y lo nuevo (piensa tanto o más en sobrevivir que en reformar).
Todo esto ocurre cuando la economía española crece por encima del 3%. No habrá mucho más. El relato oficial asegura que se ha llegado aquí por las reformas aplicadas. Pero han tenido mucho que ver en ello las magníficas condiciones del entorno internacional (euro, petróleo, BCE) y la relajación fiscal aplicada por Rajoy en los últimos meses. El FMI, inspirador de esas reformas, admite (en su informe de abril) que aun cuando alcance su crecimiento potencial, España no rebajará el paro por debajo del 16,5% sin más reformas. Cuando lo hizo, históricamente, fue por una burbuja inmobiliaria de la que todavía pagamos las consecuencias.
La anomalía española, por lo tanto, persistirá. Y no se vislumbra proyecto ni liderazgo que la revierta.
Volviendo al Coyote de la televisión. Pese a los tortazos, el Coyote siempre se levanta y vuelve a intentarlo. Pero la realidad no es tan agradecida. Cuando lo viejo no deja paso a lo nuevo, las energías se agotan y la incertidumbre acaba en desencanto. Y en economía, muchas veces, conduce al estancamiento.