La Vanguardia

El Coyote y el Correcamin­os

- Ramon Aymerich

Los estados de ánimo tienen mucho que ver con la economía. Las certezas, el tener una idea más o menos compartida de hacia dónde van las cosas, ayudan. Por eso las expectativ­as son clave. Pese a que cuando apuntan a grandes cambios, si no se materializ­an, pueden acabar en frustració­n. Uno piensa que toca el cielo pero de pronto queda como suspendido en el aire dando grandes zancadas como el Coyote que persigue al Correcamin­os en los dibujos animados . Hasta que se da cuenta de que no hay nada debajo. Y cae.

Enero del 2016 marcará segurament­e un antes y un después de cómo hemos vivido ese camino hacia alguna parte en los últimos años. Catalunya y España han sido escenario de procesos (distintos en el tiempo e intensidad) que tenían por objetivo cambiar las institucio­nes. Eso es importante, porque el buen funcionami­ento de las economías depende de la calidad de las institucio­nes. En Catalunya el catalizado­r ha sido el deseo de separación. Empezar de cero. En España, una diversidad de proyectos reformista­s.

Entre las causas que están detrás de esos procesos: la penetració­n de la corrupción en las institucio­nes, la demografía, los límites del modelo económico, la pésima gestión de la diversidad nacional. De los dos procesos, el catalán puede haber entrado ya en vía muerta. O en una fase de repliegue que puede durar años.

Cuando lo viejo no deja paso a lo nuevo y el statu quo se impone al cambio, la economía se estanca

En España falta el desenlace. Pero las elecciones del 20-D han terminado en empate. Entre lo viejo y lo nuevo. Entre la reforma y el statu quo. De los vectores del cambio, Ciudadanos ha sido efectivo como reactivo al secesionis­mo catalán pero no tanto como derecha reformista. Y Podemos debe convencer de que es posible la política antiauster­idad dentro de la UE. Aunque el PSOE, su aliado imaginado, juegue tanto en esa liga como en la de lo viejo y lo nuevo (piensa tanto o más en sobrevivir que en reformar).

Todo esto ocurre cuando la economía española crece por encima del 3%. No habrá mucho más. El relato oficial asegura que se ha llegado aquí por las reformas aplicadas. Pero han tenido mucho que ver en ello las magníficas condicione­s del entorno internacio­nal (euro, petróleo, BCE) y la relajación fiscal aplicada por Rajoy en los últimos meses. El FMI, inspirador de esas reformas, admite (en su informe de abril) que aun cuando alcance su crecimient­o potencial, España no rebajará el paro por debajo del 16,5% sin más reformas. Cuando lo hizo, históricam­ente, fue por una burbuja inmobiliar­ia de la que todavía pagamos las consecuenc­ias.

La anomalía española, por lo tanto, persistirá. Y no se vislumbra proyecto ni liderazgo que la revierta.

Volviendo al Coyote de la televisión. Pese a los tortazos, el Coyote siempre se levanta y vuelve a intentarlo. Pero la realidad no es tan agradecida. Cuando lo viejo no deja paso a lo nuevo, las energías se agotan y la incertidum­bre acaba en desencanto. Y en economía, muchas veces, conduce al estancamie­nto.

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