Al Everest sin sherpa
PERO ¿no habíamos quedado en que la investidura no se podía confundir con una subasta de pescado ? (5 de enero). ¿Y no estaba claro que no se podían salvar los muebles a cualquier precio si en su interior había la carcoma de la exclusión? (7 de enero). Artur Mas se fue a dormir el viernes convencido de que no debía dar un paso al lado (fue muy explícito en su respuesta a Xavi Coral el jueves en TV3 al respecto) y se levantó con la idea contraria. Qué ocurrió en las horas siguientes resulta un misterio. Es como si alguien le hubiera cambiado los zapatos de pie al vestirse. El presidente de la Generalitat rescató ayer de su manual de metáforas la frase para intentar explicarse: “No se puede subir al Everest en alpargatas”. Una alegoría que había pronunciado hace tres años, en el inicio del procés, con la que quería resaltar que el acuerdo alcanzado con la CUP garantiza la estabilidad parlamentaria en los próximos 18 meses de hoja de ruta soberanista. Pero es evidente que el procés pierde su sherpa, y nadie escala los ochomiles del Himalaya sin ellos. Mas era un activo de la aventura independentista. Le daba credibilidad que estuviera delante un político moderado, que habla idiomas, que viste traje y corbata y que sabe improvisar un discurso. El hombre propuesto para sucederle –se enteró ayer mismo del ofrecimiento– es Carles Puigdemont, periodista, alcalde de Girona y presidente de la AMI. Es un valor emergente en CDC, aunque no figuraba entre los barones que aspiraban a suceder a Mas al frente del partido.
La CUP, con 300.000 votos y 10 diputados, dijo desde la noche del 27-S que Mas no sería presidente y ha conseguido su propósito. Los anticapitalistas van a estar marcando la agenda en los próximos meses. El acuerdo puede facilitar indirectamente la investidura de Mariano Rajoy, ante la amenaza que supone el desafío independentista. El proceso no puede ser más kafkiano.