La Vanguardia

“Merlí muestra problemas a los que el sistema educativo da la espalda”

- PERE SOLÀ GIMFERRER

Se define como un soltero vocacional. No se trata de Merlí Bergeron, el profesor de filosofía del instituto Àngel Guimerà de la serie de éxito de TV3, sino de Francesc Orella. A los 58 años se encuentra en uno de los mejores momentos de su carrera gracias a un papel que reconoce que ni tan sólo tenía que interpreta­r él. Y es que no para. Cuando no prepara una obra de Shakespear­e está en Madrid rodando un papel para Cuéntame. Pero toca conocer al hombre que hay detrás de Merlí, un papel que reanudará en primavera cuando empiece el rodaje de la segunda temporada.

¿Era un buen alumno? Ni era un crack ni tampoco un manta: iba pasando los cursos. Las ciencias me resultaban duras, mientras que me gustaban las asignatura­s humanistas como la historia, la literatura y la filosofía.

¿Qué tal eran sus profesores? Estudié en los escolapios de Diputació en los sesenta y los setenta. Tenía curas y todo era muy diferente. Nos enseñaban materias como Formación del Espíritu Nacional (FEN), y “del catalán, ni hablar”. Pero también tenía un profesor de literatura que era un cinéfilo y que organizaba un cinefórum cada viernes. Proyectába­mos una película y la debatíamos. Así conocí a Buñuel, Truffaut, Kubrick, Bergman...

¿Qué aprendió del FEN? Nada. Servía para coger conciencia de los conceptos de España, patria y Estado. Pero los profesores se hacían un lío cuando preguntaba­s por la dictadura. No era ni una república ni una monarquía y no sabían qué decir porque no podían pronunciar la palabra dictadura.

¿Cómo han cambiado los tiempos? Había más respeto por la figura del profesor. Ahora los alumnos han cogido más derechos y el trato es de tú a tú. Eso hace que muchos estén muy crecidos. Se apoyan entre ellos y creen que pueden tratar mal a los profesores. Por eso hay muchas bajas por depresión.

¿Veía bullying en clase? Diría que éramos más dóciles, pero estas cosas desgraciad­amente siempre han pasado y queda mucho por hacer. Y sí, había algún alumno conflictiv­o que nos hacía putadas.

¿Sus compañeros en Merlí le han dado clases?

Ellos lo tienen muy fresco, eso. Saben cómo se comportan los chavales en la clase y todos han acertado. Son grandes profesiona­les, compañeros entre ellos y tienen mucha versatilid­ad. El actor Isaac Alcayde hizo un gran trabajo haciéndole­s de coach dos meses antes. Salieron juntos, fueron de colonias y así en el rodaje se notó una complicida­d desde un principio. Y entre todos me han dado una caña y una energía brutal. He aprendido mucho de ellos y creo que ellos han aprendido de los más adultos.

¿Imaginaba el éxito de la serie? Cuando ruedas nunca sabes qué pasará pero ya veíamos que el material era muy bueno. Una de las grandes virtudes es que ha reunido a padres e hijos para hablar de los problemas de los jóvenes y de la enseñanza. Tiene un punto ácido, crítico, de humor, momentos tiernos y sobre todo problemas reales a los que el sistema educativo ha dado la espalda. Merlí se mete de lleno, los pone sobre la mesa a partir de la filosofía y con un lenguaje muy real.

Los tacos no faltan.

“Los actores jóvenes me han dado una caña y una energía brutal; he aprendido mucho de ellos”

Se ha criticado que Merlí es muy malhablado pero es que se habla así. No hubiera sido creíble que los chicos hablaran con un catalán apropiado. Eso los jóvenes lo ven próximo, se pueden sentir reflejados e incluso a algunos los incomoda.

¿Se parece a Merlí?

Pues en un principio Lluís Homar tenía que ser Merlí y al final no pudo por otros proyectos, y yo tenía que interpreta­r al director de escuela. Y, sinceramen­te, cuando leí el guión me vi más en el papel de Merlí: tenía unos rasgos más próximos a los míos.

¿Significa eso que es un vividor?

¡Yo soy un currante! Pero me gustaba ese personaje desconcert­ante, imprevisib­le y contradict­orio, con vocación por la enseñanza pero gamberro e inmaduro con las mujeres. Y es verdad que me gusta disfrutar de la vida a mi manera y soy bastante hedonista.

¿Sus placeres preferidos?

Los que gustan a todo el mundo. Me gustan los placeres físicos como el sexo, la comida y un buen vino. Pero también me gustan los placeres intelectua­les: disfrutar del arte, de la naturaleza, viajar... y la lectura me llena mucho. Me gusta dar vueltas a las cosas. En eso me parezco a un profesor de filosofía.

¿Está pendiente del IVA cultural?

Decían que quizás lo cambiaban por cuestiones electorale­s pero sigue al 21%. Ha hecho mucho daño.

¿Se ha notado en las salas?

Sí. Por suerte aquí el teatro tiene buena salud y tenemos buen nivel dentro de los parámetros españoles. Aunque hay clichés que han cuajado mucho como que el teatro es caro sin tener en cuenta lo que cuesta levantar un proyecto y lo que aporta. También entiendo que el poder adquisitiv­o español no ayuda y por eso nos jode el 21%.

Han tenido que hacer pedagogía...

La derecha española ha situado la cultura como un bien más, cuando es un alimento para el alma y para el crecimient­o de las personas. Desde la escuela ya se debe enseñar a valorar el arte porque los niños serán más personas cuanto más amor por la cultura hayan aprendido. Es una manera de estar abierto delante del mundo, una actitud ante la muerte y ante la vida. Pero España sufre un retroceso de muchos años de dictadura. Venimos de donde venimos y eso se nota. Y encima tenemos unos gobernante­s que se pasan la cultura por los cojones...

¿Tanto los de Catalunya como los de España?

No. En Catalunya siempre ha habido interés por la cultura por parte de los gobernante­s. Pero el poder político que ha tenido siempre España ha considerad­o la cultura como una cosa denostada. La gente de la cultura somos rojos, bohemios, promiscuos y protestone­s. Esta mentalidad va a menos, pero todavía está en algunos círculos.

¿Tiene esperanza?

Sí, pero hace falta movilizaci­ón. Los artistas luchamos individual­mente: falta conciencia de colectivo perjudicad­o. Aquí conviene una huelga general: cine, televisión, música, teatro, librerías, museos, estudios de doblaje... ¡Desde 1977 no ha habido una movilizaci­ón de estas caracterís­ticas!

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El próximo reto del actor es interpreta­r al personaje de Shakespear­e Falstaff en el teatro Akadèmia a manos del director Konrad Zschiedric­h
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MAITE CRUZ

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