LA MISA DE LOS GUAPOS
Esa ubicación mundana, ruidosa y capitalista, juerguista y lasciva, le ha permitido a St. Patrick’s Cathedral romper tendencia. Si la archidiócesis de Nueva York ha cerrado decenas de iglesias por falta de asistencia, esta basílica de la calle Mulberry registra llenos al menos a una misa: los domingos a las siete de la tarde.
Sorprende esa masiva concurrencia a hora tardía. Aún choca más observar otra diferencia. En los bancos predomina la gente joven, de entre los 20 y los 40 años. Visten que parecen salidos de las boutiques del entorno. Los cuatro que pasan el cepillo se han escapado de un anuncio de cosméticos o de la pasarela.Dicen que es la congregación sexy. La de los guapos.
Todo empezó en el 2009. El padre Jonathan Morris, destinado en la actualidad en el Bronx, instauró este servicio nocturno por la demografía del barrio y el estilo de vida de numerosos residentes. Pensó que podían dormir hasta tarde los excesos del sábado, disfrutar de un perezoso brunch y rematar el domingo con una misa redentora. Funcionó.
Su sucesor, monseñor Donald Sakano, acogió la idea con ímpetu. Sus homilías las puntúa con referencias a la cultura pop.
Tras la bendición de despedida, se dirige a la puerta y saluda a los asistentes. –No te había visto por aquí... –Es mi primera vez. –Espero que vuelvas. Afuera, unos hablan y deciden ir a tomar una copa. Se van al Fanelli, otro templo histórico y laico donde el feligrés ocasional ya había cultivado el rito cervecero.